Razones por las que emprendí: Creía que podía crear algo

Es extraño. Ponerme a pensar en este momento que cuando decidí salir del trabajo en el que estaba realmente no sabía qué iba a hacer. Que cuando decidimos fundar una empresa no sabíamos qué iba a hacer exactamente esa empresa. Y que aún así salimos a hacerlo.

Es extraño recordarlo, ahora esa idea me suena demasiado arriesgada. Me suena hasta inocente, un poco tonto. En ese momento creía que podía lograr algo, había escuchado que habían personas a mi alrededor que habían creado sus negocios y sus empresas. Si ellos pudieron por qué yo no. De hecho el último trabajo que tuve fue una empresa recién fundada en la que entré a trabajar y claro, si esa empresa se pudo crear por qué yo no podía crear una empresa propia. Y en ese entonces, tipo 2008 – 2009, estaban todas las historias tipo Facebook, de un fundador que se hace millonario y no se había ni graduado de la universidad y los smartphones y las apps, todo era novedoso, todo se veía tan sencillo.

Y entonces pensé. Creo que puedo crear algo. Siempre he sido curioso y novelero, y leía mil cosas de tecnologías nuevas, de productos nuevos, y yo estaba tan harto de trabajar haciendo lo que había aprendido en mis trabajos previos y pensaba que podía crear algo. Pero no tenía idea de nada, ni de cómo llevar una empresa, ni cómo fundarla, ni cómo administrarla, ni tampoco tenía claro cómo crear algún producto, pero tenía ganas de hacer algo, y pensé incluso en arrancar un negocio de comida, un negocio ganadero, un negocio de distribución de productos, pero no tenía dinero, y pensé que lo más lógico era arrancar un negocio relacionado con la tecnología tomando en cuenta que estudié Sistemas e Informática en la universidad.

Me acuerdo inclusive que en esas épocas pude leer tantas experiencias de tantas personas por medio de Twitter, mis primeros meses en Twitter que pasaba leyendo y compartiendo información sin parar, y todo el mundo hablaba de emprender y de tecnologías y yo estaba molesto por el trabajo que tenía y leer tantas cosas y conocer tantos casos de gente que tenía sus propios negocios reforzaba mi creencia de que podía crear algo. A posterior pude ir comprobando que muchas de las personas que hablaban de negocios y crear empresas realmente nunca lo habían hecho pero bueno, tanto leerlos me sirvió.

Hasta cierto punto me sugestioné en pensar que esa era mi única opción, por eso cuando ese pana que me llamó me dijo: «Oye creemos una empresa», dije: «Es el momento», y la idea de este man era que vendamos servicios de herramientas open source y dije «bueno puede ser, es cuestión de aprender como cualquier otra cosa que he aprendido». Pero eso no resultó. No teníamos experiencia, no teníamos idea del mercado, no entendíamos cómo movernos, el pana que supuestamente tenía los contactos y sabía vender decidió irse al mes. Quedamos en vilo sin saber qué hacer exactamente.

En otras entradas trataré de explicar mejor esta parte de la historia, cómo fue que fuimos mutando y cambiando el objetivo de la empresa, cómo poco a poco se fueron cimentando las ofertas de servicio, cómo al final terminé haciendo lo mismo que hacía en mis trabajos anteriores. Aceptar que en realidad me gustaba lo que hacía pero no me gustaba cómo las empresas en las que estaba antes hacían las cosas.

Pero tal vez las cosas debían darse así, al final si no hubiera llegado a lanzarme en ese momento tal vez no lo hubiera hecho nunca. Y sigo creyendo que puedo crear algo, pero ahora tengo un equipo mejor, tengo más conocimiento, tenemos más contactos y se siente mucho más real cuando ante cualquier idea que aparece digo: «bueno, puede ser, es cuestión de aprender como cualquier otra cosa que he aprendido».

Eres una empresita cualquiera

En muchas ocasiones me he enfrentado a la situación donde empresas de trayectoria tratan de minimizar a mi empresa y minizarme. Realmente es parte de lo divertido que he encontrado de estar metido en el mundillo empresarial tecnológico del Ecuador. Algo muy parecido a un patio de recreo de un colegio. Es una especie de bullying el que existe en el ámbito empresarial. Digo divertido porque en verdad llega a ser chistoso cuando un representante de una empresa de N años de existencia llega a donde un cliente a echarte tierra como último recurso para sacarte de la jugada. Me ha pasado hasta con corporaciones internacionales que llegan a minimizar el trabajo de las empresas locales y terminan contratando(nos) para hacer el trabajo que supuestamente solo ellos podían hacer porque son los únicos con el «expertise» para hacerlo. Me ha pasado hasta con mis aliados que cuando les agarra el cuarto de hora empiezan a decir cosas varias en mi contra, con esos aliados para qué enemigos.

Han habido tantos comentarios en contra de mí, de mis empresas, de la gente que trabaja o ha trabajado conmigo que quería aprovechar el pretexto para hacer una publicación recopilando algunas tonterías que he escuchado.

Eres una empresa enana: esta es una de las que más me acuerdo principalmente porque me llegó directo de la fuente, la persona que lo dijo me lo dijo en la cara (digamos que por eso gana puntos) pero claro en ese momento yo solo le dije: sí. Porque era la verdad y sigue siendo, pero qué problema hay en ser una empresa pequeña. Lo triste de esto es que la persona que me lo dijo estaba supuestamente asesorándome para «tener un crecimiento exponencial apalancado en toda su experiencia y red de contactos». En verdad este caso es uno de los que van a recibir su propia entrada porque fue uno de mis errores más bobos, dejar que mi atención se disipe y dejarme llenar la cabeza. Pero volviendo al tema de este post, comentarios sobre el tamaño de mi empresa, la verdad no tengo un problema con eso, si vamos a crecer será de forma integral, equilibrada, cimentada, tranquila y justificada, no porque el libro de qué dizque se debe hacer con una empresa diga que ya debo crecer.

Son una empresa familiar: este comentario me llegó indirectamente por medio de un cliente al que le dijeron eso para que me saquen de una licitación. Es increíble el nivel de chisme que se puede tener, va un man de una empresa a decirle al director de sistemas «esa es una empresita familiar», el director lo comenta con su equipo, un miembro del equipo lo comenta conmigo, y el chisme llegó hasta ahí, porque yo le dije: sí, somos una empresa familiar. Al final no logramos ganar ese proceso, creo que sí pesaron esos comentarios en la decisión. Lo anecdótico también aquí es que la empresa de la que llegaron esos comentarios si bien ya tiene como 20 y pico de años en el mercado también empezó como una empresa familiar. No tengo problema en ser una empresa familiar, en verdad me gusta la idea de que este proyecto lo puedo compartir con mi esposa y mi familia y que puedo tratar a la gente que trabaja conmigo con confianza como una familia extendida. Claro es un chance idealista verlo así pero en definitiva para mí más bien es motivo de orgullo la naturaleza familiar de mi empresa. Y claro, luchamos contra todos los retos que este tipo de empresa debe afrontar.

Ten cuidado con esas empresas pequeñas: este es el caso de la corporación que comenté al inicio, aunque otras empresas pequeñas que compiten con nosotros nos han tratado también de pequeños (y como ya dije antes es la simple realidad). Digamos que este es un caso que sí puede ser real. Una empresa pequeña que no tiene la suficiente estructura para afrontar un proyecto puede ser causal de fracaso, pero que el representante de una corporación vaya a decirle a un cliente que tenga cuidado con esas empresitas siendo que esas empresitas cuentan con las acreditaciones de conocimiento necesarias (entregadas por la misma corporación, algún día debo hablar acá de certificaciones) y peor aún, que luego esa misma empresa termine subcontratando a las empresas de las que estuvo hablando pestes. Bueeee.

Yo les enseñé todo lo que saben: cuando me enteré que varias personas con las que había interactuado en proyectos andaban por ahí diciendo que me habían enseñado todo lo que sé, me cagué de risa. Yo tengo en mi historial a una serie de personas que me enseñaron y me ayudaron a ejecutar el tipo de proyectos en los que trabajo hasta hoy, lo reconozco y soy muy agradecido de haber encontrado personas que querían apoyarme, nadie se hace solo. Muchos de los que llegaron a decir esto sin fundamento, ya no están en el mercado. En buena hora que no me enseñaron a renunciar.

En lo personal me parece de lo peor estar comentando cosas negativas sobre otras empresas con los clientes. Este desagrado lo he incorporado como una política estricta en las empresas que manejo. Nunca hablar en forma negativa o peyorativa sobre otras empresas. Es un desperdicio de tiempo y una práctica por demás baja.

Al final lo que importa es lo que digan tus clientes, he tenido la suerte de que las relaciones con mis clientes sean cordiales y respetuosas, un alto porcentaje de mis clientes nuevos han venido gracias a una recomendación por parte de clientes satisfechos. Que tus competidores hablen basura sobre ti es pan de cada día, algo triste que dice más sobre ellos que sobre ti.

Como me imagino que voy a seguir escuchando más tonterías, voy a tratar de llevar un mejor registro para crear más entradas como esta.

Emprender sin Glamour

Hace unos años escribí una entrada en otro blog al que no le di seguimiento. Se titulaba exactamente como esta. Hoy me acordé de esa publicación porque vi unos contenidos super rimbonbantes sobre consejos para emprender, los típicos «10 cosas que debes hacer si quieres emprender», «pro tips para crear tu propio negocio», «life hacks para ser tu propio jefe» y en general todos los días veo un río de información donde se mira a gente en actitud de diva hablando sobre empresas, emprendimiento, innovación y muchos otros términos que de tanto escucharlos ya se sienten gastados.

Originalmente y por comodidad iba a usar la vieja confiable de reciclar la misma entrada que escribí en el 2014 y publicarla en este blog que sí tiene a más gente que lo lee. Pero primero el video que está asociado habla sobre un evento deportivo de ese momento que como que ya no tiene tanto que ver ahorita, la entrada tampoco era una genialidad, y me dio un chance de cargo de conciencia agarrar y volver a publicar una entrada de hace tiempo solo por tratar de cumplir con mi día de publicación. Entonces más bien agarré la misma idea y voy a volver a hablar de lo mismo, aunque han pasado como 5 años sigo pensando igual.

En todo este tiempo me he topado con un montón de gente que tiene sus empresas y negocios y he podido encontrar a mucha mucha gente que tiene una actitud super relajada y mantiene negocios sólidos y exitosos y no buscan notoriedad. Por otro lado he encontrado gente que busca atención desesperadamente, irónicamente sus negocios y empresas no hablan tan bien por ellos. Es uno de los patrones que he encontrado, la gente que no habla a diestra y siniestra de su empresa y no están hecho Flipper buscando atención, curiosamente reciben la atención que merecen, sus negocios y sus resultados hablan por ellos.

Otro caso típico es el de aquella persona que logró el éxito y empieza a cambiar su postura, tal vez no logran manejar la fama de forma adecuada, empiezan a hablar diferente, a hacer las cosas diferente y a perder incluso la esencia que en un inicio los llevó al éxito. Empiezan a aparecer en reportajes, entrevistas, foros y charlas y cambian el discurso. De repente son la mata de las frases trilladas y dan mensajes del tipo «sigue tus sueños y lograrás lo que te propongas» y «el éxito es solo cuestión de actitud» (que, bueno, no están del todo mal), pero también les he visto llegar a decir cosas peores como «la pobreza es mental» y claro ahí sí la cosa ya se empieza a salir de proporción, se empiezan a subir en pedestales innecesariamente y para mi gusto blandengues. Creo que hay demasiada gente llenándose la boca con consejos y formas de cómo se puede o se debe emprender y ya la verdad estoy un poco harto de esto.

Por eso mi objetivo con este blog y con las vivencias y opiniones que estoy compartiendo aquí no es tratar de ponerme de ejemplo (y en tal caso sería de mal ejemplo), ni ponerme en una posición especial, ni tratar de ganar notoriedad. Lo veo más bien como un ejercicio de aprendizaje, de poder procesar e interiorizar lo que me ha pasado para poder sacar provecho de mis experiencias y en el camino tal vez ayudar a alguien (cosa que no me disgustaría). Por eso no quiero pagar por publicidad para este espacio, pero sí publico las actualizaciones en mis redes sociales para que cuando alguien vea algún contenido interesante lo comparto y eventualmente podamos crear conversaciones. Creo que es posible publicar contenidos como estos sin caer en lo vano.

Sigo apegándome totalmente a lo que publiqué anteriormente y de hecho copio y pego la parte que más gusta de la publicación del 2014:

En resumen me gusta mucho la frase “Emprender sin glamour”. Lejos de los eventos fastuosos, del marketing y apariciones en los medios, pensar en ese estilo de vida de empresa hecha a base de sacrificio, de ideas, de relacionamiento de persona a persona, de creación de relaciones de confianza, de colaboración con empresas que tienen objetivos similares. Trabajo arduo y recompensas ganadas a pulso. Empresas con ingenio, con equipos no tan numerosos pero excelentes.

Vuelvo a publicar sobre esto porque me parece importante que las empresas y los empresarios no tengamos poses huevonas, que los espacios que hablen sobre empresas y emprendimiento se alejen de los discursos edulcorados y aterricen las ideas. En general, que por más actividad y más éxito que tengamos no dejemos de tener los pies sobre la tierra. Ese es un mensaje que me digo especialmente a mí, y que trato de recordarme siempre para nunca llegar a ser esa clase de empresario que hoy odio.

Hay una fina línea que separa al empresario auténtico del empresario diva, y voy a hacer todo el esfuerzo que requiera para siempre mantenerme del lado de la autenticidad.

Razones por las que emprendí: Trabajos turros

Sacando algo bueno de lo malo, tener muchos trabajos turros me impulsó a buscar algo diferente. En este artículo explico una de las razones por las que emprendí, según les conté hace varios meses, que fue haber tenido lo que llamo trabajos turros. No me quiero enfocar en el sueldo, a la larga si te pones a pensar en materia económica ningún sueldo justifica el dedicar tantas horas de la vida a trabajar en una organización, al menos no los sueldos de entrada de mis primeros trabajos. No va tanto por ahí el asunto, hasta cierto punto el hecho de haber dedicado estos años a mi negocio no ha sido la operación financiera más eficiente, hay gente como de mi edad o experiencia ganando hasta 2, 3 o 4 veces más fácil. Si bien el dinero es importante no va por ahí esta publicación. Aunque ahora que lo pienso tampoco fueron unas condiciones económicas envidiables las que tuve que dejar de lado, más bien fue un punto que facilitaba la situación el no tener que despedirme de un sueldo sustancioso al momento de empezar a trabajar por mi cuenta.

Aclarado eso (lo de la plata), el principal problema que tuve con mis trabajos previos fue la falta de seriedad de las organizaciones para las que trabajé, la falta de cumplimiento de los acuerdos a los que llegamos, o que ya llegado el momento simplemente ignoraban lo acordado y fingiendo demencia se daban por satisfechos con decir más adelante analizaremos tu situación. Es impresionante lo desconsolador que es eso. Traté de hacer un trabajo que considero aceptable en cada uno de mis empleos, nunca tuve algún reclamo o queja por el trabajo realizado, más bien al contrario, y el hecho de que no se iban cumpliendo los ofrecimientos de crecimiento me desilusionaba.

Pero más que las faltas en cumplimiento de ofrecimientos y perspectivas de crecimiento el problema que me complicó siempre fue que me asignaban más trabajo y nuevas responsabilidades sin beneficios adicionales y lo peor peor y eso sí fue en 2 ocasiones lo más matador fue que en vez de ascenderme me descendían. Después de meses de esfuerzo y cumplir lo que me pedían me subían de puesto y luego por haber demostrado ser siempre el más acolitador me devolvían a las tareas previas. El premio era hacer cosas más interesantes y estar en una posición mejor y luego me regresaban a las tareas anteriores con peores horarios. Nunca tuve mucha paciencia para aguantar este tipo de situaciones y optaba por buscar algo más.

Luego al encontrar otras opciones venían de nuevo situaciones extrañas que complicaban mi desenvolvimiento. Al final vi que nunca me iba a conformar, o sería que tenía tanta mala suerte para justo pegarles a los trabajos turros. Con esas situaciones ya se me iba metiendo el bichito de arrancar algo independientemente. ¿Será que lo logro? ¿Será que hago algo mejor que lo que lograron hacer mis empleadores?.

A sabiendas de esto, siempre ha sido uno de mis objetivos poder crear puestos de trabajo en los que la gente se sienta cómoda y tratar de ser lo más claro posible en cuanto a sus perspectivas de crecimiento y lo que les puedo ofrecer y no. Esto ha provocado igual que gente se desilusione, porque claro si alguien me pide un aumento y yo no se lo puedo otorgar (aunque lo merezca) no puedo hacerlo, pero creo que hasta ahora ha resultado bien, la claridad y la sinceridad. Mucha gente que se ha ido me han dicho que fue chévere trabajar juntos pero que tienen que moverse, que les van a pagar más, que van a tener beneficios adicionales, y está bien.

Espero poder seguir estabilizando mi operación y también avanzando y creciendo como organización, y cuando llegue ese momento espero poder estar a la altura y no crear situaciones como estas que me tocó vivir a mí, que las personas que trabajen conmigo tengan una buena experiencia de vida y no lleguen a decir que fuimos un trabajo turro más. Es chistoso porque siempre que escribo estas cosas en retrospectiva me dan risa, pero ese rato me daba contra el suelo, espero sinceramente que ninguna persona de las que ha trabajado conmigo se haya sentido así.

Al final gracias a esa falta de oportunidades buenas o por esa simple «mala suerte» (o tal vez yo llamaba a esas oportunidades malucas) fue que me lancé. No tenía nada que perder y ya revisándolo ahora, sí tenía mucho que ganar.

Cada trabajo tiene su enseñanza: El día que tuve dos trabajos

Luego de andar de programador freelance me di un tiempo para dedicarme solo a estudiar, peeeero, ya tuve un tiempo ingresos propios y volver a no tenerlos fue muy incómodo. De todas maneras no me estresé, tampoco es que haya entrado en un frenesí de búsqueda de empleo ni tampoco fui a entrevistas como loco. En realidad tuve 2 entrevistas en esa temporada.

Ambas entrevistas de trabajo se dieron gracias a amigos de la universidad. Eso me dejó ver qué tan importante es tener conocidos y llevar buenas relaciones con la gente, al menos dentro de lo posible, uno tampoco puede ser amigo de todo el mundo. Pero fue grato ver que mis amigos y compañeros me tenían en la mira como tipo confiable, como el que puede ser recomendado para algún trabajo.

La primera entrevista fue en una corporación multinacional, para el importantísimo puesto de pasante. La verdad se me hizo un poco excesivo el proceso, no cachaba en ese momento la cantidad de procesos y procedimientos que una organización puede llevar a cabo para realizar hasta la más sencilla de las tareas. El día de la entrevista estaba nervioso, con esos nervios de quien duda de qué puede ofrecer, en realidad era la tercera entrevista de trabajo que tenía pero por mucho era la más formal y elaborada. Primero tuve una entrevista con la persona encargada de recursos humanos, preguntas genéricas, lo típico, dónde estudias, cuáles son tus intereses, dónde te ves en los próximos 5 años, qué esperas de la vida. Las típicas preguntas que la mayoría de personas de 22 años no puede responder, o que responde con algún argumento que piensa elaborado y profundo, o que responde creyendo con sinceridad que esa es la verdad cuando en realidad no puede estar más alejado de lo que va a suceder. En fin, luego de esa entrevista genérica me reuní con el que en caso de resultar seleccionado iba a ser mi jefe. Pensé que me iban a tomar alguna prueba de conocimientos o algo, pero me equivoqué. La otra igual fue una conversación que desde el inicio se puso muy tranquila porque el entrevistador se enteró que estuvimos en el mismo colegio, claro que con unos 20 años de diferencia por lo bajo. La conversación se dio y en general pensé que me fue muy bien. La única parte donde dudé fue cuando me preguntaron si entendía qué iba a hacer como parte del trabajo para el que estaba aplicando, pasante, respondí que al final iba a hacer cualquier actividad que me asignaran. Salí pensando que me fue muy bien y que había una alta posibilidad de que me elijan.

Pasaron como 6 meses. Por medio de otro amigo asistí a otra entrevista. Una empresa dedicada a desarrollo y a seguridad de la información. Para ese momento ya no estaba tan tranquilo y ya estaba buscando más bien con ansias un empleo. Quería trabajar literalmente en lo que sea, no tenía tampoco tanta información sobre qué iba a hacer, sabía que necesitaban alguien con aptitudes para programar y facilidad para aprender, creía que tenía esas dos cualidades. Fui a la entrevista pensando que iba a ser como la anterior, una conversación relajada. Me encontré con mucha gente conocida ahí, al final eramos un grupo como de 8 personas a la espera de la entrevista. Nos hicieron pasar a una conversación breve, muy específica, preguntas casi iguales del tipo qué piensas hacer de tu vida persona que no sabe nada de la vida, y luego para mi sorpresa una prueba de conocimientos. Me fue bien. A la semana siguiente me llamaron de nuevo. Me dijeron que necesitaban conversar conmigo porque los resultados fueron los mejores y por tanto había sido seleccionado. Llegué a la entrevista, básicamente me dijeron bienvenido, me explicaron que iba a ser parte de un proyecto y que debía aprender a utilizar unas herramientas de seguridad, me iban a dar documentación y algo de guía y debía estar en las oficinas del cliente. Iba a ir como especialista de algo que desconocía por completo. Tenía el trabajo, al final llegó el gerente y me dio la bienvenida con un apretón de manos.

Salí de la oficina y bajé tres pisos por las gradas. Me acuerdo que bajaba feliz y saltaba varias gradas en cada paso, bajé pensando en cómo debía madrugar desde el siguiente lunes que iba a ser mi siguiente día para poder cruzar la ciudad y llegar a mi nuevo trabajo, salí a la calle y pensé en llamar a mis papás a contarles la noticia. En la pantalla de mi Nokia había 2 notificaciones, una de una llamada perdida y la otra de un mensaje de voz. Crucé la calle hasta un parterre que había, y mientras caminaba escuchaba el mensaje. Era la persona de recursos humanos de la corporación, me pedían que me presente el lunes a trabajar, había sido seleccionado.

Me acuerdo haberme quedado en medio de esa avenida viendo al cielo, me dio tanta risa pensar que en ese momento tenía dos trabajos. La llamada a mis papás fue mucho más anecdótica. En el viaje a mi casa fui pensando en qué me convenía más. Por un lado ya había dado mi palabra, había estrechado la mano de la persona que me dio la bienvenida en esa empresa, pero el otro trabajo pintaba mejor. Claro llegué a mi casa y conversando con mis papás me ayudaron a decidir. Ellos creían que el trabajo en la corporación tenía más proyección, en el fondo yo también lo pensaba.

Al siguiente día llamé a la persona de recursos humanos de la corporación y le dije que el lunes me presentaba. La parte difícil fue llamar a la otra empresa para decirles que no mismo, que se presentó otra oportunidad que no podía dejar pasar, para ese momento no me podía imaginar que en el futuro yo iba a escuchar tantas veces la misma frase para decir «ahí quedas, no voy a trabajar contigo».

En retrospectiva es divertido recordar esto, pero sí me impresiona el impacto que tienen las decisiones que uno toma a tan corta edad, cómo esas decisiones basadas en la inexperiencia van dirigiendo el curso de la vida y tienen un impacto tan alto a futuro. Esta decisión marcó lo que ha sido mi carrera profesional en estos últimos 14 años, puedo decir que con los resultados que he tenido ha sido una buena decisión, no me arrepiento, claro que han pasado mil cosas asociadas, pero ahí mismo está lo divertido. Al haber dejado el puesto libre en la otra empresa una amiga de antaño me llamó a agradecer porque la llamaron para llenar esa vacante. Todo resultó bien.

Día libre = cargo de conciencia

Tuve un día inesperadamente tranquilo. Tenía un par de reuniones y actividades que debía ejecutar. Todo se aplazó. Revisé mis pendientes, la mayoría de cosas por hacer dependían de otras que igual se habían aplazado.

Tenía el día libre. Empecé a revisar pendientes «secundarios». Leí algunos artículos de Pocket que tenía guardados por meses, descarté muchos, dejé otros encolados. Revisé también mi lista de videos pendientes de YouTube, variados, algunos relacionados con el trabajo otros de entretenimiento. Adicionalmente pude revisar mis tweets guardados los que en algunos casos se convirtieron en ítems guardados en Pocket lo que es parte de mi ciclo de consumo de contenidos. En definitiva, pude pasar la mañana en mi papayal, webeando en internet.

En la tarde fue cocinar un poco y salir a hacer unas gestiones personales, darme contra la pared por unos procesos bobos de una institución y regresar a enviar un par de correos y la jornada laboral terminaba.

Fue un gran día, en resumen, pero días como estos guardan una suerte de cargo de conciencia. Ha sido así desde que empecé a trabajar por mi cuenta, siempre pensando que pude haber hecho algo más, que no estuvo bien, que pude haber organizado mejor las cosas, presionar más a la gente para evitar que las actividades se aplacen.

Justo en mi revisión de artículos por leer me topé con uno que habla exactamente de esto (The Psychological Trap of Freelancing), enfocado en freelancers, pero aplica porque mi forma de trabajar se acerca mucho a lo que hace un freelancer, aunque para ser más exactos soy un tipo autoempleado en su empresa, pero más elegante suena decir que soy empresario y todo lo demás pero ese realmente no es el punto (ya escribiré algún día sobre las etiquetas bobas que se crean alrededor de crear empresas y ser emprendedor y todo lo demás). Habla de cómo uno empieza a asociar el tiempo con dinero, y se pone a pensar que cada hora que tiene podría estarla facturando si estuviera haciendo actividades de algún proyecto, y claro tomarse un momento para dedicarlo a algún pasatiempo se convierte en un motor de culpa, este tiempo se pudo haber convertido en ingresos y yo aquí webeando. En realidad es un artículo bastante interesante (y ahora que ya lo leí y hasta lo referencié por acá ya puedo quitarlo de la lista de Pocket).

Al final, creo que se trata de una trampa mental, algo que hay que superar. En el trabajo que hago así como hay días como este, día ligero con pocas actividades por realizar, así mismo hay de los otros, días extenuantes, trabajo fuera de horario, fines de semana. Tengo que aprender a no recriminarme tanto cuando tengo un tiempo libre, tengo que entender que me lo merezco y no está mal de vez en cuando descansar. Esto también apunta a que un elemento muy importante en el que debo mejorar es mi capacidad de planificar actividades, se me ocurre tener también actividades secundarias que podrían reemplazar a las otras en caso de aplazamientos o cambios de última hora, pero que al estar previamente planificadas no generen esa sensación de improvisación o de «¿ahora qué hago?» que es lo que me genera incertidumbre. Lógicamente, la gestión del tiempo cuando te toca decidir qué hacer exactamente con ese tiempo es vital.

Lo importante al final es encontrar un equilibrio, como en todo en esta vida.

Retomando

¿Cómo diablos pasaron 6 meses entre la entrada anterior y esta? Es impresionante cómo puede pasar el tiempo de forma tan rápida. Siento que me metí en un tunel del tiempo y vine a parar acá, o sea hoy. Volví a caer en el bucle de posponer escribir del que hablé en el primer post de este blog. Pero bueno, viendo el lado positivo fueron solo 6 meses y no 10 años.

En realidad quise utilizar cualquier pretexto para escribir hoy y poder retomar el blog. Hay varias personas, amigos y familia, que me habían seguido en las primeras entradas regulares y me han venido preguntando, ¿qué pasó? ¿ya no vas a escribir más? ¿no vas a contar qué dizque pasó con tus otros socios y cómo todo se te fue al carajo?. Yo siempre decía sí, lo que pasa es que estoy ocupado, los proyectos se complicaron, estaba pensando en cómo resolver cosas que no funcionaban, el fin de semana ya no quería pensar en nada, nunca me había tocado trabajar tanto, es que justo me llamaron para dar un soporte, y bla bla bla. Al final me llenaba de pretextos y me agarraba de cualquier cosa para no sentarme a escribir.

Hoy quiero retomar el blog y quiero retarme, mi objetivo era contar con una publicación a la semana durante este año, tomar más ritmo y publicar posiblemente 2 veces a la semana y quien quita ir mejorando y lograr un nivel de publicaciones más elevado. La cosa tampoco es forzarme pero si esforzarme, al menos quiero lograr igualarme en el número de publicaciones que debería tener en 2019. Estamos en la semana 36 del año y en total tenemos 52 semanas en el 2019 (lo acabo de googlear), es decir que a un ritmo de 2 publicaciones semanales podría lograr cumplir mi meta, claramente no era lo que había planeado al inicio, pero con un poco de esfuerzo adicional creo que es muy posible lograrlo.

Ahora, una de las cosas que me frenó el seguir publicando es que me venían varias ideas para entradas en el blog y me empecé a meter en recuerdos medios tortuosos, pasé días y días pensando cómo publicar ciertas cosas, en qué tono, y eso me fue frenando. Me di cuenta que me estaba portando muy rígido conmigo mismo y con lo que podía o no publicar. Así que voy a optar por cambiar el concepto y abrir un poco los tipos de cosas de las que hablo en el blog.

No voy a dejar de escribir sobre mis experiencias profesionales, ni sobre mis empresas y las fallas que cometí y los aciertos, pero sí voy a empezar a hablar sobre cosas que me interesan en general, algo de libros, tal vez películas, series, canales de YouTube, tecnología, entre otras cosas. Creo que abrir un poco el abanico de temas a tratar me va a permitir ser más regular en mi ritmo de publicación. Al final todos esos asuntos me interesan y son parte de mí, así espero combatir el bloqueo que se me vino cuando pensaba en cómo seguir contando la historia de mis emprendimientos.

Tampoco quiero llenar el blog de publicaciones sin mayor contenido, o sea no voy a publicar cualquier cosa solo por llegar al número meta, pero sí espero poder intercalar publicaciones más ligeras y tranquilas luego de haber creado alguna entrada que me haga entrar en conflicto. Pienso que va a ser más saludable así, así como también creo que es saludable poder escribir y procesar las cosas que hice mal, me gusta como terapia de redención frente al peso que cargo (o cargaba) por errores cometidos.

En fin, quería retomar el blog con una entrada así, explicando(me) por qué dejé de publicar. Planteando un objetivo más tangible en cuanto a mis publicaciones y también redirigiendo el tono de este espacio. Agradezco a todos los que me han comentado algo acerca de este blog y espero que sigan acompañándome, y no cae mal que me reclamen si vuelvo a caer en mi bucle de no publicación.

Bueno. Retomando.