Substack
Luego de este tiempo de para que he tenido en la publicación aquí en el blog, se me cruzó una idea.
¿y si me cambio de plataforma para publicar?
Entre idas y venidas este blog ha estado relativamente activo desde 2018. Es un poco extraño pensar en arrancar de nuevo, pero justo en este tiempo he pensado en buscar alternativas para llegar a más gente y que no sea pagar publicidad.
En estos días he pasado también pensando un poco en si seguir o no publicando, la cosa es que de alguna forma el que soy ahora ya no es el mismo que inició este blog hace 6 años, ya no estoy de acuerdo con algunas de las cosas que publiqué, entonces desde esa perspectiva un arranque de nuevo suena interesante.
En estos divagues andaba cuando de repente se me cruzó la opción de Substack. He seguido a algunas personas por algún tiempo en Substack y me parecía interesante como herramienta para crear newsletters, pero no la veía como una opción para mí, pero como todo hay un momento en el que te hace clic.
Substack tiene algunas capacidades nativas para ir construyendo audiencia y comunidad. De alguna forma con el cambio en el algoritmo de Twitter mi alcance de publicación se redujo bastante y definitivamente hay que encontrar otra forma de llegar a la gente. Obviamente también me llamó la atención la opción de crear contenido pagado, aunque mi intención no ha sido ganar dinero con estas publicaciones (siempre ha sido más un hobby que disfruto mucho) generar algún ingreso con esto sería buenazo. Peeeero, Substack trabaja con Stripe y Stripe no está disponible para Ecuador.
Para esa parte encontré como opción el uso de Buy me a cofee, es hasta bonita la analogía, ¿te gustó algo que escribí? cómprame un café (aunque creo que lo voy a modificar por cómprame una cerveza). En este sitio sí hay forma de registrarse desde Ecuador, curiosamente también usa Stripe, pero una opción llamada Stripe Express que permite la interacción directa con Ecuador. Así que ya voy a seguir publicando por todos lados la opción de que si algo te gusta de lo que publico tengas la opción de dar el like en plata (jajaja).
Aparte de eso, no estoy muy seguro, tengo algunos proyectos en mente, que igual iré contando, tal vez haga lo de publicar aquí también, veamos cómo resulta todo. La última controversia que hubo entre la gente de WordPress y de WPEngine me dejó medio desencantado de WordPress al menos para el blog que es algo más como proyecto personal que puedo coger y mover a cualquier lado sin mayor problema.
Eso, al final seguiré dándome tiempo para publicar. No sé si este sea un adiós definitivo a este blog o no. Pero por el momento le daré un chance a Substack.
Gamer
Siempre me he considerado un gamer. Siempre he jugado juegos de video, siempre he estado interesado en los juegos de video. Pero por mucho tiempo fui uno de esos gamers que no juegan.
Cuando era niño teníamos un Atari 2600 en la casa. Pasé jugando mucho tiempo esos juegos infinitos y coloridos, cada vez siendo más hábil y mejor para vencer a los malditos villanos pixelados (gracias, Can Can) que había que derrotar. Luego de eso pasó un evento decisivo. Mi papá decidió que no íbamos a tener una consola de videojuegos como un Nintendo o Sega sino que iba a comprarnos una computadora. Encontré esta imagen random en Google que es muy cercana a esa máquina que tuve, era una Intel 286, creo que tenía 4 MB de memoria y 50 MB de disco, la foto es muy parecida la diferencia super grande es que mi monitor no era a color sino monocromático (o séase a blanco y negro), el punto es que ahí pude pasar tiempo jugando a juegos de la época.

Mi juego favorito fue Prince of Persia. Entonces mis tardes eran prender la compu, esperar un rato a que se encienda viendo los numeritos de la RAM, muchos textos más y ver el prompt y de memoria:
C:\>cd juegos
C:\juegos>cd prince
C:\juegos\prince>prince.exe
Y jugar y jugar. Con el tiempo aparecieron muchos más juegos que me llegaban en diskettes de 5 1/4 o 3 1/2, y aunque tenía muchos juegos al no tener una consola sentía que me estaba perdiendo de algo. Me paseaba por un pasillo del Centro Comercial El Bosque donde habían un montón de tiendas de videojuegos y que tenían televisores mostrando los juegos. Justo en ese tiempo también se popularizó la revista Club Nintendo (había otras pero esta era la que más pude ver) y tenía amigos en la escuela que tenían las revistas y las llevaban. Nunca fui particularmente afín a jugar fútbol o algún otro deporte en la escuela, pasaba con mis amigos en los recreos leyendo esas revistas, me encantaba y aunque no tenía acceso a ninguno de los juegos que ahí estaban ya me sabía muchos de los secretos porque ya había leído mil veces las mismas revistas. Esto fue particularmente notorio cuando salió Street Fighter II, yo sabía de memoria las combinaciones para sacar los poderes de Ryu y Ken y no había jugado nunca al juego. Hasta que un día jugué. En una reunión super random, la típica que tus papás te llevan a donde unos amigos que no vieron hace tiempo, resulta que los niños de esa casa tenían un Super Nintendo y tenían Street Fighter y yo les pedí por favor que juguemos, ellos ya medio aburridos del juego dijeron que sí. Me puse a jugar tratando de usar todos los movimientos que me sabía de memoria y nada, no funcionaba. Me acuerdo claramente de ese momento, un tanto frustrante, el juego era mucho más rápido de lo que esperaba, pero luego, en la segunda pelea, todo empezó a funcionar, me dijeron – Oye, dijiste que no habías jugado nunca, ¿cómo sabes los poderes?
Así que así, poco a poco fuimos actualizando la compu de la casa y poco a poco más juegos, con el tiempo pude emular y jugar todos los juegos de consolas que no había podido jugar en su momento. Era una parte muy importante de mi vida.
Con el tiempo y ya trabajando le compramos a mi hermano menor un PS2 y ahí jugamos un montón, y yo me llegué a comprar un PS3 que no usé tanto como hubiera querido. Me pasó lo típico de que no había podido tener una consola por falta de dinero pero luego cuando ya tenía dinero para comprarla no tenía tiempo para jugar.
El tiempo pasó y por casi una década fui un gamer que no jugaba, o al menos no frecuentemente. Me imagino que mucha gente siente eso, como que de corazón uno quisiera dedicar más tiempo para jugar pero que no logra hacerlo encajar en la vida. Pero siempre estaba pendiente, pendiente de los anuncios, de los juegos que se ponían en tendencia, de eventos, de lanzamientos, de nuevas consolas, de promociones de juegos. Tengo cientos de juegos que he ido consiguiendo en promociones o regalos de las tiendas, pero por mucho tiempo no tuve dónde jugarlos.
Hasta que me compré un Steam Deck. No sé cómo explicar la alegría que me ha dado ese aparato. Es tan ideal, tan adecuado para mi situación. Hoy por hoy he podido jugar a muchas cosas que había tenido ahí botadas y que ahora ya es posible jugar en esa maravilla de dispositivo. Lo mejor de todo es que en este punto de la vida, mis momentos de juego ya los puedo compartir con mi hija, ella no da la opción de no jugar, es obligatorio que tengamos nuestras sesiones de juego, y eso me hace muy feliz. Incluso mi viejo PS3 que estaba arrumado y empolvado ha vuelto a vivir gracias al interés que ella tiene en jugar esos juegos (te amamos LEGO Marvel Super Heroes)
Así que sí. Siempre me he considerado un gamer, y hoy puedo decir que he dejado de ser uno de esos gamers que no juegan.
No emules la oficina
Ya saben que los manes de 37signals son mis referentes en lo que tiene que ver con trabajo remoto.
El otro día me topé con este texto que está en la página de 37signals y que es un gran resumen de todo lo que debería ser el trabajo remoto.

Es justo uno de los problemas que existen con el trabajo remoto en las compañías, las personas siguen tratando de emular la oficina y lo peor peor (porque en realidad en muchos casos lo entiendo, hay gente que tenía una vida de oficina muy gratificante y articulada y claro por lógica la extrañan) lo peor peor es que es como que cada uno emula su oficina sin tomar en cuenta a los demás y sus preferencias. Pero justo, las personas no acogen al trabajo remoto, luchan por trabajar como si estuvieran en la oficina pero cada uno en diferente ubicación. Tratan de emular que la persona está ahí sentada en la misma área, muchas personas incluso estoy seguro de que se imaginan que están en su puesto de trabajo, exactamente como era, con sus adornos, sus fotos, las cosas que tenían en los cajones, ese pequeño ambiente que tenían y en el que pasaban la mayor parte de su día. Entonces la gente sigue trabajando igual, aunque remotamente, siguen buscando esa retroalimentación inmediata, como si te levantaras de tu puesto y fueras a topar el hombro de la persona con la que quieres hablar.
La gente quiere seguir viendo a todos en sus puestos de trabajo y se han inventado mil cosas incómodas para solventar esto, hacer que todos se unan a reuniones de todo el día y que estén con sus cámaras prendidas para ver qué hacen, usar software de vigilancia para que se sepa qué están haciendo las personas en su día a día, crear más puestos de supervisión en los que su trabajo es monitorear que las personas estén haciendo algo. La gente no confía, no confían en que las personas puedan hacer su trabajo solas y arman llamadas y piden que compartan sus pantallas para que se pueda ver en verdad que la persona está trabajando y se pueda incluso dictar lo que debería hacer el otro.
Una de las cosas que realmente no entiendo es la parte de las reuniones. No sé si la gente antes de estar trabajando remotamente tenía tantas reuniones o es solo un defecto de los tiempos de la pandemia de crear reuniones hasta porque sí. ¿Cómo hacían cuando estaban físicamente en la oficina? Estaban todo el día en la sala de reuniones o estaban la mayor parte del tiempo en sus puestos de trabajo y tenían un par de reuniones al día. Cómo es que eso se tradujo a agendas llenas de reuniones virtuales, reuniones cruzadas, reuniones puestas sin tener en cuenta que ya hay otra reunión a la que la persona debe asistir. Creo que no era así, creo que el exceso de reuniones virtuales es básicamente porque se pueden poner reuniones y no hay quién lo detenga.
Yo tengo la ventaja de que vengo trabajando remoto desde más o menos el 2016, para mí el trabajo remoto ya no es una alternativa temporal, es la forma como me gusta trabajar, es la única forma que considero viable y válida para mí. Incluso con todos sus problemas y retos, sus beneficios para mí son incalculables, y como estoy tan acostumbrado a esto tengo la ventaja de que no extraño la dinámica de la oficina.
El trabajo remoto necesita repensar cómo se hacen las cosas, crear oficinas virtuales no es la vía. Hace un tiempo publiqué mis apuntes del libro Remote, escrito por los fundadores de 37signals. Por ahí es el camino. Trabajo 100% remoto, asíncrono, confiando en que la gente sabe lo que debe hacer, puede hacerlo y lo hará.
Demencia digital
El otro día escuché este término en una radio en la que leyeron este artículo de 20minutos y en el que hablan del término acuñado por Manfred Spitzer en el libro “Demencia digital: El peligro de las nuevas tecnologías”.
Pensé que era alguna cosa nueva pero veo que el libro ya tiene más de 10 años de haber sido publicado pero claro como cualquier otra condición sobre la que uno escucha o lee de una me puse a pensar que posiblemente algo de eso tengo ya.
Todo esto está asociado al abuso del uso de los teléfonos y del internet. En repetidas ocasiones durante el día googleo cosas que teóricamente debería poder recordar. Lo peor es que a veces sí recuerdo pero igual googleo para poder ver si no me estoy equivocando.
Hay muchas cosas que sé que sé, pero de alguna forma me da cierta inseguridad y vuelvo a buscar, sé que está publicado y tengo mis huecas y voy y encuentro, pero mil veces me ha pasado que algo que buscaba y encontraba fácil de repente ya no está disponible y ahí básicamente me quedo con lo que recuerdo y ya.
Lo peor peor es que el cerebro se vuelve vago, sé que puedo buscar todo y simplemente no lo guardo, no lo recuerdo porque sé que está ahí, entonces incluso ya no es ni tratar de recordar es negar desde el inicio el que esa información se guarde. Muchas veces cosas que he hecho en el trabajo y que no hago de forma rutinaria simplemente las he googleado y he hecho y ya. En casos puntuales he tomado esa info y he creado un documento para facilitar su uso (casos contadísimos) pero normalmente cuando debo volver a hacer vuelvo a buscar y hacer todo el proceso de nuevo.
Otra cosa mala mala es cuando uno saca por puro temático el teléfono pensando en buscar algo y se queda viendo como lerdo la pantalla sin poder recordar qué fue lo que se iba a buscar.
Es mala costumbre y es costumbre mala que va a ir a peor, creo yo, con el uso de la IA. Hay que tratar de no caer de lleno en ese bucle. Sí, es buena cosa todo lo que podamos usar de tecnología (yo vivo de eso, de hecho) entonces no estoy en contra del uso de todas las herramientas que tenemos a la mano, pero sí hay que ser más concientes de que nuestra parte humana vaga no debe vencernos.
Perfiles Ocultos
El otro día escribí algo sobre Ghost Jobs, o esas ofertas de empleo que aparecen en las redes sociales y que en realidad no son ofertas de empleo reales. El algoritmo de Twitter decidió que me iba a seguir mostrando cosas relacionadas con prácticas cuestionables de talento humano y me mostró algunos tweets con relación a perfiles ocultos que se manejan en las empresas.
La cosa es que ves una oferta laboral. Tiene su descripción de cargo (las descripciones de los cargos en las publicaciones de empleo da para hablar largo y tendido y algún rato debo escribir algo sobre eso), tiene su información general y busca que la gente empiece a aplicar. Lo que no todos sabemos es que, por fuera de lo que se muestra en la publicación, la empresa tiene asociados a esos cargos unos perfiles ocultos. Básicamente, detalles de la persona a quien esperan contratar que no pueden publicar porque se vería mal. Cosas que ya no se ponen en un anuncio como el rango de edad, el género, la raza, cosas que si pusieran sería directa y plenamente discriminatorio y entonces no lo ponen pero igual están ahí.
- No contrates a una mujer porque son muy problemáticas y va a quedar embarazada y va a ser un problema su periodo de maternidad.
- No contrates a un man de más de 40 porque viejo.
- No contrates a una <persona de cierta raza> porque <inserte el comentario más racista y prejuicioso que jamás se imaginaron escuchar de esa persona que tiene ese aspecto bonachón>.
Así que eso, estas cosas me hacen pensar en que al decir esto de que las empresas son al final interacciones humanas es muy preciso, son humanas en lo bueno y en lo malo, obviamente. Los dueños y las personas que contratan a la gente tienen sus sesgos, tienen sus taras, y claro que van a pesar al momento de contratar a alguien. Uno a veces piensa que en estas épocas esas cosas ya están superadas pero creo que solamente están como que mal vistas pero aún está demasiado interiorizado en la gente. En el ambiente de trabajo es aún muy común que cuando una persona ya se empieza a sentir segura y cree que como que el resto ya le cacha y le acepta empiezan a lanzarse por ahí ya su comentario machista o su chiste racista y fresco, no pasa nada. Entonces claro que las personas que están a cargo de las contrataciones van a tener un perfil oculto de a quién quieren tener cerca suyo, es algo que forma parte de ellos.
Lo que se me hace loco es que de lo que he podido leer esos perfiles ocultos existen formalmente, como que alguien se tomó el tiempo para redactarlos, ponerlos por sentado, ponerlos como obligatorios. Luego la gente se pregunta por qué decir empresario suena a mala palabra, tenemos que deshacernos de un montón de mierdas para poder mejorar.
El cambio está al final en uno, empezar a disentir y a no aceptar los comentarios racistas, machistas, clasistas y de cualquier forma discriminatorios, hacer que poco a poco esto pase de ser algo deseable a ser algo real.
¿Te quedas o te vas?
Hay una tendencia que dice que rotar mucho entre empleos es mejor para tu carrera.
Llegas a un trabajo, aprendes rápidamente todo lo que puedas y cambias a alguna opción mejor, teóricamente te quedas un par de años en cada trabajo y luego chao, siguiente oportunidad. Aprendes de todo, de diferentes industrias inclusive, y vas ampliando tu conocimiento y experiencia. Llenas tu LinkedIn de muchos cargos y cosas que has hecho.
Entonces incluso se mira a que una persona se mantenga en una sola organización como un fracaso. Se tacha de servil y hasta de tonta a la gente que se queda en una organización por décadas, se dice que no salen de su zona de confort, que tienen miedo, que no se han probado realmente en el mundo profesional porque prefirieron quedarse en una sola compañía para siempre.
Esto implica que de alguna forma los empleadores están esperando que la gente se comporte así y están creando opciones laborales también temporales, sin pensar tanto en el largo plazo como opción para las personas.
Creo que lo ideal ideal es no quedarse en un empleo en el que no te sientes a gusto. Es malo para ti y para la organización porque si no estás bien seguramente no estás haciendo tu mejor trabajo y tampoco estás aprendiendo y aprovechando tu tiempo activo de trabajo. Pero de ahí a pensar que debes sí o sí salir de un empleo porque debes seguir agregando experiencias diferentes a tu currículum es medio descabellado, o al menos no se puede adaptar a todos lados. En lugares donde de por sí conseguir un empleo es complicado el estar jugando a cambiar de trabajos con mucha frecuencia es complejo. Pero también, no hay nada de malo en quedarse en un lugar donde ya te sientes bien. Tal vez sigues con esa expectativa de que vas a llegar al trabajo soñado, es justo y válido pensar que lo vas a alcanzar, pero eventualmente también podría ser un poco iluso. Si una compañía hace lo mejor posible en lograr tu estabilidad laboral y darte un ambiente de trabajo aceptable, ¿qué te lleva a moverte a otra opción? Tal vez una mejor oferta económica, tal vez la promesa de que la situación será mucho mejor de lo que tienes ahora en todos los aspectos. Te juegas y muchas veces no es tanto así, o sí, es mejor oferta económica pero te exigen más y ya no eres tan feliz como antes, pero tienes plata, pero no estás bien. Siempre va a haber la duda, ¿te quedas o te vas?
Siempre he estado un poco en desacuerdo con esas diatribas en contra de la zona de confort, de hecho creo que llegar a tu zona de confort debe ser el objetivo, llegar a un punto realmente confortable, el problema es que llames zona de confort a cualquier huevada.
Seguir en la búsqueda es necesario, al final las empresas son conjuntos de personas, es esa búsqueda interminable, una persona que se adapte a la empresa, una empresa que se adapte a la persona. Encontrar esa combinación es bueno y que alguien quiera quedarse en una empresa donde le dan una buena calidad de trabajo (y vida) es normal.
Pero igual es una ruleta, porque quien quita y llegas a ese lugar donde quieres estar y te botan.
Aburrirse
Estás sentado esperando, puede ser en cualquier lugar, esperas al bus, esperas por una cita médica, esperas por tu turno en algún trámite, qué mejor que pasar ese tiempo aburrido viendo las fotos que ha subido la gente a la que sigues, viendo reels o tiktoks, leyendo tweets, viendo los estados e historias de tus amigos, qué divertido.
Pero de repente estás en otras situaciones no necesariamentes aburridas, estás en una reunión laboral o familiar, estás almorzando, estás viendo la TV y lo mismo, ves las fotos que la gente sube, ves reels y tiktoks, lees tweets, ves estados e historias.
Y de pronto siempre estás en eso, cualquier otra cosa es aburrida. Siempre estás atento a lo que los demás suben, a lo que los demás dicen. Siempre estás con ese pendiente, con esa necesidad de ver y a veces ya no hay nada más que ver de tus conocidos, y entonces te topas con todo el «contenido» que el algoritmo de tu red social tiene preparado para que sigas bajando, para que sigas viendo, ¿qué divertido?
En un montón de reuniones y situaciones me he topado con gente que está totalmente embebida en sus teléfonos, viendo cualquier cosa. Hace algunos años eran niños principalmente, niños a los que sus padres les daban el teléfono para que vean cosas ahí y estén entretenidos (a.k.a. no jodan) pero poco a poco se amplió. Yo mismo por mucho tiempo pasaba viendo qué aparecía en Twitter (poco a poco he tratado de deshacerme de eso) y te absorbe. Ese estar entretenido todo el tiempo, te abisma, te envuelve, te supera, te aplasta.
Ahora es muy común que en franjas bastante amplias de reuniones la gente esté en sus teléfonos, sin prestar atención a la reunión en sí, riendo (en el mejor de los casos) con las cosas que ve y que no muestra al resto ni siquiera para saber de qué se rio, solo están ahí, a veces comentan algo, pero están ahí, siempre entretenidos, siempre al día. Lo más loco para mí ahora es que los mayores de la familia, abuelos, son los que están más sumergidos, la cosa se normalizó y ahora cada vez más personas han perdido el recelo de no estar atentos a lo que pasa alrededor. Distópicamente, he estado en reuniones donde, en momentos, todo el mundo está en sus teléfonos, todos, TODOS.
Así que eso, estamos sumergidos en esa espiral de super entretenimiento, de constante estimulación, y no nos damos chance de aburrirnos. Estamos siempre pendientes de qué dice quién, de quién publica qué, de qué foto subieron, de qué chisme han lanzado, de qué persona han quemado en redes sociales y aburrirnos no es opción.
Una vez que estás en la espiral del entretenimiento es paradójico, estar super entretenido se vuelve tan rutinario que por más entretenimiento que consumas realmente estás aburrido. La gente pasa haciendo scroll y pasando de un contenido a otro supuestamente entretenido pero en realidad solo pasando, aburriéndose. Entonces es un despropósito, lo que se supone que debe entretenerte te termina aburriendo. Entonces es mejor desconectarse y aburrirse de verdad, no por agotamiento sino porque el cerebro necesita descanso.
Porque aburrirse es necesario. Pero no ese aburrimiento por sobrecarga.
Hay que darse permiso para aburrirse, no hacer nada está bien.
Resulta hasta incómodo, de verdad, al menos para mí lo fue al inicio. Pudiendo estar viendo en el teléfono todo lo nuevo que se estaba publicando, no ver nada, no hacer nada, se siente como perder el tiempo, pero la verdadera pérdida de tiempo está en seguir viendo esa red social, ese video, ese «contenido» creado específicamente para enganchar en la espiral no soltarte. Luego del momento incómodo está el volver a encontrar tu línea de pensamiento, tomar un respiro y procesar lo que se ha visto, poder razonar y determinar si está o mal, no solo seguir consumiendo.
Aburrirse, desde esta perspectiva, implica que vas a tener nuevas ideas, que vas a buscar qué hacer, que puedes encontrar nuevos intereses. Que puedes respirar un rato, que puedes enfocarte en otras actividades, incluso que puedes extrañar a tu red social favorita para que vuelva a ser divertida y no solo esa carga extraña de la que empiezas a depender como si tu personalidad toda fuera solamente lo que puedes o no ser en ese espacio inexistente.
Hay que darse permiso para aburrirse, no hacer nada está bien.
Protegido: D&D
La ley de Parkinson
La ley de Parkinson fue creada por Cyril Parkinson y publicada en forma de sátira en The Economist y luego ampliada en libros. Salió de sus observaciones de cómo funcionan las cosas en la burocracia pero termina siendo aplicable para cualquier tipo de trabajo e incluso en situaciones que no son laborales.
Los principales enunciados (al menos según el artículo en Wikipedia) son:
- El trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine
- Los gastos aumentan hasta cubrir todos los ingresos
- El tiempo dedicado a cualquier tema de la agenda es inversamente proporcional a su importancia
Por ahí encontré otras aplicaciones como que la producción logra expandirse hasta gastar todos los recursos así sea de forma ineficiente y otra que se me hizo super real que dice que la cantidad de cosas se expande hasta llenar el espacio que se tiene disponible en la bodega / oficina / cuarto / departamento o lo que sea.
Te dan una asignación de trabajo, tienes 2 semanas, pasa una semana, tranquilo, tienes 1 semana más, pasan 6 días, lo haces. Esa es la cosa al menos con el enunciado 1, no es que el trabajo se complique y llega a ocupar el tiempo es que en tu mente lo vas resolviendo pero no haciéndolo, llámese procrastinar o como sea, todo trabajo toma todo el tiempo que se le asignó, por eso es que las cosas que te dicen lo necesito de un día para otro igual se logran.
El enunciado 2 también es super claro, si de repente tienes un aumento de ingresos te encargas de llenarte de momentos «para esto trabajo» y pum ya no hay diferencia.
El 3 (llamado también ley de la trivialidad) es la perfecta representación de muchas reuniones que he tenido, chistoso porque muchas veces como que se evita tocar el punto más urgente y problemático teniendo profundas conversaciones sobre lo más banal.
Cuando me topo con conceptos como este me quedo pensando un montón en la forma cómo trabajamos. Encadenando los 3 enunciados en una sola situación: Una persona hace la tarea que tenía asignada para cumplirse en tres días, la cosa es que debía entregarla a las 10h00 del tercer día por lo que la hace desde las 9h30 y la entrega, el resto del tiempo estuvo en reuniones donde se toparon un montón de temas triviales (y también estuvo vagueando dispersa una porción del tiempo), lo bueno es que cumple, le pagan, pero ya no le alcanza, su trabajo ya no la motiva porque pasa mucho tiempo haciendo cosas triviales que no le dejan hacer cosas que sí son importantes y las cosas importantes que hace son sencillas y no se sienten significativas y cree que necesita un nuevo rumbo (y más dinero).
Otra: una persona es super eficiente, le ponen un deadline de 3 días para entregar una tarea, la termina en 5 horas ese mismo día, le agradecen y le premian dándole más trabajo.
Hay algo complicado y fundamentalmente erróneo en la forma como se distribuye el trabajo y cómo se mide lo conseguido. Esta publicación no busca dar soluciones por el momento, solo lo dejo ahí, rebotando. Cuántas cosas en nuestro día a día laboral están inherentemente mal y solo las seguimos haciendo así porque así es y ya.







