Cada trabajo tiene su enseñanza: Consultor Técnico

Esta oportunidad de trabajo me apareció así como mandada a hacer en el momento en que más despecho tenía de mi trabajo donde estaba tercerizado para un proyecto de outsourcing (maravilla esa cadena de costos donde al final de la escalera estaba yo trabajando), de ese trabajo ya hablé hace unos meses. Como en todos mis trabajos previos un amigo de la universidad me llamó y me dijo – Loco, no te quieres venir a trabajar acá donde estoy trabajando, está bueno y justo están buscando alguien que sepa lo que tú sabes – lo que yo sabía era lo que me habían enseñado cuando estaba fungiendo de pasante para la corporación (de ese igual ya hablé hace tiempo, de hecho hablé dos veces) y claro era como que la continuación del proyecto que se me había truncado cuando las personas que me auspiciaban salieron de la organización. Eso sumado a que ya estaba degradado en el proyecto de outsourcing (o yo lo percibía así), sumado también a que era una empresa en la que me interesaba trabajar porque muchos amigos míos ya estaban trabajando ahí, sumado a que me iban a pagar el doble de lo que ganaba de tercerizado, sumado a que me ofrecieron un montón de beneficios. En fin, solo quiero dejar super claro que en ese momento era el trabajo ideal para mí, ataba un montón de cabos y parecía la conclusión lógica de todo lo que había vivido laboralmente hasta ese momento.

Entonces básicamente era mi trabajo ideal. Es el trabajo en que menos tiempo estuve, más o menos unos 8 meses. Así como fue una de mis mejores experiencias y le guardo cariño por motivos que ya voy a contar, también fue una de mis peores experiencias, de este trabajo es del único lugar del que he salido mal, se puede decir que me despidieron pero en realidad fue un asunto muy extraño, digamos que renuncié porque no me quedó otra alternativa o al menos yo creí en ese momento que no me quedaba otra alternativa.

Pero empiezo mejor por lo primero. Desde las entrevistas ya fue algo bastante anecdótico. Primero, entrevista con el que iba a ser algo así como mi jefe directo, el líder del equipo. Un man de exactamente mi edad haciéndome preguntas como – ¿Cómo se ve en 5 años? – o – ¿Cuál es su objetivo en la vida? – y yo de buenito contestando las preguntas con aplomo y falsa elocuencia. Entre otras cosas le dije – me gustaría estar en un trabajo donde pueda aprender mucho y luego pueda compartir ese conocimiento y pueda duplicarme entregando mi conocimiento a más gente – y el man con dejo sarcástico – Pero entonces qué hace aquí si usted quiere ser profesor – y yo, cantinfleando – o sea sí puede ser que algún día dé clases, pero para eso primero debo aprender algo que pueda enseñar – luego el pana vio que tenía el par de cursos al que me habían mandado en la corporación y no se dijo más, justo necesitaban a alguien que vaya a aprender lo que yo sabía y, bueno, yo ya sabía [o creía que sabía (resulta que no sabía tanto al final) pero eso es otra historia] y claro ya eso hizo que la entrevista se ponga cuesta abajo. Luego, entrevista con la jefa y que resulta que justo le conocía a un familiar mío y a una de mis referencias personales y como que todo cuadraba porque venía con esas recomendaciones y justo tenía el conocimiento que buscaban y claro la oferta económica era el doble de plata que lo que ganaba en el trabajo en el que estaba y había la posibilidad de viajar y había la posibilidad de seguir cursos y había la posibilidad de hacer carrera y justo también estaban mis amigos trabajando ahí y listo. Salí de esa entrevista aceptando el trabajo y no podía creer que me estuviera pasando. Sentí que me merecía un premio por ese golpe de suerte y fui a comer un arroz marinero con patacones en un restaurante para celebrar, después de todo el siguiente mes iba a estar nadando en plata. Me acuerdo de esto y me da una sensación super linda de lo emocionado que estaba, tenía miedo también porque la oportunidad se escuchaba tan abismalmente grande que estaba con la duda de si podía lograrlo pero estaba emocionado, feliz, comiendo mis patacones.

En fin, renuncié para irme al nuevo trabajo. La gente del proyecto de outsourcing se apenó por mi partida, me dijeron que hubiera esperado poder cumplir mejor mis expectativas que si quería quedarme un par de meses más me devolvían mi puesto, pero yo ya estaba comprado, o sería vendido, porque sin saberlo había vendido mi alma al diablo. Me hicieron una despedida y todo, super bien, super bien.

(Chuta, este post se va a hacer largo. Paradójicamente el trabajo menos duradero es el que más da para hablar).

Y empecé, trataba de comprender cómo iba a hacer todo lo que se suponía que debía hacer tomando en cuenta que no lo había hecho antes, una cosa es un curso y otra es ya poner en práctica el conocimiento, tenía una gravísima sensación de no estar a la altura, cómo iba a hacer para llenar esa posición que me habían pintado tan grande, qué iba a hacer cuando cumplan la promesa de enviarme a cursos y proyectos en otros países. Bueno lo primero es lo primero, me habían asignado a un proyecto y no hubo tiempo de detenerme a pensar, llegué a las oficinas y luego de una breve, brevísima inducción me enviaron a las oficinas del cliente. El resto del equipo estaba ahí, incluido el man al que iba a reemplazar [así había sido (viendo en retrospectiva creo que este man estaba huyendo realmente)] me hizo una breve inducción de lo que estaba haciendo y luego de un par de días ya me quedé ahí improvisando, realmente no habían actividades específicas qué hacer en esa primera semana. Me puse a leer unos manuales porque más allá de ejecutar las tareas de configuración de una herramienta de monitoreo de redes realmente debía aprender sobre una herramienta de gestión de identidades.

Todo iba bien hasta que realmente tuve que empezar a configurar, fue la primera vez que trabajaba de lleno con un servidor Linux, más allá de las breves prácticas de la universidad, mi experiencia previa había sido principalmente en ambientes Windows, pero el problema real era que la herramienta no hacía lo que el vendedor le había dicho al cliente, yo hice la configuración según lo que aprendí en el curso que seguí cuando fui pasante y simplemente la herramienta no daba más. Lo peor fue que luego de dos semanas de haber estado en el nuevo empleo tuve que dar una capacitación de cómo usar la herramienta que no hacía lo que el cliente quería. Fue un sábado por la mañana, yo en frente de un grupo como de 15 personas que no estaban nada conformes con lo que veían. Interesante experiencia, luego de una hora de estar explicando lo poco que podía mostrarles (no era el más calificado en ese momento para dar esa capacitación) el que iba a ser el encargado de la herramienta me interrumpió y dijo – esto no está yendo a ningún lado, creo que vamos a cortar esta charla, la herramienta no hace lo que queremos, gracias por lo que has hecho pero no estamos conformes – y yo, bueno yo realmente no sabía qué hacer, es la primera vez que tuve que afrontar algo así. Me quedé ahí sentado un rato luego de que la gente se fue, probando una y otra vez los comandos de la herramienta y viendo como hacía exactamente lo que debía hacer pero no hacía lo que querían que haga. En un giro afortunado apareció otra herramienta que iba a hacer lo que el cliente quería, y por esas cosas de la vida y los acuerdos que hicieron entre los administradores y los vendedores ya no era necesario utilizar esa solución. En resumen luego del mal rato, ese dejó de ser mi problema.

Luego del inicio accidentado y algo lento empecé a coger ritmo, estaba apoyando a los demás con sus actividades, me empecé a llevar mejor con la gente del equipo, el chasco de la capacitación fallida de la herramienta de monitoreo de red quedó atrás rápidamente y más bien sirvió para ganar la confianza de los demás. Era como que todos sabían muy en el fondo cuál era la realidad de esa herramienta y solo necesitaban alguien que dé la cara, y ya ven, ahí estuve yo poniendo mi carota.

La vida fue buena, en ese proyecto nos trataban bien, tenía vouchers para movilizarme en taxi a la casa (después me enteré que esto era problemático, había un gasto brutal por mal uso de esos vouchers, los usábamos para todas las movilizaciones y debían ser usados solo en casos excepcionales), tuvimos un par de jornadas extenuantes para entregar algunos hitos del proyecto, pero era fresco, pedíamos pizza, trabajábamos de largo, me fui llevando mejor con la gente, se dieron cuenta que tenía predisposición para redactar y me pusieron a generar documentos, yo hacía todo lo que fuera necesario para ayudar. Pasé como tres o cuatro meses en ese proyecto hasta que se cerró.

Luego regresé a las oficinas. En ese momento mi trabajo fue crear ambientes de prueba para poder aprender sobre la herramienta de gestión de identidades que debía implementar en un proyecto futuro, y ese fue el periodo que más disfruté en este empleo.

(Como dato previo e importante, la empresa nos llevó a todos los empleados a un paseo de integración a Esmeraldas, en ese paseo de integración me hice amigo de mucha gente y conocí a una chica).

Ese tiempo que estuve en las oficinas de la empresa fue de lo mejor. Como ya conocía a mucha gente pasábamos super bacán, se trabajaba y se gozaba. Almorzábamos, nos íbamos a las bielas, pasé super bien. Luego llegó el momento de ir al siguiente proyecto. Y ahí todo empezó a ir cuesta abajo, pero solamente en lo laboral. En lo personal no podía estar mejor, ese tiempo pude conocer mejor a esa chica que conocí en el paseo, de hecho ahora que escribo este artículo ella está aquí junto a mí, está jugando con nuestra hija, pero esa es otra historia, que espero poder contar en otro momento.

Tras bambalinas, mientras pasaba todo lo que cuento se estaba fraguando una historia media turra, media turbia, me iba a ver vinculado en un relajo que iba a provocar mi salida estrepitosa e iba a dar por terminado mi periplo en esa empresa. Pero más bien voy a hablar de todo lo negativo en otro post.

Este trabajo me enseñó que una de mis fortalezas es poder aprender rápido, que mi destreza para redactar documentos era apreciada, que en muchos casos las empresas venden proyectos sin tener a nadie que conozca cómo ejecutar esos servicios y van aprendiendo sobre la marcha, al cliente le venden que básicamente como pudieron hacer un tipo de proyecto también van a poder hacer otro tipo de proyecto, tal vez es hasta desleal, principalmente porque al vender el discurso es – tenemos a la gente más experimentada – pero es una práctica super común. Como empleado te dicen que es cuestión de actitud, de arrimar el hombro, de ir a hacer y lograrlo de una u otra forma, que confían en ti, que eres el elegido, que te pongas la camiseta y finjas saber hasta que aprendas, no será lo ideal, pero como persona este trabajo me enseñó que yo podía lograrlo, que podía ingeniarme maneras de cumplir con lo que se requería. Sea como sea, este empleo fue el inicio de un tobogán de circunstancias que dará como resultado que al final funde mi propia firma.

Tengo los mejores recuerdos de esa época, pero también hay un montón de cosas malas que pasaron y eso más bien lo contaré en una próxima entrega.

Cada trabajo tiene su enseñanza: Tercerizado

Después del año que estuve como pasante, mi esfuerzo fue premiado. Me contrataron a la usanza de ese momento: Tercerizado. Ahora que lo recuerdo y puedo reflexionar me parece tan cargoso que haya sido así como estaba de moda contratar a la gente en ese entonces, y claro luego por cuestión legal e imposición del estado esa forma de contratación se eliminó, o se quedó ahí tapadito aunque se seguía dando de una forma u otra, pero eso es material para otro post. Ahorita realmente me voy a enfocar en lo que viví en esos meses.

La empresa contrataba por medio de dos empresas tercerizadoras, la impresión que yo tenía era que una de las empresas era como más cercana a la empresa, o sea había más probabilidad de que dejes de ser tercerizado eventualmente si estabas en la una o la otra. A mí me contrataron por medio de la otra. Eso de por sí ya fue un medio bajón pero bueno igual tal vez era solo mi impresión y nadie estaba más cerca de ser contratado sin ser tercerizado. Pero bueno, a decir verdad, ese rato no entendía ni bien las implicaciones de esa nota. Tenía 23 años y me duplicaron el sueldo que tenía como pasante, o sea bacán. Ya me pude pagar mi último semestre de la universidad y transporte en las noches y todo bien. Qué sabía yo de tercerización o qué. Tenía trabajo. Mis horarios de clases no interrumpían con la jornada laboral y todo funcionaba.

El trabajo estaba bien. Daba soporte a usuarios finales. Empecé como soporte de nivel 0. Contestando teléfonos, abriendo tickets de soporte, luego ya atendiendo un par de soportes directamente, o sea ya como que soporte de nivel 1. Aparte tenía que hacer un par de actividades de operador de datacenter, esto era más por acolitar que porque era mi responsabilidad, pero claro, yo acolitaba, mis compañeros que eran los operadores del datacenter me acolitaban también. Me enseñaron un montón de cosas y bueno fueron unos buenos dos meses que pasé haciendo eso. En general, la solución a todo era redireccionar la llamada a los técnicos de soporte de nivel 2, pero eran ocupados esos manes así que empecé a aprender más cosas y redireccionar menos llamadas, a cerrar más tickets yo solo y a manejar mejor el teléfono y manejar unas cuantas llamadas de forma concurrente.

Como uno de los de soporte de nivel 2 se fue, mi jefe me llamó y me dijo: «Bueno necesitamos a alguien que dé soporte en sitio y como vemos que has atendido un montón de casos y ya sabes muchas de las cosas que debes hacer vamos a ascenderte, desde mañana debes venir con terno y corbata porque ese es el código de vestimenta y bueno ahí tus compañeros te van a ir enseñando». Y así empecé la parte que fue la más divertida de este trabajo. El soporte era un poco más exigente, unos casos más complicados, pero lo principal era que podías moverte de un lado a otro, como era soporte en sitio, iba con los panas en una furgoneta cargando equipos, laptops, monitores, iba a entregar y cambiar equipos en las diferentes agencias, ah era un banco. Entonces ahí pude conocer a mucha gente, ayudar a distintos tipos de personas, desde cajeros hasta gerentes. Era halagador cuando los usuarios llamaban a pedir por mi soporte específicamente porque les había ayudado de buena forma. Me dieron un par de cursos sobre atención al cliente, pero bien básicos, o sea básicamente nos decían que seamos personas, nada fuera de lo que yo hacía por default, pero bueno, también estaba bien saber que lo que yo pensaba que debía ser atender a los clientes estaba bien y no era un guambra desubicado, al menos no del todo.

Entonces mis días ya eran más de moverme de un lado a otro, ir a agencias, ir a los distintos pisos del edificio, ir a ayudar a los cajeros, ayudar a las agencias de centro comercial que atendían hasta más tarde, normalmente cuando el técnico de soporte llegaba a una agencia era para quedarse un par de horas porque ese rato la gente se animaba a pedir ayuda en cosas que estaban mal pero no impedían el trabajo y que aprendían a vivir con eso. En general a la gente le daba recelo llamar a pedir ayuda si no era algo super grave. Esa era una falla, cómo va a sentir la gente que no puede llamar a pedir ayuda, si nuestro trabajo era ayudar, yo les enseñé a que me llamen por todo, y claro eso era más trabajo, más tickets, mejores resultados para todo el equipo. Sencillo, querer ayudar. Ese tiempo me ayudó a ver qué duro es llevar las operaciones en las agencias de los bancos, y sobretodo qué fuerte es atender al público en general, una locura estar del lado de los cajeros cuando les toca decir la vieja confiable de se fue el sistema cuando hay algún problema. Qué groserías se veían, se escuchaban, las pobres cajeras asustadas ahí sin saber ya cómo conformar a la gente porque claro tienen razón no?, es su plata y todo pero, loco, qué grosera es la gente, como si no fueran personas las que los están atendiendo, como si los cajeros fueran los responsables del estado de las cosas en el banco, pero bueeeno eso también es material para otro post. Hoy por hoy yo soy el que más bien se pone del lado de los cajeros cuando están en un lío de ese tipo y la gente se pone contestataria.

Pude también ir a reemplazar a un compañero que daba soporte en Ambato, estuve dos semanas en esa ciudad. Pasé bien, conocí gente, tuve que dar soporte en varias agencias de la ciudad pero era mucho más fácil, la carga de trabajo en definitiva podía ser llevada a cabo por una sola persona. Super chévere pero ya poder moverse con mayor independencia, estar en ciudad extraña aunque cercana te enseña también cosas. Sea como sea una ciudad más tranquila las vacaciones de este compañero fueron un poco también mis vacaciones.

Llegué a un momento en que ya había dominado los casos en general. Normalmente eso pasa en todo servicio de soporte, ya cachas qué debes hacer, ya cachas qué problema se resuelve de qué forma, no es que yo sea un superdotado del soporte técnico, para nada, es lo menos que se espera de alguien que va ganando pericia en una actividad que hace todos los días. Lo que logramos hacer como equipo sí era ya una nota bien de equipo de alto rendimiento, cada quien hizo manuales de lo que sabía hacer y nos pasamos para todos entender y si no mismo lo lográbamos le pasábamos al que sabía, porque cada quien sabía hacer mejor algo específico. Y eso fue lo más bacán. Eramos 3 técnicos de soporte en sitio y nos hicimos buenos amigos. Trabajábamos muy bien y era una cosa de acolite bien chévere. Los jefes nos dejaban trabajar y logramos organizarnos bien, creo que es un gran talento en un jefe dejar hacer cuando los cosas están funcionando.

Todo era felicidad hasta que me degradaron. Hubieron recortes de presupuesto, se fueron unas personas del datacenter (y bueno es comprensible, porque tenían unos horarios turros y les pagaban mal) y decidieron que yo iba a ser la persona que los reemplace. Cuando digo degradaron no fue realmente una degradación porque no me bajaron el sueldo y tampoco el cargo, pero me pusieron en los turnos rotativos del datacenter y entraba o muy temprano o muy tarde y claro yo era la decisión lógica, era el único que sabía hacer la mayoría de cosas que se necesitaban. Pero sí fue un bajón, principalmente por los horarios y porque ya no podía moverme. Ahí ya me di cuenta que un trabajo que me permita moverme a distintos lugares era lo que me gustaba y no estar atado a una sola ubicación por muchas horas. Fue un golpe anímico pero igual no puedo decir que no haya sido divertido. Entender mejor cómo funcionaba ese datacenter también fue una gran enseñanza. Aprendí lo duro que era, y qué tan importante era cumplir con los horarios y las bitácoras de los procesos que se debían seguir. Aprendí a imprimir estados de cuenta, a manejar colas de impresión, a manipular resmas de papel para que no se pasen dos hojas y le traben a la mega impresora que había ahí. Una locura era todo eso.

Pero al final el golpe anímico fue letal. Apareció por esa época el amigo que me dijo que tenía una opción de trabajo donde él estaba, que curiosamente se alineaba con los proyectos en los que había estado cuando era pasante y dije: «chuta, aquí es». Con todo eso de los recortes de presupuesto y los rumores que corrían en la empresa dije mejor me abro de acá y me voy a probar suerte en otro lado. Esta fue una decisión que tomé de forma precipitada, en retrospectiva me arrepiento un poco de haberme cambiado de trabajo en ese momento, me dejé desilusionar muy fácilmente cuando me pusieron de operador del datacenter, me dejé ilusionar muy fácilmente con lo que me dijeron en el trabajo al que me pasé. Mi jefe, de cuando era pasante, me llamó a decirme que me estaba precipitando, que las cosas en la empresa iban a mejorar, que las cosas en la corporación iban a continuar sea como sea, y que lo piense, que no me precipite, y estuve a punto de doblegarme y quedarme. Mi jefe de ese momento me dijo que estaban a punto de promoverme a un cargo superior al que tenía antes pero que no iban a ajustarme el sueldo pero iba a tener más responsabilidad, y claro eso tampoco era tan buen plan.

Les dije adiós a los panas, nos fuimos de fiesta y me hicieron una despedida bien bacán. Aprendí tanto en ese año, tantas cosas que me sirven hasta ahora, tantas cosas sobre servicio al cliente, tantas cosas sobre cómo atender a clientes conflictivos y cómo manejar crisis, tantas cosas sobre cómo se maneja el datacenter, sobre cómo se gestiona el servicio de TI, este tiempo fue invaluable en términos de aprendizaje. Agradezco mucho todo lo que aprendí de todas las personas con las que pude trabajar en esa época.

Salí y fui a mi nuevo empleo, ya no era tercerizado, ahora iba a facturar a esta otra empresa mis servicios. En ese entonces no sabía nada sobre contratación, derechos laborales y qué me convenía más (como pensando más a futuro) pero bueno, esta época que se viene tambien tuvo su buena dosis de aprendizaje que me iba a costar bastante e iba ya a perfilar en gran medida el futuro y lanzarme a mi empresa.

Cada trabajo tiene su enseñanza: Pasante en una corporación

Siempre que recuerdo mis trabajos previos, este fue siempre el favorito. En este trabajo aprendí muchas de las cosas que me servirían más adelante y a partir de las cuales empezaría mi negocio inclusive.

Este fue el trabajo que elegí cuando elegí entre dos trabajos. Me decidí por este empleo porque creía que iba a ser mejor como aprendizaje aunque me iban a pagar la mitad que en el otro trabajo, y fue en verdad una gran escuela. Viéndolo en retrospectiva no me arrepiento lo más mínimo en haber sacrificado esa plata.

Era una pasantía como cualquier otra. Básicamente me ponían a hacer las tareas repetitivas que los demás no querían hacer. Los primeros meses pasé descargando parches para sistemas operativos y quemándolos en CDs, redactando actas de reuniones, contestando el teléfono de soporte cuando nadie más estaba disponible para contestar. Formaba parte de un equipo de soporte que consistía en un gerente de proyectos, dos técnicos de soporte en sitio, uno Quito y otro en Guayaquil, y yo. Trabajaba en promedio 6 horas diarias, a veces más, a veces menos, dependiendo de mi horario de clases, me faltaban tres semestres para acabar la carrera en la universidad. Todo funcionaba bien. Me gustaba tanto el trabajo que me quedaba trabajando jornada completa siempre que no tenía clases o estaba de vacaciones de la universidad. Tenía ese sueldo que me servía para ya no depender tanto de mis papás, ya con 22 años y sin producir nada me sentía una carga antes de entrar en este trabajo. Entre este y mi trabajo de freelance habían pasado unos 8 meses al menos.

Como la carga laboral no era tan alta tuve chance de seguir varios cursos que estaban disponibles en la intranet de la empresa, pude seguir cursos de administración de servidores, de ITIL, de gestión de redes, había un montón de contenidos y yo tenía tiempo. Siempre que podía bajaba a donde el man de soporte en sitio y le ayudaba con los requerimientos que habían. Normalmente preparar máquinas, instalar software, escribir correos a gente de Brasil o de Argentina o de Colombia que eran el soporte avanzado. Ah, también poner cintas en una librería de respaldos (qué loco, recordar ese detalle, hoy yo soy ese soporte avanzado para mis clientes) en definitiva cumplir con muchas tareas técnicas de complejidad baja.

Pero como andaba de guambra hiperactivo por ahí metiendo mano en todo lo que podía eventualmente aprendí todas las actividades de soporte. Mi jefe me empezó a dar más tareas y en general ya me sentía más útil. Formé parte del equipo con el que formateamos todas las máquinas del cliente, un par de cientos de máquinas, aprendí un montón de servicio al cliente, a interactuar con gente técnica y no técnica. Reemplacé a los técnicos de soporte en sus vacaciones en Quito y en Guayaquil. Cacha un pasante con viáticos y cuenta de gastos en un hotel super bacán en Guayaquil. Chuta me sentía lo máximo.

Una frase que recuerdo de ese tiempo es que el técnico de Quito me dijo: «Eres el primer pasante que ha venido hasta ahora a trabajar y no de paseante». Estuve varios meses a ese ritmo y me dio mucho gusto cuando luego de ver mis historiales de acceso a cursos (han sabido hacer eso) los jefes de mi jefe me dijeron que era el candidato para un nuevo puesto en un proyecto que requería de ponerme a aprender herramientas de monitoreo y de respaldos y me mandaron de nuevo a Guayaquil a un curso y fue una gran experiencia. Estuve con un grupo de técnicos que habían estado varios años trabajando en un proyecto en un banco, con un instructor brasileño que aparte de la herramienta de monitoreo de redes nos fue enseñando un montón de cosas sobre administración de sistemas operativos, en ese curso aprendí comandos super prácticos que hasta ahora sigo usando todos los días. Y claro me decían «¿y tú eres pasante? ¿qué haces aquí?» y estaba super embalado aprendiendo y entonces les dieron la baja a las personas que habían auspiciado que vaya a ese curso y todo se empezó a complicar.

Había pasado un año, me quedé sin las personas que me apoyaban en el proyecto de monitoreo y volví a mis actividades normales, o sea lo mismo que hacía al inicio. Encima más como ya era un año de pasante ya no podía seguir siendo pasante y entonces me informaron que ya iba a escalar el primer peldaño corporativo, iba a pasar de ser pasante a ser un empleado tercerizado. Sí, esa era la realidad en ese entonces, el premio era entrar a formar parte de una de las empresas que tercerizaban a los empleados de la corporación.

En el año que estuve de pasante aprendí muchas cosas, unas por mi cuenta otras por medio de un montón de gente con la que pude interactuar. Aprendí que tenía predisposición para aprender, se me daba bien estar divagando en busca de cosas para aprender, pero claro no tenía una ruta específica y cuando la tuve se quedó como varada en la nada y fue una decepción. Pero descubrí eso, había un campo por explorar, habían cosas que podía aprender y que podían resultar valiosas, más allá de lo que me enseñaban en la universidad, algo del mundo real.

En el próximo «Cada trabajo tiene su enseñanza» que escriba me voy a dar el gusto de volver a hablar sobre anécdotas de esta época de pasante, porque en verdad lo disfruté, y luego retomaré el hilo cronológico y hablaré de la siguiente experiencia que fue tan buena como mala, empleado tercerizado en la corporación.

Razones por las que emprendí: Trabajos turros

Sacando algo bueno de lo malo, tener muchos trabajos turros me impulsó a buscar algo diferente. En este artículo explico una de las razones por las que emprendí, según les conté hace varios meses, que fue haber tenido lo que llamo trabajos turros. No me quiero enfocar en el sueldo, a la larga si te pones a pensar en materia económica ningún sueldo justifica el dedicar tantas horas de la vida a trabajar en una organización, al menos no los sueldos de entrada de mis primeros trabajos. No va tanto por ahí el asunto, hasta cierto punto el hecho de haber dedicado estos años a mi negocio no ha sido la operación financiera más eficiente, hay gente como de mi edad o experiencia ganando hasta 2, 3 o 4 veces más fácil. Si bien el dinero es importante no va por ahí esta publicación. Aunque ahora que lo pienso tampoco fueron unas condiciones económicas envidiables las que tuve que dejar de lado, más bien fue un punto que facilitaba la situación el no tener que despedirme de un sueldo sustancioso al momento de empezar a trabajar por mi cuenta.

Aclarado eso (lo de la plata), el principal problema que tuve con mis trabajos previos fue la falta de seriedad de las organizaciones para las que trabajé, la falta de cumplimiento de los acuerdos a los que llegamos, o que ya llegado el momento simplemente ignoraban lo acordado y fingiendo demencia se daban por satisfechos con decir más adelante analizaremos tu situación. Es impresionante lo desconsolador que es eso. Traté de hacer un trabajo que considero aceptable en cada uno de mis empleos, nunca tuve algún reclamo o queja por el trabajo realizado, más bien al contrario, y el hecho de que no se iban cumpliendo los ofrecimientos de crecimiento me desilusionaba.

Pero más que las faltas en cumplimiento de ofrecimientos y perspectivas de crecimiento el problema que me complicó siempre fue que me asignaban más trabajo y nuevas responsabilidades sin beneficios adicionales y lo peor peor y eso sí fue en 2 ocasiones lo más matador fue que en vez de ascenderme me descendían. Después de meses de esfuerzo y cumplir lo que me pedían me subían de puesto y luego por haber demostrado ser siempre el más acolitador me devolvían a las tareas previas. El premio era hacer cosas más interesantes y estar en una posición mejor y luego me regresaban a las tareas anteriores con peores horarios. Nunca tuve mucha paciencia para aguantar este tipo de situaciones y optaba por buscar algo más.

Luego al encontrar otras opciones venían de nuevo situaciones extrañas que complicaban mi desenvolvimiento. Al final vi que nunca me iba a conformar, o sería que tenía tanta mala suerte para justo pegarles a los trabajos turros. Con esas situaciones ya se me iba metiendo el bichito de arrancar algo independientemente. ¿Será que lo logro? ¿Será que hago algo mejor que lo que lograron hacer mis empleadores?.

A sabiendas de esto, siempre ha sido uno de mis objetivos poder crear puestos de trabajo en los que la gente se sienta cómoda y tratar de ser lo más claro posible en cuanto a sus perspectivas de crecimiento y lo que les puedo ofrecer y no. Esto ha provocado igual que gente se desilusione, porque claro si alguien me pide un aumento y yo no se lo puedo otorgar (aunque lo merezca) no puedo hacerlo, pero creo que hasta ahora ha resultado bien, la claridad y la sinceridad. Mucha gente que se ha ido me han dicho que fue chévere trabajar juntos pero que tienen que moverse, que les van a pagar más, que van a tener beneficios adicionales, y está bien.

Espero poder seguir estabilizando mi operación y también avanzando y creciendo como organización, y cuando llegue ese momento espero poder estar a la altura y no crear situaciones como estas que me tocó vivir a mí, que las personas que trabajen conmigo tengan una buena experiencia de vida y no lleguen a decir que fuimos un trabajo turro más. Es chistoso porque siempre que escribo estas cosas en retrospectiva me dan risa, pero ese rato me daba contra el suelo, espero sinceramente que ninguna persona de las que ha trabajado conmigo se haya sentido así.

Al final gracias a esa falta de oportunidades buenas o por esa simple «mala suerte» (o tal vez yo llamaba a esas oportunidades malucas) fue que me lancé. No tenía nada que perder y ya revisándolo ahora, sí tenía mucho que ganar.