Es extraño. Ponerme a pensar en este momento que cuando decidí salir del trabajo en el que estaba realmente no sabía qué iba a hacer. Que cuando decidimos fundar una empresa no sabíamos qué iba a hacer exactamente esa empresa. Y que aún así salimos a hacerlo.
Es extraño recordarlo, ahora esa idea me suena demasiado arriesgada. Me suena hasta inocente, un poco tonto. En ese momento creía que podía lograr algo, había escuchado que habían personas a mi alrededor que habían creado sus negocios y sus empresas. Si ellos pudieron por qué yo no. De hecho el último trabajo que tuve fue una empresa recién fundada en la que entré a trabajar y claro, si esa empresa se pudo crear por qué yo no podía crear una empresa propia. Y en ese entonces, tipo 2008 – 2009, estaban todas las historias tipo Facebook, de un fundador que se hace millonario y no se había ni graduado de la universidad y los smartphones y las apps, todo era novedoso, todo se veía tan sencillo.
Y entonces pensé. Creo que puedo crear algo. Siempre he sido curioso y novelero, y leía mil cosas de tecnologías nuevas, de productos nuevos, y yo estaba tan harto de trabajar haciendo lo que había aprendido en mis trabajos previos y pensaba que podía crear algo. Pero no tenía idea de nada, ni de cómo llevar una empresa, ni cómo fundarla, ni cómo administrarla, ni tampoco tenía claro cómo crear algún producto, pero tenía ganas de hacer algo, y pensé incluso en arrancar un negocio de comida, un negocio ganadero, un negocio de distribución de productos, pero no tenía dinero, y pensé que lo más lógico era arrancar un negocio relacionado con la tecnología tomando en cuenta que estudié Sistemas e Informática en la universidad.
Me acuerdo inclusive que en esas épocas pude leer tantas experiencias de tantas personas por medio de Twitter, mis primeros meses en Twitter que pasaba leyendo y compartiendo información sin parar, y todo el mundo hablaba de emprender y de tecnologías y yo estaba molesto por el trabajo que tenía y leer tantas cosas y conocer tantos casos de gente que tenía sus propios negocios reforzaba mi creencia de que podía crear algo. A posterior pude ir comprobando que muchas de las personas que hablaban de negocios y crear empresas realmente nunca lo habían hecho pero bueno, tanto leerlos me sirvió.
Hasta cierto punto me sugestioné en pensar que esa era mi única opción, por eso cuando ese pana que me llamó me dijo: «Oye creemos una empresa», dije: «Es el momento», y la idea de este man era que vendamos servicios de herramientas open source y dije «bueno puede ser, es cuestión de aprender como cualquier otra cosa que he aprendido». Pero eso no resultó. No teníamos experiencia, no teníamos idea del mercado, no entendíamos cómo movernos, el pana que supuestamente tenía los contactos y sabía vender decidió irse al mes. Quedamos en vilo sin saber qué hacer exactamente.
En otras entradas trataré de explicar mejor esta parte de la historia, cómo fue que fuimos mutando y cambiando el objetivo de la empresa, cómo poco a poco se fueron cimentando las ofertas de servicio, cómo al final terminé haciendo lo mismo que hacía en mis trabajos anteriores. Aceptar que en realidad me gustaba lo que hacía pero no me gustaba cómo las empresas en las que estaba antes hacían las cosas.
Pero tal vez las cosas debían darse así, al final si no hubiera llegado a lanzarme en ese momento tal vez no lo hubiera hecho nunca. Y sigo creyendo que puedo crear algo, pero ahora tengo un equipo mejor, tengo más conocimiento, tenemos más contactos y se siente mucho más real cuando ante cualquier idea que aparece digo: «bueno, puede ser, es cuestión de aprender como cualquier otra cosa que he aprendido».