Ser despedido/rechazado o la jerga neutra de recursos humanos

despedido

Estaba haciendo memoria y solamente he sido despedido una vez, la vez que de hecho ya conté por acá. Ayer me topé con el video que les comparto al final de la publicación, es sobre esta chica que filmó la reunión virtual en la que estaba siendo despedida. Me pareció bueno también el análisis que hace quien publicó el video.

Quiero centrarme más en lo genérico de las razones que le dan a la persona que está siendo despedida, me parece un buen ejemplo de la jerga neutra que manejan las áreas de recursos humanos, que realmente es algo que no entiendo muy bien. No entiendo por qué no dan mensajes con un lenguaje más directo.

Aunque realidad sí entiendo la intención, no querer lastimar a la persona al dar malas noticias, no querer que la situación sea más incómoda de lo que ya es, pero creo que. termina siendo peor.

A mí en la única vez que me despidieron (todas las demás renuncié) no tuvieron que darme mayor explicación, la situación era tan engorrosa que simplemente las palabras sobraban, pero lo que sí me ha pasado es ser rechazado en procesos de selección con el mismo resultado, un mensaje genérico y sobreoptimista, edulcorado, que me dejó más que nada incertidumbre, ¿qué fue lo que falló? ¿Por qué si soy un profesional maravilloso e inspirador (así me dijeron una vez) no fui seleccionado? ¿ Qué está mal con mi perfil? ¿En qué debería enfocarme para mejorar?

Sin duda el lenguaje directo y el mensaje sincero (no bullshit) serán lo mejor en estos casos, que la cosa quede clara, que el capítulo se cierre.

Mención especial para la imagen de portada de esta publicación, la generé desde Microsoft Edge hoy que me apareció ya activo Microsoft Copilot, le pedí una imagen de alguien siendo despedido y me entregó esa joya (jajaja) la gente de recursos humanos muy feliz dando la despedida, el tipo super feliz, la mano con el maletín en donde debería estar un pie, representa exactamente lo que dije, cuando se usa la jerga neutra de recursos humanos nada tiene sentido.

Nadie te puede enseñar a ser empresario

Nadie te puede enseñar a ser empresario. Al mismo tiempo mucha gente te puede enseñar muchas cosas sobre ser empresario. Muchas personas desde su perspectiva y especialidad profesional pueden contarte y darte consejos. Muchos empresarios pueden contarte sus experiencias de vida y de empresa (que de alguna forma es lo que yo hago con este blog). Muchos otros te pueden enseñar su receta mágica para tener un negocio rentable en N pasos y venderte su kit de iniciación que te permitirá seguir esa receta mágica que los ha vuelto unos magnates y te dirán que el éxito está a solo un clic de distancia y que si sigues sus tutoriales estarás pasando a formar parte de ese grupo selecto de gente que hace realidad sus sueños y que no dejó pasar la oportunidad única de haberse topado con un anuncio en internet y cuando la receta muestre no ser mágica te dirán que no que fue tu culpa que no le pusiste suficiente pasión y no te obsesionaste con el éxito como ellos y que por eso no funcionó (sobre esto de la pasión y la obsesión por el trabajo estoy preparando una publicación porque iba a escribir así algo similar a esta publicación solo desde mi perspectiva y experiencia pero me topé con una tesis sobre eso que voy a leer antes de escribir sobre eso).

Pero la verdad es que nadie te puede enseñar a ser empresario.

Te puedes meter a la escuela de negocios, sacar un MBA donde seguramente te harán conocer o te enseñarán cosas que ya viste en algún video de YouTube pero ahora ya tienes un título que dice que sabes lo que tu youtuber favorito te contó hace una década, puedes leer muchos libros y publicaciones sobre empresas, y luego de atiborrarte de información creerás que estás listo, pero no. Nadie te puede enseñar a ser empresario.

Puedes toparte con el mejor mentor, puedes inscribirte en el mejor programa de aceleración de empresas, puedes unirte a gremios y asociaciones y pensar que estás realmente encaminado y que el camino será más fácil, pero no, porque nada te prepara para lo real. Nadie te puede enseñar a ser empresario.

Digo esto desde mi experiencia porque durante estos años hice justo todo lo que acabo de listar y la conclusión a la que llegué es que en realidad nadie te puede enseñar a ser empresario, porque ser empresario es una práctica. Las cosas son tan cambiantes, tan distintas de una persona a otra, de una industria a otra, de un momento a otro, que ningún elemento puede ser aplicado con garantía de éxito. Por eso llevar una empresa es emocionante y gratificante pero al mismo tiempo desconcertante y decepcionante. Nadie te puede preparar para lo que viene, puedes tener mil teorías sobre cómo coordinar el trabajo, sobre cómo contratar gente, sobre cómo manejar las finanzas, sobre cómo se debería atender al cliente, sobre cómo vender, sobre todo lo que pasa en una empresa, pero al momento de llevarlo a la realidad encontrarás que tal vez ninguno sirve para ti, que no lo puedes o no lo quieres aplicar, y así irás creando tu identidad como empresario.

Ser empresario es una práctica, es necesario estar en el día a día afrontando las situaciones, agarrando pericia, aprendiendo. Es algo que no termina, es la típica situación en la que no puedes parar de aprender, es la vida. Creo que hay mucho valor en que compartamos nuestras experiencias, tal vez puede ayudar a alguien a dar perspectiva o a resolver algo puntual, pero creer que se puede enseñar algo tan vivencial es utópico.

¿Cuál es tu aspiración salarial?

Estaba pensando sobre esta que debe ser una de las preguntas más incómodas que le puedes hacer a alguien y que te pueden hacer en una entrevista de trabajo. Y como estaba pensando en esto me apareció este video en YouTube mágicamente:

En el video dice mucho de lo que voy a comentar pero si les da pereza ver esos 9 minutotes o si igual quieren leer qué creo sobre esto pues aquí va.

Primero que nada, es una pregunta necesaria. Saber que la persona tiene una aspiración salarial afín al presupuesto que se tiene para esa posición en la empresa es necesario. Ayuda a que no estemos perdiendo el tiempo, si la empresa no puede llegar al número que la persona aspira pues no es una buena situación.

Ahora, por otro lado, esto se puede ir modelando y evitando si al publicar la posición ya se pone claramente cuál es el rango de salario que la empresa está dispuesta a pagar. Así la gente podría aplicar solo si ese número, ese rango, les suena atractivo, al mismo tiempo le permitiría a la empresa el poder conocer si con el rango de sueldo definido para la posición es posible conseguir el nivel de trabajador que está buscando o si solo logra llamar la atención de personas con menos habilidades y experiencia.

Es una pregunta para la cual debes estar preparado sin duda. Es mejor si ya conoces lo más posible sobre la empresa y también sobre el mercado laboral. Conversar con personas que estén en la misma industria o empresa ya te daría una idea muy clara de qué número es el que podrías decir. En el video, la sugerencia es que se use un rango y que al llegar a este punto en la entrevista se trate de posicionar también el discurso de por qué se cree que uno puede ganar ese salario. Sea como sea, es el típico momento que va a ser incómodo, es necesario ser lo más claro posible de lado y lado. Muchas veces, cuando das tus números, no recibes retroalimentación, te quedas sin saber si estás o no dentro de lo presupuestado, te quedas con la incertidumbre de que tal vez diste un número muy bajo (y eso también puede ser mal visto) o que tal vez diste un número demasiado alto y de cajón creas la duda de que si te contratan te vas a ir lo más pronto que puedas al encontrar algo mejor.

Se puede adornar la conversación de lado y lado con todo lo que se quiera, el por qué la empresa es bonita y qué beneficios se da a los trabajadores, el por qué uno cree que como persona y profesional puede hacer un buen trabajo en la compañía, al final vas a llegar a ese punto decisivo, ese número o ese rango va a definir el tono de las siguientes negociaciones y entrevistas y es necesario estar preparado lo mejor posible para ese momento.

Lo mío sí funciona

Muchas veces [más de las que me hubiera gustado (realmente demasiadas)] he estado en una situación en la que un grupo de gente técnica de diferentes áreas se junta para tratar de resolver un problema y la interacción es algo así:

P1: gracias a todos por asistir, por favor necesitamos su ayuda para resolver este problema con la aplicación.

P2: ya, bueno les confirmo que revisé mi parte y todo está bien.

P3: sí, lo mío también funciona.

P4: yo no encuentro ningún error, lo mío también funciona.

P5: lo mío sí funciona

P1: …

Es lamentable y desgastante estar en reuniones así. Si se ha convocado a todos los involucrados en la administración y operación de un sistema es porque hay algo que no está bien y debe ser resuelto. La posición en la que resulta que todos aseveran que todo está bien de su lado crea de entrada ya un bloqueo y dificulta la resolución.

Cuando se da ese tipo de escenario solo hay algo que es seguro, una de las personas que asegura que todo está bien de su lado está equivocada.

En esta semana estuve en una presentación donde un proveedor nos hablaba del concepto de observabilidad de un sistema. Me gustó esta frase que encontré en la página de IBM:

En general, la observabilidad es la medida que se utiliza para comprender el estado o la condición interna de un sistema complejo, basándose únicamente en el conocimiento de sus resultados. 

Tomado de IBM

Básicamente sacas información relevante de los componentes de los sistemas y presentas indicadores que tengan sentido para los usuarios de distintos niveles lo cual da visibilidad a todos de lo que está sucediendo en tiempo real. Esto es exactamente la antítesis del «lo mío sí funciona» permite a todos tener la misma visibilidad y por ende hace que todos direccionen los esfuerzos a donde es. No es cosa fácil pero llegar a tener ese nivel de visión incluso facilita el trabajo en equipo y así se hace real lo que todos pusieron en sus currículums «Habilidad y predisposición para trabajar en equipo». Esta idea aplica bien para sistemas pero también para toda área de la compañía, todos necesitamos entender lo que está pasando.

El llegar a una reunión con mente abierta y aceptando que uno puede estar equivocado y que la falla puede estar en tu dominio es necesario. De hecho es la única forma de resolver algo. La cultura de las compañías debe alentar esta actitud, el que la gente pueda tener la tranquilidad no tener la razón y de fallar sin que eso tenga repercusiones en su contra. La posición de «lo mío sí funciona» tiene también atrás ese componente de no querer quedar mal frente a tus pares (o peor frente a tus jefes) y defender lo indefendible y tratar de pasar la culpa a otro aunque esté claramente quién está mal, ya sea por simple orgullo o ya de plano por miedo a las represalias.

Por otro lado a veces el problema es inexistente y se convocó a una reunión con 20 personas de forma innecesaria porque efectivamente lo de todos estaba bien y era un problema de no saber cómo usar la aplicación (que también podría ser que la aplicación está mal hecha) pero ese ya es tema para otra publicación porque hablar de reuniones innecesarias da para decir mucho (y lo de la aplicación mal hecha también).

Los empresarios no son héroes épicos

Hay mucha retórica alrededor de ser empresario. Al momento de escribir esto ha pasado poco desde el discurso de Javier Milei, presidente de Argentina, en el Foro Económico Mundial en Davos y ahí justamente él dice la frase que motivó en cierto grado este post. En este discurso él llama a los empresarios «Héroes».

Hay mucha lámpara alrededor de ser empresario. A todo el mundo le gusta armar una historia fantástica y casi mitológica de cómo la persona arrancó con su empresa. Unas con más, otras con menos labia, terminan volviéndose pequeñas historias de orígenes como si se tratara de cómo se formó o se creó un superhéroe de cómics. Entonces se arma toda una historia que de forma grandilocuente va narrando las vicisitudes del empresario desde que empezó a trabajar tan solo con un lápiz y una moneda y lo vuelcan a ser todo un periplo de héroe.

En este blog yo he contado cómo fue que arranqué con mi empresa y de alguna forma he querido ser lo contrario, he querido ser lo más explícito posible en que el crear una empresa es algo mundano y cotidiano. No hay mucha épica, incluso es aburrido. Lo que sí es cierto es que cuando uno cuenta estas cosas creo que es inevitable que se vea como enaltecer lo hecho y bueno cuando se cuenta algo que enorgullece es un poco complicado no hacerlo con gusto y con agrado, pero de ahí a decir que soy una especie de ser superior hay una diferencia abismal.

Ser empresario es en verdad algo loable. Si tu empresa es próspera y hace las cosas bien, en realidad estás contribuyendo a la sociedad. Hacerte de todos los problemas y responsabilidades que implica tener una empresa es algo complicado y que sí requiere de vocación. Lo triste es que en la mayoría de casos esa vocación termina volviéndose netamente capitalista, solo una carrera por tratar de hacer que la empresa crezca sin importar nada, aplastando todo lo bueno. No por nada cuando se dicen empresario ya se tiene, en general, mala predisposición.

La vocación que debe prevalecer es la de servicio, porque al final es eso. Estás creando una compañía que no será nada, o no será mucho, sin que integre a más personas. Esas personas que habilitarán a que exista un producto o servicio que ayudará a otras personas. Ese servicio hacia los demás debería prevalecer y en ese sentido, para mí, ser empresario es una posición que no se puede ver desde otra perspectiva que la de la humildad y el servicio hacia la gente, hacia la sociedad. Por eso me choca tanto los que dicen «ay, yo soy empresario, agradézcanme, sin mí no tendrían nada, alábenme, soy un héroe». Es todo lo que odio en un empresario y lastimosamente creo que son la mayoría.

Ya es demasiado tarde

Nuestra forma de hacer las cosas está marcada por ese ritmo vertiginoso que nos lleva a pensar que se acaba la vida demasiado pronto y no vamos a poder hacer las cosas que queremos y todo es un despropósito entonces debemos hacer todo lo que podamos lo más pronto posible y debemos forzarnos a hacer más leer más correr más jugar más trabajar más y todo al mismo tiempo y todo el tiempo posible porque si te pones a ver hay ya un montón de gente con todo resuelto con la misma edad que tú y tú no has hecho ni la mitad de lo que deberías haber hecho.

Eso es invivible.

Esa sensación de urgencia nos carcome, la urgencia de hacer las cosas. Se ve en el trabajo cuando las personas empiezan a trabajar más tiempo tratando de sacar antes cosas que pueden esperar, esa sensación de que debes ser eficiente y siempre mejor y mejor que el resto, una carrera sin fin donde descansar es signo de debilidad.

Para muchas cosas que he hecho, ahora pienso que no es que era tarde, pero tal vez si fue demasiado temprano. En especial con la empresa, empezó en parte porque tenía la urgencia de que ya era demasiado tarde, se acercaban mis 30 y aún no había creado nada. Pero digamos que ese sentido de urgencia obligó también a dar el paso, o sea tiene ese lado positivo, pero también hubo demasiadas cosas echada al azar, cosas que se hicieron funcionar sacrificando muchas otras. Es chistoso pensarlo ahora pero en ese entonces era el boom de las redes sociales y todo el mundo hablaba de emprendimiento. Eso me metió presión, panas y gente conocida estaba ya creando cosas y yo no. Al final en la mayoría de casos resultó que se trataba realmente de emprendi-miento, realmente no estaban haciendo nada.

Ahora estoy buscando más bien la calma. Quiero aprender cosas que debí aprender mucho antes, pero siento que ahora es diferente, tengo esta certeza de que no es tarde, es el momento adecuado. Siento que ahora sí estoy haciendo lo que es necesario y no solo lo que me toca hacer. No quiero hacerlo de forma obsesiva (aborrezco el uso de la palabra obsesión como si fuera algo positivo para el trabajo), quiero seguir a un ritmo bueno pero no estresante, sin dejar de lado lo bueno, sin privarme de los momentos en los que debo estar. Trabajando y creando con perseverancia pero al mismo tiempo disfrutándolo, descansando, jugando, leyendo, viviendo.

Un mejor balance trabajo-vida

No importa la modalidad de trabajo que se tenga, el contar con un balance adecuado entre trabajo y vida personal es muy importante, no solo para la salud, sino también para la misma productividad en el trabajo. Hace un par de días vi un video ya no tan reciente en la página de TED llamado 3 reglas para un mejor balance trabajo – vida (recomendado que le echen un ojo), donde se aborda esto y aunque fue publicado en septiembre de 2021 sigue siendo totalmente relevante. En estos dos años y pico estos comportamientos, que fueron muy notorios en las organizaciones por el trabajo remoto obligado forzado por la pandemia al que nos tuvimos que acoger, siguen siendo la realidad de muchos, no solo para los que trabajan remoto.

Es una cosa de cultura empresarial, empezar a desincentivar y a ver como negativo (porque sin duda lo es) el que la gente trabaje en horarios extendidos (en muchos casos sin remuneración extra). Es una cosa de cultura de cada país pero también ya de cada persona. Ese querer demostrar el compromiso, el profesionalismo, la capacidad, mostrando que uno está dispuesto a trabajar todo lo que sea necesario para que los resultados se logren.

Esto tiene costos, en el video dan el dato de que estudios muestran que este tipo de cultura y comportamiento provocan a la larga lo contrario, que la productividad de la gente decaiga.

Muchos estamos ya acostumbrados a dar atención a cosas de trabajo en cualquier horario y es algo que debemos aprender a controlar, esas microinterrupciones empiezan a pasarnos factura a nivel personal, estrés, ansiedad, no estar presentes en momentos con la familia. Es importante crear una cultura laboral que permita y dé seguridad a la gente de que no va a tener problema al definir cuáles son sus límites y horarios y que no se espere que todos respondan fuera de horario. Importante que la gente sepa que puede tomar sus vacaciones y que la gente respete que está fuera y no los contacte. Que cuando uno pone su estado como no disponible o fuera de la oficina es real, que no está disponible y que espera no ser interrumpido a no ser que sea algo que sea total y completamente crítico. Y se debe definir qué es lo crítico, pero no que quede a discreción de cada uno, debe ser muy claro, un lineamiento muy claro de la criticidad de cada situación.

El tratar de mostrar (aparentar) que se está trabajando mucho debe ser desincentivado, hay que ser realistas con los tiempos, definir tiempos adecuados para las tareas. Que la reputación de la gente no esté asociada al tiempo que destina al trabajo (incluso en detrimento de otros aspectos de su vida) sino en la calidad de los resultados que obtiene.

Trabajo remoto como medida de seguridad

Al momento de la redacción de este post, mi país, Ecuador, está pasando por una de las crisis más grandes a nivel de seguridad que se han vivido en la historia reciente. Los ataques de los grupos de delincuencia organizada han puesto en jaque a nuestro Estado. Mientras se desarrollan los eventos y el gobierno con sus instituciones y las fuerzas del orden ejecutan sus acciones (que espero puedan ser efectivas para retomar la calma y la paz) uno como persona se siente indefenso y con un nivel de incertidumbre elevado, ayer mientras leía un montón de noticias de todas las cosas malas que estaban pasando me imaginé qué tan mal me sentiría si no estuviera trabajando remotamente y tuviera que salir de la casa obligatoriamente al día siguiente, entré a Twitter y publiqué esto que fue lo primero que pensé:

y es también el título de esta publicación

En este punto las empresas ya deberían estar super listas para pasar a trabajo remoto a la gente que pueda… tal cual como cuando nos tocó en la pandemia, es igual. Vivimos en zozobra ante todos los hechos violentos que están sucediendo, en este caso ya no estamos viviendo la pandemia pero sí muchos de sus efectos económicos y sociales. Creo que la pandemia aceleró los efectos de muchos de los problemas del país que se venían produciendo lentamente, hoy vivimos todo eso… bueno, en realidad ese es otro tema y no quiero ponerme demasiado político aquí (para eso tengo mi cuenta de Twitter).

El punto es que esta situación se perfila como ideal para que el trabajo remoto vuelva a reactivarse en todas las compañías que puedan hacerlo. Ya debería ser una medida (casi que) automática en la que la gente ya no dude, si sientes que de alguna forma la gente va a estar vulnerable de inmediato la empresa entra en modo remoto obligatorio. Suena utópico pero quiero creer que de hecho hubo algún empresario que de inmediato comunicó a todos que no salgan de sus casas y que trabajen remotamente, que trabajen al menos con esa tranquilidad.

Muchas empresas, de una forma u otra, durante la pandemia ya habilitaron sus estrategias de trabajo remoto. La gente ya tiene experiencia para trabajar así, ya no va a ser igual que cuando se decretó el confinamiento del 2020 y para la mayoría fue sorpresivo. En este punto el trabajo remoto ya debe estar como una de las estrategias implantadas y listas para activarse siempre que sea necesario (de preferencia siempre, en realidad) ante situaciones de conmoción ya no debería dudarse, de inmediato nos vamos a trabajar remotamente.

El tener a menos gente en la calle al no tener que moverse obligatoriamente por cumplir con sus responsabilidades laborales nos dará menos tráfico, menos tiempo para los que les toque moverse necesariamente. Menos gente arriesgándose a salir, porque hay que aceptarlo, salir es correr un riesgo en esta situación.

Esta es una decisión que fácilmente podría ayudar a disminuir los impactos de todo esto, no sé por qué el Ministerio de Trabajo no se ha pronunciado al menos sugiriendo que quienes puedan adoptar el trabajo remoto lo hagan.

El hecho de poder quedarse en la casa, igual ser productivo, bajar al menos en una las fuentes de estrés y preocupación para las personas que puedan hacerlo.

El trabajo remoto es definitivamente una medida de seguridad que debería ser implementada en esta coyuntura.

Inercia

Empiezas a trabajar y las cosas empiezan a pasar como por inercia, una sucesión de acciones y situaciones hasta ciertos hitos en que tomas decisiones pero de alguna forma todo sigue sucediendo como de forma automática y no intencionada. Y eso está bien. O puede estar mal. El problema es que todo funciona así hasta que eventualmente ya no funciona y en ese momento todo es un caos.

Regresas a ver y miras muchas cosas que hiciste pero que pudiste haber hecho mejor o que tal vez no deberías haber hecho.

Miras hacia adelante e imaginas un montón de escenarios y cosas que podrías o no podrías llegar a hacer.

Y mientras tanto estás en el centro, en el presente. ¿Qué haces?


Estoy releyendo las líneas anteriores que escribí en 30 segundos así como quien hace un borrador sobre esto, salieron como salieron, no les he editado nada. Me dejaron pensando en que yo he vivido toda esa especie de inercia durante toda mi carrera profesional.

Y no es que no haya tomado decisiones, claro que lo hice, pero de una forma u otra siento que llegué a un punto donde me dejé llevar, solo me solté y dejé que el tobogán gigante de las circunstancias me lleve a donde tenga que llevarme.

Puedo meterle otra narrativa a esto, que hubo coincidencias, que el camino se fue trazando mientras lo andaba y estaba perfilado por todo lo previo, pero inclusive el haber creado la empresa y a lo que terminó dedicándose está muy enlazado a lo que hice en mis primeros pasos. Tal vez era lo lógico, pero por hacer lo lógico, lo que se debía hacer, y no pensar en qué sí queríamos hacer efectivamente, como para seguir haciéndolo por décadas, creo que llegamos a una especie de callejón sin salida, pero ni siquiera es eso, un muro, es un camino seguimos caminando por la misma inercia.

La inercia es aburrida.

Pero bueno, las cosas pasan. Este post no es ni un lamento, ni una queja, es la aceptación de que no tomé las riendas.

Al final del año anterior me sinceré, acepté esto. De alguna forma sentí que todo se frenó, como si una enorme maquinaria de engranes gigantes de piedra que estaban rotando se hubiera detenido a esperarme. Y aquí estoy, escribiendo, tratando de darle sentido y de hacer algo que sí quiera hacer por décadas, espero al menos un par de ellas. Quiero ser yo quien decida hacia dónde ir, porque eso de andar solo arrastrado por la inercia me estaba haciendo sentir inerte.