Entre el 2016 y el 2020 ya había trabajado remotamente y había sido una bendición. Ya había hablado un poco sobre trabajo remoto por acá. Cuando esa forma de trabajo se hizo obligatoria para todo mundo por efecto de la pandemia para mí no representó mayor problema pero claro escuché y me enteré de muchos casos complicados y problemas que existían con este tipo de trabajo.
De 2020 hacia acá mi perspectiva hacia el trabajo remoto se ha hecho menos radical, por un lado porque he podido entender otras realidades y definitivamente veo que no es para todos. Es más poder decir que tu trabajo puede ser 100% remoto, sin que eso impacte de forma negativa tu vida, depende de tantos factores que no puedo más que considerarme afortunado por poder trabajar de esta manera sin mayor contratiempo. Así que, bueno, me pareció buena idea armar un nuevo post de reflexiones sobre trabajo remoto, contando cómo va todo por ese lado, hoy por hoy.
En este tiempo he experimentado un trabajo remoto más tradicional, mi rol usual antes de la pandemia era trabajar con varios clientes y moverme en la ciudad. Durante el inicio de la pandemia todas las interacciones que antes implicaban una visita a los clientes se transformaron en conexiones remotas y reuniones virtuales, todo en orden por ese lado, no hubo mayor cambio en mis actividades. Luego cambié mi forma de trabajo y entré a un esquema de reuniones y a la bola de nieve que implica el reservar tiempos de las agendas de la gente para poder ejecutar alguna actividad. Esto principalmente porque según mi entendimiento la gente busca replicar la oficina de forma virtual, lograr la misma dinámica que se obtenía al estar todos en el mismo espacio y es algo que en remoto ya no existe.
El trabajo remoto debe ser asíncrono en su mayoría, replicar la oficina de forma virtual es extenuante e innecesario, genera este efecto de reunionitis, poner reuniones por todo y para todo lo que dio paso a la ya clásicas frase «Esta reunión pudo ser un mail o un mensaje de chat». El problema es que al esperar que la comunicación sea síncrona con todas las personas se genera esta necesidad de reservarle tiempo a la persona con la que uno quiere trabajar, eso implica que a esta persona la gente le empieza a enviar invitaciones de reunión, lo que causa que el calendario de esta hipotética persona empiece a llenarse y a quedar sin espacios disponibles, lo que genera en los demás la necesidad de seguir creando reuniones a futuro y cada vez llenar más esa agenda y lo que provoca que esa misma persona requiera ponerse reuniones a sí misma para poder hacer actividades de su día a día (algunas de trabajo, y otras personales como, por ejemplo, almorzar) lo que solo agrava el problema, porque la agenda se sigue llenando y llega el momento en el que se desborda y pierde el sentido totalmente porque las personas creen que es imposible que alguien tenga la agenda tan llena y que en efecto solo está llena porque la persona está bloqueando esos horarios (para trabajar) y entonces «ponle nomás, así sabe tener todo bloqueado, no es verdad» y eso es ya un completo y total sinsentido. Hay formas mejores de hacer trabajo remoto y en especial viene de la mano de tener confianza en que la gente está haciendo su trabajo donde sea que se encuentre y dejar a las reuniones como última opción de interacción y no como la primera.
Hace poco escuché en el podcast de 37signals (mis gurús sobre trabajo remoto) que tener a un grupo de personas en una reunión de una hora es usualmente un desperdicio del tiempo de todos, porque si son 5 personas no es una sola hora la que se invierte sino una hora por cada participante, 5 horas de trabajo para la compañía, 5 horas que deben ser (efectivamente) invertidas sabiamente, armar reuniones porque sí, porque esa es la primera opción que se viene a la mente y no se tiene otra alternativa, es una de las cosas que se deben cambiar.
Por mi parte he logrado tener un equilibrio, no tengo tanto el problema de reuniones excesivas y no me he visto en la necesidad de bloquear continuamente mi calendario para poder tener tiempo de trabajo productivo. Es importante lograr eso, tener largos espacios de trabajo productivo, en lo posible, sin interrupciones. No he tenido que bloquear mi horario de almuerzo y la gente normalmente comprende cuando me han puesto reuniones en mi hora de almuerzo y les digo – No puedo a esa hora – aunque a veces me dicen – Pero vi tu agenda y ese horario estaba disponible – y claro un vacío en la agenda no quiere decir que pueda asistir a una reunión. En esto creo que ser lo más transparente posible es lo mejor, decir la causa real de por qué no vas a estar en una reunión y buscar otro espacio.
Con la pandemia ya medio medio relajada las reuniones presenciales implican menos estrés (para mí, al menos) y apoyan la interacción y socialización. Esto es una de las cosas que me ha costado retomar porque ya con tanto tiempo viviendo en remoto no siento esa necesidad imperante de reunirme físicamente para tratar algo relacionado al trabajo, de todas formas sí estoy empeñado en retomar contacto con mucha gente que por la pandemia se alejó, es importante no quedarse aislado. Veo que para muchas personas esto es mucho más necesario, ahí mi ventaja ha sido que ya trabajaba remoto desde antes y no tengo ninguna interacción de oficina que extrañar.
Un punto que no está cuajando tanto son las reuniones remotas con personas que están trabajando presencialmente. El ruido de fondo, la interacción como restringida con personas que antes estaban en sus casas y conversaban con libertad pero que ahora ya cuidan un poco más sus expresiones y lo que dicen y lo que no. Sé de muchos colegas que pudiendo trabajar 100% remoto los han obligado a volver a las oficinas, esto no me parece, debería existir la opción de elegir, de poder trabajar desde donde se quiera, ya sea trabajo desde casa, desde alguna ubicación remota o en la oficina, que todo se mida por logros y objetivos y no por el tiempo que uno está sentado frente al computador.
Una de las principales quejas de la gente que está trabajando presencial (principalmente de los que están obligados) es el tener que viajar hacia la oficina. No tener que moverse obligatoriamente sigue siendo una bendición, el no tener que usar ese tiempo en el tráfico y poder dormir más o poder hacer otra actividad es excelente.
Pero mi razón principal para seguir amando el trabajo remoto es que en este tiempo he podido estar todo el día cerca de mi hija, prácticamente todos los días, y eso ha sido una total y completa bendición, eso ha hecho que cualquier problema y dificultad asociado con trabajar remoto valga la pena. Ya no veo otra opción, trabajar de esta forma para mí en este momento y por esta razón es indispensable.
El trabajo remoto seguirá, con tantas opciones que se siguen abriendo, con muchos empleos que se han creado desde un inicio como puestos 100% remotos, es algo de lo que planeo seguir hablando, en parte contando cómo me sigue yendo, en parte pensando cómo se puede hacer que sea mejor y más productivo.