Aprovechando el post anterior, me quedé pensando en lo que yo llamé trabajos turros y se me clavó la espinita – ¿Y si los trabajos no eran los turros? ¿y si yo era el empleado turro?
Me puse a pensar, es posible que no hayan sido oportunidades tan malas. Será que solo era yo un inconforme, guambra mimado, acomplejado que creía que podía aspirar a más y que no se quedaba tranquilo con esos trabajos.
Toda la experiencia que acumulé en esos lugares al final me hizo quien soy hoy, para bien o para mal, para aprender lo que me parece que está bien y lo que me parece que está mal. Esas compañías tenían sus cosas buenas, todas menos una siguen existiendo y siendo importantes y siendo referentes, y yo, un aparecido, vengo a decir en mi blog que eran trabajos turros.
Si a alguien le va mal en un lugar de trabajo eso no implica que a todos les vaya a ir mal, lo mismo si a alguien le va bien. La relación laboral, como relación humana que es, depende de millones de factores, al final igual las empresas son grupos de personas, no son entes mágicos infalibles, todo lo contrario, son esfuerzos humanos, muy terrenales, luchando cada día y cada momento en cada interacción de los empleados para no fallar. Y en ese sentido creo que yo fallé tanto como (según yo) fallaron las empresas donde trabajé.
Que sí, que me dejé convencer de que la empresa estaba mal y justo sucedió que la gente salió y me pidieron que cubra una posición que no disfrutaba, y yo también decidí salir por eso, por esa impresión que tenía. Pero yo debía saber que esa empresa no se iba a ir a ningún lado. Pero era guambra, justo apareció una oferta que parecía super buena y que era hasta demasiado buena para ser cierta y al final sí fue demasiado buena para ser cierta, pero claro, me cambié. La empresa me había acogido bien y me habían dado una proyección de crecimiento que parecía interesante. Pero en ese momento cuando me pintaron un panorama mágico decidí creer que sí se podía cumplir eso y me fui. De alguna forma no fui leal, creo, pero bueno, es condición humana igual buscar lo mejor para uno, aunque en esas edades uno tiene la perspectiva media averiada y no se cacha qué es lo mejor.
Luego de ese cambio me fue mal y me fue luego peor, ya lo he contado justo en mis posts Cada trabajo tiene su enseñanza. En el primer cambio me fue mal por pelele, no hay cómo ponerlo de otra forma. Me dejé vincular en un cuento que no era mío. En el siguiente me fue mal porque estaba dicho, no había de otra. Entonces sí, fui un empleado turro, fui también una persona sin criterio, me dejé llevar por un fenómeno como de culto y ya fue ya chao todo al final.
Viéndolo desde esta óptica, fui un mal empleado, uno pésimo inclusive.
Como ya he contado yo sé que todo ese camino fue lo que forjó mi experiencia y lo que me hizo creer que podría tener mi propia firma de servicios de TI. Es loco porque me acuerdo de esto y tengo certeza de que pude haber hecho carrera importante en estas compañías y tal vez estaría en otra posición totalmente diferente…
Y no lo quiero, sin todos estos cambios no hubiera hecho lo que hice, no hubiera conocido a las personas que conocí, no tendría la vida que tengo ahora, y amo mi vida ahora.
En esa combinación de azar y de destino, de suerte y de decisión, llegué a este punto. Si, en definitiva, se pudiera concluir que fui un empleado turro, puedo decir en este punto que ser un empleado turro me ha llevado a conseguir todo lo que quería. (jajajaja)





