Perfiles Ocultos

El otro día escribí algo sobre Ghost Jobs, o esas ofertas de empleo que aparecen en las redes sociales y que en realidad no son ofertas de empleo reales. El algoritmo de Twitter decidió que me iba a seguir mostrando cosas relacionadas con prácticas cuestionables de talento humano y me mostró algunos tweets con relación a perfiles ocultos que se manejan en las empresas.

La cosa es que ves una oferta laboral. Tiene su descripción de cargo (las descripciones de los cargos en las publicaciones de empleo da para hablar largo y tendido y algún rato debo escribir algo sobre eso), tiene su información general y busca que la gente empiece a aplicar. Lo que no todos sabemos es que, por fuera de lo que se muestra en la publicación, la empresa tiene asociados a esos cargos unos perfiles ocultos. Básicamente, detalles de la persona a quien esperan contratar que no pueden publicar porque se vería mal. Cosas que ya no se ponen en un anuncio como el rango de edad, el género, la raza, cosas que si pusieran sería directa y plenamente discriminatorio y entonces no lo ponen pero igual están ahí.

  • No contrates a una mujer porque son muy problemáticas y va a quedar embarazada y va a ser un problema su periodo de maternidad.
  • No contrates a un man de más de 40 porque viejo.
  • No contrates a una <persona de cierta raza> porque <inserte el comentario más racista y prejuicioso que jamás se imaginaron escuchar de esa persona que tiene ese aspecto bonachón>.

Así que eso, estas cosas me hacen pensar en que al decir esto de que las empresas son al final interacciones humanas es muy preciso, son humanas en lo bueno y en lo malo, obviamente. Los dueños y las personas que contratan a la gente tienen sus sesgos, tienen sus taras, y claro que van a pesar al momento de contratar a alguien. Uno a veces piensa que en estas épocas esas cosas ya están superadas pero creo que solamente están como que mal vistas pero aún está demasiado interiorizado en la gente. En el ambiente de trabajo es aún muy común que cuando una persona ya se empieza a sentir segura y cree que como que el resto ya le cacha y le acepta empiezan a lanzarse por ahí ya su comentario machista o su chiste racista y fresco, no pasa nada. Entonces claro que las personas que están a cargo de las contrataciones van a tener un perfil oculto de a quién quieren tener cerca suyo, es algo que forma parte de ellos.

Lo que se me hace loco es que de lo que he podido leer esos perfiles ocultos existen formalmente, como que alguien se tomó el tiempo para redactarlos, ponerlos por sentado, ponerlos como obligatorios. Luego la gente se pregunta por qué decir empresario suena a mala palabra, tenemos que deshacernos de un montón de mierdas para poder mejorar.

El cambio está al final en uno, empezar a disentir y a no aceptar los comentarios racistas, machistas, clasistas y de cualquier forma discriminatorios, hacer que poco a poco esto pase de ser algo deseable a ser algo real.

¿Te quedas o te vas?

Hay una tendencia que dice que rotar mucho entre empleos es mejor para tu carrera.

Llegas a un trabajo, aprendes rápidamente todo lo que puedas y cambias a alguna opción mejor, teóricamente te quedas un par de años en cada trabajo y luego chao, siguiente oportunidad. Aprendes de todo, de diferentes industrias inclusive, y vas ampliando tu conocimiento y experiencia. Llenas tu LinkedIn de muchos cargos y cosas que has hecho.

Entonces incluso se mira a que una persona se mantenga en una sola organización como un fracaso. Se tacha de servil y hasta de tonta a la gente que se queda en una organización por décadas, se dice que no salen de su zona de confort, que tienen miedo, que no se han probado realmente en el mundo profesional porque prefirieron quedarse en una sola compañía para siempre.

Esto implica que de alguna forma los empleadores están esperando que la gente se comporte así y están creando opciones laborales también temporales, sin pensar tanto en el largo plazo como opción para las personas.

Creo que lo ideal ideal es no quedarse en un empleo en el que no te sientes a gusto. Es malo para ti y para la organización porque si no estás bien seguramente no estás haciendo tu mejor trabajo y tampoco estás aprendiendo y aprovechando tu tiempo activo de trabajo. Pero de ahí a pensar que debes sí o sí salir de un empleo porque debes seguir agregando experiencias diferentes a tu currículum es medio descabellado, o al menos no se puede adaptar a todos lados. En lugares donde de por sí conseguir un empleo es complicado el estar jugando a cambiar de trabajos con mucha frecuencia es complejo. Pero también, no hay nada de malo en quedarse en un lugar donde ya te sientes bien. Tal vez sigues con esa expectativa de que vas a llegar al trabajo soñado, es justo y válido pensar que lo vas a alcanzar, pero eventualmente también podría ser un poco iluso. Si una compañía hace lo mejor posible en lograr tu estabilidad laboral y darte un ambiente de trabajo aceptable, ¿qué te lleva a moverte a otra opción? Tal vez una mejor oferta económica, tal vez la promesa de que la situación será mucho mejor de lo que tienes ahora en todos los aspectos. Te juegas y muchas veces no es tanto así, o sí, es mejor oferta económica pero te exigen más y ya no eres tan feliz como antes, pero tienes plata, pero no estás bien. Siempre va a haber la duda, ¿te quedas o te vas?

Siempre he estado un poco en desacuerdo con esas diatribas en contra de la zona de confort, de hecho creo que llegar a tu zona de confort debe ser el objetivo, llegar a un punto realmente confortable, el problema es que llames zona de confort a cualquier huevada.

Seguir en la búsqueda es necesario, al final las empresas son conjuntos de personas, es esa búsqueda interminable, una persona que se adapte a la empresa, una empresa que se adapte a la persona. Encontrar esa combinación es bueno y que alguien quiera quedarse en una empresa donde le dan una buena calidad de trabajo (y vida) es normal.

Pero igual es una ruleta, porque quien quita y llegas a ese lugar donde quieres estar y te botan.

Aburrirse

Estás sentado esperando, puede ser en cualquier lugar, esperas al bus, esperas por una cita médica, esperas por tu turno en algún trámite, qué mejor que pasar ese tiempo aburrido viendo las fotos que ha subido la gente a la que sigues, viendo reels o tiktoks, leyendo tweets, viendo los estados e historias de tus amigos, qué divertido.

Pero de repente estás en otras situaciones no necesariamentes aburridas, estás en una reunión laboral o familiar, estás almorzando, estás viendo la TV y lo mismo, ves las fotos que la gente sube, ves reels y tiktoks, lees tweets, ves estados e historias.

Y de pronto siempre estás en eso, cualquier otra cosa es aburrida. Siempre estás atento a lo que los demás suben, a lo que los demás dicen. Siempre estás con ese pendiente, con esa necesidad de ver y a veces ya no hay nada más que ver de tus conocidos, y entonces te topas con todo el «contenido» que el algoritmo de tu red social tiene preparado para que sigas bajando, para que sigas viendo, ¿qué divertido?

En un montón de reuniones y situaciones me he topado con gente que está totalmente embebida en sus teléfonos, viendo cualquier cosa. Hace algunos años eran niños principalmente, niños a los que sus padres les daban el teléfono para que vean cosas ahí y estén entretenidos (a.k.a. no jodan) pero poco a poco se amplió. Yo mismo por mucho tiempo pasaba viendo qué aparecía en Twitter (poco a poco he tratado de deshacerme de eso) y te absorbe. Ese estar entretenido todo el tiempo, te abisma, te envuelve, te supera, te aplasta.

Ahora es muy común que en franjas bastante amplias de reuniones la gente esté en sus teléfonos, sin prestar atención a la reunión en sí, riendo (en el mejor de los casos) con las cosas que ve y que no muestra al resto ni siquiera para saber de qué se rio, solo están ahí, a veces comentan algo, pero están ahí, siempre entretenidos, siempre al día. Lo más loco para mí ahora es que los mayores de la familia, abuelos, son los que están más sumergidos, la cosa se normalizó y ahora cada vez más personas han perdido el recelo de no estar atentos a lo que pasa alrededor. Distópicamente, he estado en reuniones donde, en momentos, todo el mundo está en sus teléfonos, todos, TODOS.

Así que eso, estamos sumergidos en esa espiral de super entretenimiento, de constante estimulación, y no nos damos chance de aburrirnos. Estamos siempre pendientes de qué dice quién, de quién publica qué, de qué foto subieron, de qué chisme han lanzado, de qué persona han quemado en redes sociales y aburrirnos no es opción.

Una vez que estás en la espiral del entretenimiento es paradójico, estar super entretenido se vuelve tan rutinario que por más entretenimiento que consumas realmente estás aburrido. La gente pasa haciendo scroll y pasando de un contenido a otro supuestamente entretenido pero en realidad solo pasando, aburriéndose. Entonces es un despropósito, lo que se supone que debe entretenerte te termina aburriendo. Entonces es mejor desconectarse y aburrirse de verdad, no por agotamiento sino porque el cerebro necesita descanso.

Porque aburrirse es necesario. Pero no ese aburrimiento por sobrecarga.

Hay que darse permiso para aburrirse, no hacer nada está bien.

Resulta hasta incómodo, de verdad, al menos para mí lo fue al inicio. Pudiendo estar viendo en el teléfono todo lo nuevo que se estaba publicando, no ver nada, no hacer nada, se siente como perder el tiempo, pero la verdadera pérdida de tiempo está en seguir viendo esa red social, ese video, ese «contenido» creado específicamente para enganchar en la espiral no soltarte. Luego del momento incómodo está el volver a encontrar tu línea de pensamiento, tomar un respiro y procesar lo que se ha visto, poder razonar y determinar si está o mal, no solo seguir consumiendo.

Aburrirse, desde esta perspectiva, implica que vas a tener nuevas ideas, que vas a buscar qué hacer, que puedes encontrar nuevos intereses. Que puedes respirar un rato, que puedes enfocarte en otras actividades, incluso que puedes extrañar a tu red social favorita para que vuelva a ser divertida y no solo esa carga extraña de la que empiezas a depender como si tu personalidad toda fuera solamente lo que puedes o no ser en ese espacio inexistente.

Hay que darse permiso para aburrirse, no hacer nada está bien.