La empresa no soy yo

Cuando uno arranca una empresa y le mete mucho esfuerzo y cariño al proyecto, a veces es difícil darse cuenta (y por eso quise escribir este post para recordarme) que la empresa no soy yo. Lo empresarial a veces comprende tantos factores que están fuera de mi control que debo recordar que mi simple condición humana no está directamente relacionada con lo que le pasa o le deja de pasar a la empresa.

Cuando todo va bien es muy fácil sentirse identificado, proyectar los éxitos de la compañía en uno mismo, publicar esos logros y sentirse parte y sentir la alegría y querer que todo el mundo se entere y vea lo grandioso que es todo. Pero debo recordar que la empresa no soy yo, la empresa no soy solamente yo, si algo se está logrando no es porque yo estoy haciéndolo exclusivamente, es por el trabajo mancomunado, es imposible que algo se logre si no todas las personas están haciendo su parte.

Cuando todo va mal, es fácil deslindarse, decir la empresa no soy yo, ese fracaso no me representa. O debería ser fácil poder desligar el fracaso de la empresa de uno mismo, pero no lo es. Hay tantas cosas fuera de control por todos lados que ese fracaso en realidad no debería representar ni lo que es la empresa ni lo que es uno. Cómo se enfrenta ese fracaso eso sí es representativo, las decisiones que se toman, las situaciones que se van dando luego. Pero en definitiva en ese momento es importante recordar que la empresa no soy yo.

Pero lo más importante es que la empresa no soy yo, la empresa no debe depender de mí para seguir viviendo, debe poder continuar sin que yo esté, debo tener esa tranquilidad; y si no es así simplemente entender que las cosas no se han hecho bien y cambiarlas para que sea así. La empresa no debo ser solo yo, o solo otra persona de la cual dependa todo. Y si es así y no se puede cambiar también hay que recordar que la empresa concluirá cuando esas personas decidan tomar nuevos rumbos y eso también estará bien.