De mentores dementores

Empecé mi empresa a las patadas. Sin plan, sin objetivo claro, pero con ganas. En el camino las ideas de lo que íbamos o no a hacer fueron mutando y terminamos definiendo lo que hacíamos. En ese mismo camino pude involucrarme con otras empresas y gente. Yo había leído algunos libros en los que el tipo cuenta su experiencia de cómo todo iba relativamente mal hasta que empezaba a recibir la asesoría de alguien y todo empezaba a ir relativamente mejor. En muchas de las historias este encuentro con un mentor terminaba siendo el salto cualitativo que permitía pasar de tener una empresa turra a una exitosa.

Tenía una dicotomía, una dualidad dentro de mí. Tenía ya una empresa pero creía que no lo merecía, que no era lo suficientemente bueno para tenerla y la empresa no funcionaba al 100% por mi culpa. Creía que había algo que no sabía, y no sabía hacerlo porque era muy inexperto, muy joven, un improvisado. Entonces empecé a buscar mentor. Pero no era búsqueda directa, o sea no estaba yendo a preguntar a personas aleatoriamente «Buenas, ¿tal vez le interesa ser mi mentor? ¿Tiene alguna cosa que enseñarme?» sino más bien estaba como atento a ver a quién podía tener de referente dentro de mis contactos para ver qué hizo, cómo hizo y eventualmente poder pedir algún consejo así como pana o inclusive pagar por la asesoría dependiendo de la situación.

Entonces empecé a fijarme mucho en la gente que estaba en posiciones de poder (gerentes, propietarios, fundadores) en las empresas con las que tenía contacto y empecé a notar un patrón que no me agradó tanto. Yo había hasta ese momento tomado decisiones basado en mi «instinto», por así decirlo, porque no tenía un sustento estratégico que me haya llevado a tomar tal o cual acción, pero era como que lo lógico que podía hacer y lo hacía. Entonces me di cuenta que la mayoría de gente que estaba en posiciones de poder hacían más o menos lo mismo. Esto, creo yo, principalmente porque estoy hablando de empresas pequeñas, entonces claro, no podía encontrar a mi referente en estas empresas porque en cierto momento incluso empecé a ver que estas personas más allá de tratar de ayudarme o poder darme alguna retroalimentación o asesoría estaban tratando de conseguir eso precisamente de mí. Eso me dio dos cosas para pensar: 1) Parece que no estoy tan perdido en lo que estoy haciendo, que la gente me está pidiendo que le ayude. 2) Al parecer nadie sabe nada.

Entonces me enfoqué más en empresas medianas con las que tenía contacto y ahí claro que encontré nociones más claras de movimientos estratégicos. Pude tener algunas conversaciones, con algunas personas y ahí encontré un par de casos en los que me trataron de apadrinar de alguna forma. Pero encontré en cambio otro comportamiento que tampoco me gustó. Querían cambiar mi forma de hacer las cosas, en unos casos con buenas intenciones (creo), pero en otros casos para mal. Creo que en estas interacciones en las que yo mismo entré como en una posición más humilde, de sentirme inferior por menos experiencia, edad, tamaño de empresa, ganancias y muchas otras cosas más, fue cuando más estupideces llegué a escuchar.

  • El extremo condescendiente: «A ver te explico, lo que tú tienes es una startup, entonces tienes que planear su crecimiento exponencial, sino no vale, y debes tener una estrategia de salida». Queriendo explicarme cosas muy básicas y no pasaban de ahí, la cosa es que claro tal vez yo estaba dando una impresión de inferioridad total y de ignorancia. Al margen de eso, esa mentalidad no me ha cuadrado mucho eso de andar buscando unicornios y buscar mucho mucho financiamiento, y luego vender y topes. Pero bueno eso es material para otras publicaciones.
  • El extremo de superioridad: «vos tienes una empresa enana, tal vez cuando tengas un tamaño como el de nosotros podamos tener puntos en común para poder revisar y conversar». Y bueno eso era cierto, y creo que sigue siendo, pero loco, justo por eso llegué a hablar de estas cosas contigo, no porque ya sabía sino porque creía que podía saber a través de tu experiencia.
  • El extremo corrupto: «Tranquilo que sí podemos llegar a trabajar en conjunto, y claro ahí como tus servicios se alinean con los nuestros podemos atacar a los clientes y armar unas pujas para irnos repartiendo el mercado y te puedo poner en contacto con algunas personas que tienen influencia en tal entidad del estado y en tal empresa, entonces les pagas un fee (un fee le dicen a la coima, ¡puercos!) y te ayudan a que el contrato te salga». Creo que esto fue de lo que más me he topado en este mundillo empresarial ecuatoriano, el sistema está podrido en todos lados, no solo en la política y lo público, también a nivel empresarial y en lo privado.
  • El extremo irracional: «¿qué? ¿por qué te iba a dar esa ayuda? ¿me vas a copiar? ¿te vas a meter en mis clientes? ¿qué pretendes? ¡no sabes con quién estás hablando! ¡una llamada mía y te cierro las puertas de todo el mercado ecuatoriano!». Sin comentarios.

Al final me di cuenta que esta búsqueda era infructuosa. Acelerar las cosas no iba conmigo e iba a ser una suerte gigantesca encontrar a alguien que coincida con mi forma de ver las cosas y con lo que yo pensaba que debía o no hacer con mi empresa y me ayude en ese camino. Me di cuenta que estas interacciones más bien me estaban chupando mi energía, mis ganas de hacer, mi gusto por lo que estaba haciendo y no estaba consiguiendo ningún beneficio tangible. Realmente lo único que conseguí, que no es tampoco algo menor, fue ver que no estaba tan perdido como yo pensaba; y de pasito fui aprendiendo todas las prácticas empresariales que no me gustaban, así que les agradezco a todas estas personas en posiciones de poder (gerentes, propietarios, fundadores) que me enseñaron con ejemplos claritos todo lo que no quiero llegar a ser.

Al final creo que fue mejor dejar de lado esa intención de buscar un mentor, pero sí seguir abierto a aprender, leer libros, buscar cursos, compartir. En mayor o menor medida también he podido ayudar a personas que les ha tocado vivir lo mismo que a uno y que de alguna forma he podido apoyar con mis experiencias. En parte es la idea de este blog y en verdad disfruto eso.

Cada trabajo tiene su enseñanza: Pasante en una corporación (2)

Hace unos meses escribí sobre mi pasantía en una corporación internacional. Este fue un tiempo muy divertido para mí. Quería escribir esta entrada extra con algunas cosas que pasaron en ese entonces y también con un par de reflexiones.

Una de las primeras cosas que recuerdo es que uno de los primeros días de trabajo, creo que el primero pero no estoy seguro, llegaba ahí medio nervioso a trabajar porque claro uno aún está en proceso de ver qué mismo sucede con todo, y justo cuando estaba por llegar a la puerta de ingreso pasaba por debajo de unos cables, palomas encima de los cables, siento que algo me cae en el hombro, y ya pues, me tocó llegar sin la leva de mi terno porque estaba con caca de paloma. Era algo que me incomodó ya que el código de vestimenta era estricto pero bueno estaba con corbata y si alguien me hubiera cuestionado por qué llegaba sin el saco del terno pues tenía una buena historia. Quise creer que esa era una buena señal, que la naturaleza me daba esa coincidencia ingrata para decirme que me tome la situación con calma, que, al final, nada es tan grave.

En ese año que pasé ahí pude comprender mucho de cómo se movía el negocio tecnológico, si bien mi trabajo era ligero, un tanto administrativo, medio de secretario y de asistente de varias personas pero pude ir entendiendo cómo se movían las cosas. Cómo se daban las interacciones en un proyecto de soporte técnico, cómo se entregaba y se medía el servicio. Por medio de mis amigos que estaban en otras áreas pude entender algo más de cómo se movían los presupuestos, cómo se ejecutaban las compras, las ventas, las importaciones. Pucha aprendí tantas cosas en esos meses. Definitivamente eso me abrió un poco los ojos, me hizo ver un mundo diferente al que veía en la universidad que estaba enfocado a prepararse solo técnicamente. Me hizo tantear así de forma inicial cómo se daban los negocios de tecnología.

Este fue el primer empleo donde no tenía a nadie conocido previamente, si bien había llegado ahí por recomendación de una amiga, a quien llegué a reemplazar de hecho porque ella ya iba a trabajar en otro proyecto de la organización, ella precisamente no estaba ahí en el mismo edificio y claro me dejó presentando a sus panas pero esos panas no eran pues mis panas aunque después ya llegaron a serlo. Eso me enseñó lo complicado que puede llegar a ser para alguien nuevo en una empresa el integrarse. De hecho es algo que me tiene pensando mucho últimamente, no había pensado tanto en los procesos de inicio de actividades de las personas, mi empresa no ha requerido que incluya a tanta gente y por ende mis procesos de contratar e iniciar a alguien en sus tareas no son de lo mejor. El llegar a conocer a la gente de la organización es clave, poder llegar a tener un grupo de amigos con los cuales salir a almorzar y tomarte un café y chatear y etc. es importante. Hoy que estoy trabajando remotamente con todo mi equipo es un poco más complicado esto. Pero bueno, estoy divagando mucho, de hecho quiero a futuro escribir sobre los retos que ha supuesto trabajar remotamente, los cambios que se dieron cuando dejamos la oficina física y cada quien fue a trabajar desde la casa. En definitiva, es muy importante tener un ambiente de trabajo agradable, lograr una buena relación con la gente que está cerca de tu puesto de trabajo y si es posible llegar a tener un grupo de amigos hace que la experiencia laboral sea mucho mejor. Tuve la suerte de conocer a gente muy bacán en ese entonces.

Era bueno tener pocas cosas que hacer formalmente porque me daba tiempo para hacer más cosas como investigar y ayudar y andar de metiche en los soportes. Luego de unos 3 meses ya dominaba todas las tareas básicas que me habían encargado en un inicio y me metí en un frenesí de seguir cursos que estaban publicados en la intranet de la empresa. Ya había contado eso en la entrada anterior, pero ese detalle hizo que mi vida como pasante empiece a encaminarse en un rumbo más chévere. Lástima que en medio de ese proceso la gente que me auspiciaba fue separada de la organización. El proyecto quedó en veremos. Eso me hizo entender la importancia de tener buenos patrocinadores para cualquiera que sea la iniciativa que se esté dando dentro de una organización. Cuando salieron estas personas quien quedó a cargo del proyecto poco caso le hacía y ya no hubo nada qué hacer.

En definitiva creo que este tiempo fue clave en mis inicios profesionales, las pasantías son la forma más clara de adquirir experiencia. A todas las personas que me han preguntado les recomiendo que busquen en serio una pasantía, así sea no remunerada, es la única forma de ponerte a prueba, de aterrizar y darte cuenta qué sucede en el mundo laboral real. Yo creo que corrí con suerte, esta pasantía mía fue una gran lección, aprendí mucho del mundo corporativo, su rigidez, sus problemas, pero también lo agradable que puede ser trabajar en medio de muchas personas y poder lograr conexiones con gente de muchas locaciones no solamente con personas de la misma ciudad o país. Qué mejor si estas son pagadas, aunque a mí no me pagaban mucho, creo que era algo así como $200, pero ya pues para un tipo de 22 años, era bueno tener algo de dinero producido con el trabajo de uno. Lo que aprendí en ese tiempo fue sin duda un pilar para mi forma de trabajar de ahí en adelante.

Mucho de lo que aprendí se lo debo también a mis jefes de ese entonces. Tuve jefes cordiales y justos, me apoyaron en diversas maneras y pude en ese tiempo disfrutar de beneficios que otros pasantes no tenían, cursos, viajes, viáticos. Por eso siempre les recuerdo con bastante gratitud y en especial a mi jefe directo de ese entonces con quien eventualmente me he encontrado, ha sido muy grato poder saludarlo y agradecerle por su apoyo en mis inicios.

Cuando ya tenía todo dominado en cuanto a las tareas que debía cumplir, tenía muchas expectativas de qué iba a depararme el futuro, en cierta forma el trabajo ya se empezó a hacer rutinario y sabía que mi tiempo como pasante estaba contado. O me contrataban o me botaban. Estuve creo que un año y un mes como pasante y llegó el momento en que tuve que pasar a otra posición. Era una posición en un proyecto de soporte y claro, de un día al otro, pasé de conocer todo lo que debía conocer a no saber nada, a no conocer a nadie y la vida me siguió llevando por su tobogán de eventualidades.

Pero ya pues, ya no era pasante, ahora era un empleado tercerizado.

Trabajos turros: Carta de renuncia sin fecha

Hoy, como novedad, no voy a hablar de algo que me pasó a mí, lo que en parte me hace pensar en todas las historias de trabajos turros que pueden existir si uno se pone a conversar con la gente. Una persona muy querida y uno de los seguidores más asiduos de este blog me contó su triste historia de trabajo turro y de inmediato le pedí permiso para tratar de relatar su historia y de pasito reflexionar un poco sobre esto. Y bueno sí me dejó.

Mi amigo empezó a trabajar en una empresa como director de proyectos. Super entusiasmado, nuevo trabajo, nuevas cosas qué hacer. Fue una gran coincidencia que empezó a trabajar en una empresa de servicios tecnológicos, él tiene conocimientos técnicos y también de administración de proyectos, entonces era una perfecta oportunidad.

El trabajo estaba exigente pero estaba bien. Al principio. De repente empezaron los horarios extendidos, pero era comprensible, si el proyecto tenía actividades fuera de horario laboral y requerían de su presencia tenía que estar ahí. Pero claro, esas eran exigencias específicas de cada proyecto no podían considerarse horas extras porque el contrato dice que el horario es de 8h00 a 17h00 pero también todo lo que sea necesario. Entonces bueno eso ya viene más del lado del profesionalismo, de la responsabilidad.

Los horarios extendidos se hicieron cosa de todos los días y entonces también empezaron las jornadas de fines de semana. Es necesario hacer todo lo posible para que los proyectos no se atrasen y algunas actividades específicas solo se pueden hacer el fin de semana. Obvio, no son horas extras, es lo que el proyecto exige. Lo bueno es que se tienen muchos proyectos y se tiene trabajo.

Al momento en Ecuador, cuando alguien es contratado, entra a un periodo de prueba de 3 meses, pasado el periodo de prueba el contrato se vuelve un contrato indefinido. Para el tiempo en que mi amigo iba a cumplir sus 3 meses de prueba se complicaron las cosas. La situación del país, los contratos, las condiciones de los proyectos, provocaron que hayan recortes de presupuesto, que las responsabilidades de los gerentes de proyecto se amplíen y ahora sean responsables de labores logísticas que antes no eran su competencia. Más carga de trabajo y condiciones específicas, que produjeron que muchas de las personas empiecen a pensar si valía o no la pena continuar en la organización.

Con todo esto, una reunión de motivación que muta en puteada. Gente indignada que prefiere poner su renuncia antes que seguir demostrando su profesionalismo y entrega por la empresa. Y mi amigo recibe el tiro de gracia a su motivación. El gerente le pide que se reúnan, le dice que al haber llegado sus 3 meses va a tener que realizar uno de los procesos estándar de la organización. Va a tener que firmar un carta de renuncia sin fecha, dicha carta está previamente redactada en su nombre, con un texto estándar. Junto a la carta de renuncia está una carta de aviso de despido. Si firmas la carta de renuncia puedes seguir trabajando, caso contrario te hago llegar esta otra notificación de que no pasaste el periodo de prueba.

Durante esta reunión, mi amigo recibe la charla donde se le explican los beneficios de tener firmado este documento, que no es de ninguna forma algo cohercitivo o malo, se lo debe ver más bien como una oportunidad, una opción de demostrar que, a pesar de tener este documento firmado y poder ser expulsado de la organización en cualquier momento y sin los beneficios de un despido, él merece estar dentro de la organización como un tipo profesional que está dispuesto a jugarse por la empresa. Que no lo vea como un ataque personal, no es nada en su contra, todas las personas de la organización han pasado por esta reunión y todos los que siguen tienen firmada esta carta. Míralo como un motivante para ser mejor.

Mi amigo firmó, otras personas no lo hicieron. Junto con la firma se fueron todo su entusiasmo y alegría por hacer el trabajo. Coincidencialmente se produjo un éxodo que provocó que el trabajo que hacían 6 personas ahora tenga que ser ejecutado por 2. Él sigue trabajando ahí.

Cuando escuché todo esto que me contaba me pareció tan estúpido, y claro cuando llegamos al punto de la firma de la carta de renuncia me pareció un total y completo abuso. Me hizo pensar cuántas personas han tenido que sufrir eso, no solamente en esa empresa, qué otras trafasías se harán en las empresas.

Me hizo recordar todas las veces que yo también sacrifiqué mi tiempo y mi bienestar por demostrar mi capacidad y profesionalismo sin recibir ningún reconocimiento adicional, ni siquiera una palabra de gratitud, peor un reconocimiento económico.

Me hizo pensar en qué tenía en la cabeza la persona a la que se le ocurrió que esto era lo normal. A qué genio del management se le ocurrió este proceso estándar para tener entre la espada y la pared a sus empleados, matando su motivación y haciéndolos sentir arrinconados entre la opción de ser despedidos sin más o renunciar «voluntariamente» sin fecha. El empresario que tendrá esa carta con fecha en blanco para luego poder determinar cuándo esta persona ha renunciado, cuando más le convenga, sin cumplir con lo que dice la ley con respecto a los despidos. Un genio.

Cuánta gente está en esa situación de tener que dar todo por la empresa con la excusa de que se trata de una medida de su entrega y profesionalismo. Que no se van a pagar horas extras porque dice en el contrato como si el contrato podría estar por encima de la ley. Que no se pueden reportar gastos y que el empleado debe poner plata y persona para poder seguir en la organización. Porque es un profesional. Y si no se acoge a esta forma de trabajar es un tipo que no está hecho para tener el honor de trabajar en la organización, es malo, flojo, vago. Que la gente deba aguantar todo porque no le queda de otra, porque es peor estar sin trabajo.

Me remuerde que gerentes y empresarios como estos luego aparezcan en publicaciones y revistas especializadas, y sean ensalsados por sus méritos y su visión estratégica para llevar a la empresa adelante. A costa de qué y de cuántas personas están saliendo las empresas adelante. Estafando a qué personas, incumpliendo cuántas normas, perjudicando a quién. Si hay prácticas de este tipo en relación a la gente que trabaja ahí, qué otras cosas se podrán encontrar en las prácticas de estas empresas.

Qué defensa real puede llegar a tener una persona ante abusos como este, que si se denuncian formalmente al Ministerio de Trabajo tal vez sea más problema que simplemente buscar otro trabajo y dejar eso atrás. Una denuncia no va a cambiar nada en la base, pero si nadie se queja nada va a cambiar. El problema es que esto está tan enraizado que ya se da por hecho que todo empresario hace cosas como estas, es lo normal. Si eres un empresario que cumple con todo eres gil, estás perdiendo plata. Al final, si el modelo de negocio de esa empresa depende de explotar a la gente y defraudarla, ojalá y más bien esa empresa desaparezca, pero lo más seguro es que sigan.

Quisiera terminar esta publicación con algún mensaje, alguna reflexión más elaborada, incluso con algún punto positivo, pero cuando escucho estas cosas me da despecho.

No lo logré

A pesar de haberme comprometido a lograr un número de publicaciones este año, no fue suficiente para mantener el ritmo. No lo logré. No tuve la disciplina suficiente. Tuve, eso sí, muchos pretextos, y también algunas razones.

Pero al margen de eso creo que sí lo logré. Como dije al inicio de este blog, este proyecto era algo que tuve en la mente por muchos años. De hecho me pregunto qué hubiera sido de mí si hubiera seguido escribiendo en mis anteriores intentos de blog de forma regular, cuántas cosas pude haber contado, cuánto texto hubiera tenido publicado. Pero no fue así y no fue sino hasta hace un año aproximadamente que empecé de nuevo, pero en realidad fue que tuve ganas de nuevo. Tuve de nuevo esa gana de ponerme a escribir, y eso fue lo realmente valioso, aproveché la gana y empecé.

No pude avanzar del todo como lo había planeado. Tengo en la lista de borradores un montón de ideas, pero no todas las ideas son buenas, y más aún, no todas las ideas son fáciles de redactar. Tengo en la mira escribir sobre días bastante complicados en estos años y es duro recordarlos, es duro explicarlos, es duro ver que pude haberlos evitado, es duro aceptar esos errores, esas decisiones que provocaron que las cosas vayan mal.

Este año también luché con la sensación de que no merezco publicar esto, de pensar qué importa lo que me pasó y lo que no me pasó, lo que hice y lo que no. ¿Quién soy yo para publicar esto? Y haber seguido publicando aunque haya sido a tumbos y de la forma poco regular en que lo he hecho ya es para mí un motivo de alegría. No me siento totalmente satisfecho, pero tampoco me siento defraudado. Al final acepté que no quería que estas publicaciones, que busco que sean un desfogue y un ejercicio de relajación e introspección, se conviertan en un punto adicional de preocupación y estrés. Por eso llegué a publicar lo que sí logré escribir y lo que en su momento me pareció mejor. Luchar con la sensación de que lo que uno escribe es irrelevante también es difícil, para qué sigues escribiendo si no tienes a nadie que te lea. Pero, en realidad, es impresionante cómo se puede llegar a diferentes personas con las que difícilmente hubieras podido interactuar en la vida, a través de un espacio como este. Lo chévere del internet.

Lograr que una decena de personas lea cada una de estas publicaciones es realmente impresionante y es un honor que la gente dedique algo de su tiempo a leerlas. En el tiempo han habido varias personas, principalmente de mi círculo más cercano, que me han dado ánimo para continuar con estas publicaciones, me han dicho que les resultó útil y eso es, claro, algo muy halagador. En parte es lo chévere, ver que un escrito tan sencillo y tan simple pueda ayudar a alguien y pueda ser útil para alguien más que a mí.

Y voy tratar de mejorar, disciplinarme un poco más, ganar más ritmo. Hoy por hoy acabar un post como este me toma un tiempo más o menos importante. Esta publicación la escribo más o menos en una media hora, pero luego la reviso, cambio una que otra palabra, veo qué otras ideas puedo meter por un lado u otro y termina siendo un tiempo aproximado de una hora para publicar este artículo que se puede consumir en unos minutos. Darme cuenta de esto también ha cambiado mi perspectiva hacia las personas que producen contenidos en general. La cantidad de tiempo y esfuerzo requeridos para crear los contenidos y publicarlos, sea cual sea la vía (audio, video, escrito), es impresionante y mientras más complicado y más elaborado sea el producto final es aún mayor la dificultad de lograrlo, es un privilegio poder acceder a tanta información de tanta gente de forma tan sencilla.

Así que sí, este año fue diferente en parte también por esta iniciativa que pienso continuar. Muchas gracias a todos los que me leyeron. Contrario a lo que dice el título de este post, creo que sí lo logré.

Si me cobras, me enojo

He tenido varias veces problemas con otras empresas porque me he visto en la necesidad de pedirles que me paguen por algún producto o servicio, y no quieren, y encima que no quieren se enojan porque se les cobra. Un par de relaciones comerciales de años se fueron al caño porque llegado el momento tuvimos que exigir que nos paguen una plata que nos debían.

Yo también he estado muchas veces en la posición de no poder pagar a tiempo alguna cuenta, tanto personal como de negocio, y normalmente mi actitud ha sido «ya pues, yo te debo, sé que estoy quedando mal, pero hey aquí estoy, dame un tiempo más, no te preocupes que esa deuda está activa y yo te pagaré» o algo así. Igual el afectado se debe morir de las iras pero quiero creer que en algo ayuda dar la cara.

Tuve un caso en el que una empresa me debía un dinero por un proyecto conjunto que habíamos armado, y claro cuando yo pude confirmar que el cliente ya había pagado les escribí a decir «qué bacán, ya nos pagaron, avísame cuándo me pagas mi factura». Esa interacción se convirtió en un calvario, unilateralmente estos manes decidieron que debíamos esperar, asumo yo que algo hicieron con esa plata, cubrieron algún imprevisto o algo, pero en vez de decir «ve, por favor espérame un chance, esa plata como entró salió y no te vamos a poder pagar» se pusieron en una actitud estúpida y cada vez que preguntábamos la fecha en la que podríamos recibir el pago la actitud de ellos simplemente se iba poniendo peor. Dejaron de contestar correos y teléfonos, y se rompieron relaciones, según yo de la nada, no sé en realidad qué pasó. Y yo maldije el momento en que decidimos que ellos ponían la factura al cliente. Al final bueno luego de un par de meses pagaron, en una actitud hermética, sin pedir disculpas por la demora, sin dar explicaciones. Pero bueno, pagaron. Y fue hasta nunca.

En otro caso ya no éramos tan novatos, una empresa se rehusó a pagarnos una factura por un servicio entregado, así porque sí, porque no querían, porque no iban a pagar y que si por último nos daba la gana que les demandemos. Y nos dio la gana. Y les demandamos. Y claro el caso era tan claro que en el juzgado ya nos pusimos de acuerdo no más en cómo nos iban a pagar.

El punto es que no entiendo esa posición de no aceptar cosas innegables. Me debes esa plata y me la debes. Me imagino que es un poco jugar al braveo y en vez de adoptar una posición conciliadora se trata de imponer una actitud prepotente y del tipo «a mí no me vienes a cobrar vos, yo veré cuándo te pago, si quiero».

Al final la interacción entre empresas es igual una interacción humana y pueden pasar iguales o peores estupideces que cuando se trata solo de personas. Lo bueno de este tipo de situación es que uno ya aprende a lidiar mejor con estos problemas y también se gana en experiencia y claro ya se sigue sumando gente a la lista de en quién no confiar.

Cada trabajo tiene su enseñanza: Pasante en una corporación

Siempre que recuerdo mis trabajos previos, este fue siempre el favorito. En este trabajo aprendí muchas de las cosas que me servirían más adelante y a partir de las cuales empezaría mi negocio inclusive.

Este fue el trabajo que elegí cuando elegí entre dos trabajos. Me decidí por este empleo porque creía que iba a ser mejor como aprendizaje aunque me iban a pagar la mitad que en el otro trabajo, y fue en verdad una gran escuela. Viéndolo en retrospectiva no me arrepiento lo más mínimo en haber sacrificado esa plata.

Era una pasantía como cualquier otra. Básicamente me ponían a hacer las tareas repetitivas que los demás no querían hacer. Los primeros meses pasé descargando parches para sistemas operativos y quemándolos en CDs, redactando actas de reuniones, contestando el teléfono de soporte cuando nadie más estaba disponible para contestar. Formaba parte de un equipo de soporte que consistía en un gerente de proyectos, dos técnicos de soporte en sitio, uno Quito y otro en Guayaquil, y yo. Trabajaba en promedio 6 horas diarias, a veces más, a veces menos, dependiendo de mi horario de clases, me faltaban tres semestres para acabar la carrera en la universidad. Todo funcionaba bien. Me gustaba tanto el trabajo que me quedaba trabajando jornada completa siempre que no tenía clases o estaba de vacaciones de la universidad. Tenía ese sueldo que me servía para ya no depender tanto de mis papás, ya con 22 años y sin producir nada me sentía una carga antes de entrar en este trabajo. Entre este y mi trabajo de freelance habían pasado unos 8 meses al menos.

Como la carga laboral no era tan alta tuve chance de seguir varios cursos que estaban disponibles en la intranet de la empresa, pude seguir cursos de administración de servidores, de ITIL, de gestión de redes, había un montón de contenidos y yo tenía tiempo. Siempre que podía bajaba a donde el man de soporte en sitio y le ayudaba con los requerimientos que habían. Normalmente preparar máquinas, instalar software, escribir correos a gente de Brasil o de Argentina o de Colombia que eran el soporte avanzado. Ah, también poner cintas en una librería de respaldos (qué loco, recordar ese detalle, hoy yo soy ese soporte avanzado para mis clientes) en definitiva cumplir con muchas tareas técnicas de complejidad baja.

Pero como andaba de guambra hiperactivo por ahí metiendo mano en todo lo que podía eventualmente aprendí todas las actividades de soporte. Mi jefe me empezó a dar más tareas y en general ya me sentía más útil. Formé parte del equipo con el que formateamos todas las máquinas del cliente, un par de cientos de máquinas, aprendí un montón de servicio al cliente, a interactuar con gente técnica y no técnica. Reemplacé a los técnicos de soporte en sus vacaciones en Quito y en Guayaquil. Cacha un pasante con viáticos y cuenta de gastos en un hotel super bacán en Guayaquil. Chuta me sentía lo máximo.

Una frase que recuerdo de ese tiempo es que el técnico de Quito me dijo: «Eres el primer pasante que ha venido hasta ahora a trabajar y no de paseante». Estuve varios meses a ese ritmo y me dio mucho gusto cuando luego de ver mis historiales de acceso a cursos (han sabido hacer eso) los jefes de mi jefe me dijeron que era el candidato para un nuevo puesto en un proyecto que requería de ponerme a aprender herramientas de monitoreo y de respaldos y me mandaron de nuevo a Guayaquil a un curso y fue una gran experiencia. Estuve con un grupo de técnicos que habían estado varios años trabajando en un proyecto en un banco, con un instructor brasileño que aparte de la herramienta de monitoreo de redes nos fue enseñando un montón de cosas sobre administración de sistemas operativos, en ese curso aprendí comandos super prácticos que hasta ahora sigo usando todos los días. Y claro me decían «¿y tú eres pasante? ¿qué haces aquí?» y estaba super embalado aprendiendo y entonces les dieron la baja a las personas que habían auspiciado que vaya a ese curso y todo se empezó a complicar.

Había pasado un año, me quedé sin las personas que me apoyaban en el proyecto de monitoreo y volví a mis actividades normales, o sea lo mismo que hacía al inicio. Encima más como ya era un año de pasante ya no podía seguir siendo pasante y entonces me informaron que ya iba a escalar el primer peldaño corporativo, iba a pasar de ser pasante a ser un empleado tercerizado. Sí, esa era la realidad en ese entonces, el premio era entrar a formar parte de una de las empresas que tercerizaban a los empleados de la corporación.

En el año que estuve de pasante aprendí muchas cosas, unas por mi cuenta otras por medio de un montón de gente con la que pude interactuar. Aprendí que tenía predisposición para aprender, se me daba bien estar divagando en busca de cosas para aprender, pero claro no tenía una ruta específica y cuando la tuve se quedó como varada en la nada y fue una decepción. Pero descubrí eso, había un campo por explorar, habían cosas que podía aprender y que podían resultar valiosas, más allá de lo que me enseñaban en la universidad, algo del mundo real.

En el próximo «Cada trabajo tiene su enseñanza» que escriba me voy a dar el gusto de volver a hablar sobre anécdotas de esta época de pasante, porque en verdad lo disfruté, y luego retomaré el hilo cronológico y hablaré de la siguiente experiencia que fue tan buena como mala, empleado tercerizado en la corporación.

Razones por las que emprendí: Creía que podía crear algo

Es extraño. Ponerme a pensar en este momento que cuando decidí salir del trabajo en el que estaba realmente no sabía qué iba a hacer. Que cuando decidimos fundar una empresa no sabíamos qué iba a hacer exactamente esa empresa. Y que aún así salimos a hacerlo.

Es extraño recordarlo, ahora esa idea me suena demasiado arriesgada. Me suena hasta inocente, un poco tonto. En ese momento creía que podía lograr algo, había escuchado que habían personas a mi alrededor que habían creado sus negocios y sus empresas. Si ellos pudieron por qué yo no. De hecho el último trabajo que tuve fue una empresa recién fundada en la que entré a trabajar y claro, si esa empresa se pudo crear por qué yo no podía crear una empresa propia. Y en ese entonces, tipo 2008 – 2009, estaban todas las historias tipo Facebook, de un fundador que se hace millonario y no se había ni graduado de la universidad y los smartphones y las apps, todo era novedoso, todo se veía tan sencillo.

Y entonces pensé. Creo que puedo crear algo. Siempre he sido curioso y novelero, y leía mil cosas de tecnologías nuevas, de productos nuevos, y yo estaba tan harto de trabajar haciendo lo que había aprendido en mis trabajos previos y pensaba que podía crear algo. Pero no tenía idea de nada, ni de cómo llevar una empresa, ni cómo fundarla, ni cómo administrarla, ni tampoco tenía claro cómo crear algún producto, pero tenía ganas de hacer algo, y pensé incluso en arrancar un negocio de comida, un negocio ganadero, un negocio de distribución de productos, pero no tenía dinero, y pensé que lo más lógico era arrancar un negocio relacionado con la tecnología tomando en cuenta que estudié Sistemas e Informática en la universidad.

Me acuerdo inclusive que en esas épocas pude leer tantas experiencias de tantas personas por medio de Twitter, mis primeros meses en Twitter que pasaba leyendo y compartiendo información sin parar, y todo el mundo hablaba de emprender y de tecnologías y yo estaba molesto por el trabajo que tenía y leer tantas cosas y conocer tantos casos de gente que tenía sus propios negocios reforzaba mi creencia de que podía crear algo. A posterior pude ir comprobando que muchas de las personas que hablaban de negocios y crear empresas realmente nunca lo habían hecho pero bueno, tanto leerlos me sirvió.

Hasta cierto punto me sugestioné en pensar que esa era mi única opción, por eso cuando ese pana que me llamó me dijo: «Oye creemos una empresa», dije: «Es el momento», y la idea de este man era que vendamos servicios de herramientas open source y dije «bueno puede ser, es cuestión de aprender como cualquier otra cosa que he aprendido». Pero eso no resultó. No teníamos experiencia, no teníamos idea del mercado, no entendíamos cómo movernos, el pana que supuestamente tenía los contactos y sabía vender decidió irse al mes. Quedamos en vilo sin saber qué hacer exactamente.

En otras entradas trataré de explicar mejor esta parte de la historia, cómo fue que fuimos mutando y cambiando el objetivo de la empresa, cómo poco a poco se fueron cimentando las ofertas de servicio, cómo al final terminé haciendo lo mismo que hacía en mis trabajos anteriores. Aceptar que en realidad me gustaba lo que hacía pero no me gustaba cómo las empresas en las que estaba antes hacían las cosas.

Pero tal vez las cosas debían darse así, al final si no hubiera llegado a lanzarme en ese momento tal vez no lo hubiera hecho nunca. Y sigo creyendo que puedo crear algo, pero ahora tengo un equipo mejor, tengo más conocimiento, tenemos más contactos y se siente mucho más real cuando ante cualquier idea que aparece digo: «bueno, puede ser, es cuestión de aprender como cualquier otra cosa que he aprendido».

Cada trabajo tiene su enseñanza: El día que tuve dos trabajos

Luego de andar de programador freelance me di un tiempo para dedicarme solo a estudiar, peeeero, ya tuve un tiempo ingresos propios y volver a no tenerlos fue muy incómodo. De todas maneras no me estresé, tampoco es que haya entrado en un frenesí de búsqueda de empleo ni tampoco fui a entrevistas como loco. En realidad tuve 2 entrevistas en esa temporada.

Ambas entrevistas de trabajo se dieron gracias a amigos de la universidad. Eso me dejó ver qué tan importante es tener conocidos y llevar buenas relaciones con la gente, al menos dentro de lo posible, uno tampoco puede ser amigo de todo el mundo. Pero fue grato ver que mis amigos y compañeros me tenían en la mira como tipo confiable, como el que puede ser recomendado para algún trabajo.

La primera entrevista fue en una corporación multinacional, para el importantísimo puesto de pasante. La verdad se me hizo un poco excesivo el proceso, no cachaba en ese momento la cantidad de procesos y procedimientos que una organización puede llevar a cabo para realizar hasta la más sencilla de las tareas. El día de la entrevista estaba nervioso, con esos nervios de quien duda de qué puede ofrecer, en realidad era la tercera entrevista de trabajo que tenía pero por mucho era la más formal y elaborada. Primero tuve una entrevista con la persona encargada de recursos humanos, preguntas genéricas, lo típico, dónde estudias, cuáles son tus intereses, dónde te ves en los próximos 5 años, qué esperas de la vida. Las típicas preguntas que la mayoría de personas de 22 años no puede responder, o que responde con algún argumento que piensa elaborado y profundo, o que responde creyendo con sinceridad que esa es la verdad cuando en realidad no puede estar más alejado de lo que va a suceder. En fin, luego de esa entrevista genérica me reuní con el que en caso de resultar seleccionado iba a ser mi jefe. Pensé que me iban a tomar alguna prueba de conocimientos o algo, pero me equivoqué. La otra igual fue una conversación que desde el inicio se puso muy tranquila porque el entrevistador se enteró que estuvimos en el mismo colegio, claro que con unos 20 años de diferencia por lo bajo. La conversación se dio y en general pensé que me fue muy bien. La única parte donde dudé fue cuando me preguntaron si entendía qué iba a hacer como parte del trabajo para el que estaba aplicando, pasante, respondí que al final iba a hacer cualquier actividad que me asignaran. Salí pensando que me fue muy bien y que había una alta posibilidad de que me elijan.

Pasaron como 6 meses. Por medio de otro amigo asistí a otra entrevista. Una empresa dedicada a desarrollo y a seguridad de la información. Para ese momento ya no estaba tan tranquilo y ya estaba buscando más bien con ansias un empleo. Quería trabajar literalmente en lo que sea, no tenía tampoco tanta información sobre qué iba a hacer, sabía que necesitaban alguien con aptitudes para programar y facilidad para aprender, creía que tenía esas dos cualidades. Fui a la entrevista pensando que iba a ser como la anterior, una conversación relajada. Me encontré con mucha gente conocida ahí, al final eramos un grupo como de 8 personas a la espera de la entrevista. Nos hicieron pasar a una conversación breve, muy específica, preguntas casi iguales del tipo qué piensas hacer de tu vida persona que no sabe nada de la vida, y luego para mi sorpresa una prueba de conocimientos. Me fue bien. A la semana siguiente me llamaron de nuevo. Me dijeron que necesitaban conversar conmigo porque los resultados fueron los mejores y por tanto había sido seleccionado. Llegué a la entrevista, básicamente me dijeron bienvenido, me explicaron que iba a ser parte de un proyecto y que debía aprender a utilizar unas herramientas de seguridad, me iban a dar documentación y algo de guía y debía estar en las oficinas del cliente. Iba a ir como especialista de algo que desconocía por completo. Tenía el trabajo, al final llegó el gerente y me dio la bienvenida con un apretón de manos.

Salí de la oficina y bajé tres pisos por las gradas. Me acuerdo que bajaba feliz y saltaba varias gradas en cada paso, bajé pensando en cómo debía madrugar desde el siguiente lunes que iba a ser mi siguiente día para poder cruzar la ciudad y llegar a mi nuevo trabajo, salí a la calle y pensé en llamar a mis papás a contarles la noticia. En la pantalla de mi Nokia había 2 notificaciones, una de una llamada perdida y la otra de un mensaje de voz. Crucé la calle hasta un parterre que había, y mientras caminaba escuchaba el mensaje. Era la persona de recursos humanos de la corporación, me pedían que me presente el lunes a trabajar, había sido seleccionado.

Me acuerdo haberme quedado en medio de esa avenida viendo al cielo, me dio tanta risa pensar que en ese momento tenía dos trabajos. La llamada a mis papás fue mucho más anecdótica. En el viaje a mi casa fui pensando en qué me convenía más. Por un lado ya había dado mi palabra, había estrechado la mano de la persona que me dio la bienvenida en esa empresa, pero el otro trabajo pintaba mejor. Claro llegué a mi casa y conversando con mis papás me ayudaron a decidir. Ellos creían que el trabajo en la corporación tenía más proyección, en el fondo yo también lo pensaba.

Al siguiente día llamé a la persona de recursos humanos de la corporación y le dije que el lunes me presentaba. La parte difícil fue llamar a la otra empresa para decirles que no mismo, que se presentó otra oportunidad que no podía dejar pasar, para ese momento no me podía imaginar que en el futuro yo iba a escuchar tantas veces la misma frase para decir «ahí quedas, no voy a trabajar contigo».

En retrospectiva es divertido recordar esto, pero sí me impresiona el impacto que tienen las decisiones que uno toma a tan corta edad, cómo esas decisiones basadas en la inexperiencia van dirigiendo el curso de la vida y tienen un impacto tan alto a futuro. Esta decisión marcó lo que ha sido mi carrera profesional en estos últimos 14 años, puedo decir que con los resultados que he tenido ha sido una buena decisión, no me arrepiento, claro que han pasado mil cosas asociadas, pero ahí mismo está lo divertido. Al haber dejado el puesto libre en la otra empresa una amiga de antaño me llamó a agradecer porque la llamaron para llenar esa vacante. Todo resultó bien.