El otro día me topé con este artículo de CNN donde hablan sobre el FOMO. Y claro que he sufrido de FOMO (son las siglas de Fear of missing out, miedo a perderse de algo) principalmente potenciado por la mucha atención que llegué a darle a redes sociales, principalmente a Twitter y principalmente hace unos 6 años. Es una sensación rara.
Estás tranquilo y de repente te agarra como que una urgencia de que veas el teléfono y veas qué pudo haber pasado entre este momento y lo que viste hace 5 minutos o hace 3 minutos o hace un minuto. Sacas el teléfono del bolsillo, no hay notificaciones pero desbloqueas igual y miras si tal vez hay algo, por si acaso, como si el teléfono o la app no te fueran a notificar, y de paso navegas por cada app que te gusta, Instagram, TikTok, WhatsApp, Facebook, lo que sea, y lo peor es que sí hay algo, entre la última vez que viste y este momento siempre hay algo nuevo, la gente sigue publicando cosas y miras en qué andan conocidos y desconocidos y crees que de alguna forma te estás quedando atrás, sientes que podrías estar mejor, que podrías estar como el resto de gente pero no estás así, solo eres tú, viendo de nuevo el teléfono y perdiendo unos minutos o unas horas, viendo la interminable secuencia de publicaciones de tu red social favorita que por algún motivo aunque te gusta ya no se siente tan bien ver.
Tener esa sensación de que te estás perdiendo de algo es turro, pero también es innecesario, es algo que te estás creando. Me demoré bastante en darme cuenta y sentirme incómodo con esto.
Realmente no te estás perdiendo de nada, al menos no de algo realmente importante. Ninguna tendencia que valga la pena (aunque sea por diversión) va a durar tan poco que necesite que estés conectado todo el tiempo y revisando el teléfono todo el tiempo y desbloqueando de nuevo por si acado y desbloqueando de nuevo aunque sabes que no hay nada nuevo para topar la pantalla y decir – ah, no hay nada – cualquier dato, información importante va a estar ahí cuando lo veas sin importar si pasó un minuto, una hora o un día o una semana incluso. El miedo a perderse de algo en redes sociales es ridículo.
Cuando me vi así y me avergoncé de ese comportamiento empecé a notar que estaba como zombie haciendo actividades que ya ni siquiera me entretenían. Empecé por ser muy radical y desinstalar las apps de redes sociales en mi teléfono. Empecé a usar plugins del browser para redireccionar hacia otras URLs cuando trataba de entrar a Twitter en la compu. Me di cuenta que el problema real estaba en el teléfono. El tenerlo siempre cerca me creaba esa necesidad de siempre desbloquear y revisar, como menso. Pero ya era más conciente, ya era más notorio para mí. Pero necesitaba ayuda. Empecé a ver un montón de videos y leer posts sobre cómo hacer esto más fácil.
De las recomendaciones que me funcionaron me quedé con la de eliminar en lo posible las notificaciones del teléfono. Me di cuenta de otra cosa, sacaba el teléfono como loco para ver si había algo en WhatsApp como todas las notificaciones estaban apagadas capaz que alguien me escribió algo urgente y debía estar revisando si había notificación en WhatsApp [el cerebro se las ingenia para hacer que te pongas a hacer esos hábitos que de alguna forma quedaron mapeados como agradables (aunque ya no lo sean)]. Entonces ajusté un poquito, activé el sonido en las notificaciones de WhatsApp y me repetía todo el tiempo «no hay nada que ver, no ha sonado la notificación, no hay nada que ver».
Luego de haber logrado esto encontré en la app de Google, Digital Wellbeing, un buen apoyo para tener visibilidad de mi uso del teléfono. Ahora sigo con ese empeño de dejar el teléfono botado. Se me convirtió en mantra lo de «no hay nada que ver», nada es tan crítico, y lo crítico es tan notorio que es imposible ignorarlo.
Así que sí, creo que estoy mejor en esto, ya no saco el teléfono de forma compulsiva, aún me falta pero creo que ya estoy en buen camino. Siento que estoy pasando del FOMO al JOMO (Joy of missing out, o la alegría de perderse de algo) me da satisfacción saber que aunque no lo tengo controlado del todo, ya tengo más control sobre esto y de verdad eso me da dicha.
Como cierre, el no estar tan atento al teléfono me ha dado unos momentos medio surreales. Estoy en reuniones con varias personas y de repente te das cuenta que todos están en silencio viendo sus teléfonos, sin importar la edad, niños, adultos, viejos; todos están ahí, viendo sus dispositivos en lugar de hablar los unos con los otros, como si se fueran a perder de algo, como si no se estuvieran perdiendo de mucho.












