Paseo

Qué bueno es tenerte
paseando justo junto a mí
por estos angostos pasadizos
con nuestras miradas perdidas
entre la frondosa vegetación
con la única certeza
de que estamos juntos y cerca
sabiendo por el leve roce
de nuestros dedos que
seguimos juntos a pesar
de la marea
y que podemos levantar
vuelo para apreciar
desde lo alto
este intrincado paraíso
que a veces nos envuelve
nos empuja o nos detiene
y que aunque lo intenta
no puede separar
ni nuestro rumbo
ni nuestras ganas
ni nuestros dedos

Llevar una empresa es como jugar un Metroidvania

(Por si alguien no está familiarizado con el término dejo por acá un artículo que lo explica mejor que uno)

Empiezas el juego. Puedes caminar, vas de un lado a otro, puedes saltar, vas avanzando por diferentes plataformas y estructuras. Te encuentras con enemigos, puedes golpearlos y eliminarlos, algunos simplemente son demasiado fuertes y puedes analizar qué hacen para evadirlos. Encuentras un mapa o un oráculo que te guía. Sabes que hay lugares a los que puedes ir pero tratas de llegar y no es posible, tienen una puerta cerrada, están a una distancia demasiado larga o demasiado alta para tu capacidad de salto. Sabes que están ahí pero no puedes llegar. Pero hay otros sitios a los que sí puedes llegar, sigues peleando con enemigos en el camino, poco a poco se hace más fácil, sigues acumulando experiencia y puntos, vas encontrando tesoros, vas encontrando herramientas, armas, objetos que te dan nuevas capacidades. Desbloqueas habilidades o las compras con tus puntos. Recolectas trofeos, logros, encuentras la llave de esa puerta que no se abría, tus nuevas habilidades te permiten enfrentarte a enemigos más fuertes, los enemigos de los que antes huías ya no son un reto, logras saltar lo suficiente y entras en una sección nueva, logras llegar de nuevo a la puerta, la abres y desbloquea toda una sección nueva del mapa que antes no lograbas ver. Te enfrentas eventualmente a un jefe de nivel que es demasiado fuerte y pierdes. Exploras otros sectores, vuelves a pasar por sectores previos encontrando nuevos secretos, acumulando más puntos, experiencia y objetos. Encuentras una nueva capacidad y logras acabar con ese jefe que antes te detuvo. El ciclo se sigue repitiendo hasta que alcanzas el objetivo final. Has abierto todo el mapa, has explorado todas las secciones, has completado todos los retos y misiones, el juego ha acabado.

Los paralelismos están ahí claritos, y no solo con relación a una empresa/un cargo sino también con relación a la vida. Arrancas con lo básico y vas progresando. Defines tu hoja de ruta, tu estrategia, te topas con un mentor, avanzas. Eventualmente te topas con proyectos o negocios que son demasiado grandes, es necesario volverse más fuerte, conocer más, contratar a más gente para que complemente capacidades, las cosas que al inicio eran complicadas se vuelven sencillas, cada vez te puedes enfrentar a retos superiores, vuelves a recorrer las mismas cosas muchas veces y de repente ya estás en la capacidad de afrontar ese tipo de proyecto que antes no. Acumulas experiencia, logros y puedes enfrentar nuevos competidores y superarlos. También llega un punto en el que a pesar de tenerlo todo igual no logras cerrar ese contrato, ese proyecto, un competidor te supera. Lo pierdes todo. Arrancas de nuevo y ya no es como al inicio, el camino recorrido pesa y logras nuevas cosas con mayor agilidad. El ciclo se repite una y otra vez y llegas el momento en que has abierto todo el mapa, has completado todas las misiones que podías, el juego ha acabado.

YouTube: Panadería y Pastelería con el toque de Luis

En el minipost de hoy les recomiendo el canal de Panadería y Pastelerías con el toque de Luis. Hay contenido muy bueno con prácticamente todas las recetas de lo que puedes encontrar en una panadería ecuatoriana. En lo personal he probado la receta de los bizcochos de Cayambe, del pan de agua y del pan integral, super bien explicado.

Este canal para mí es un gran ejemplo de lo poderoso que es el internet. No soy crítico de cine ni tengo conocimientos avanzados de edición de video pero efectivamente aquí se puede ver que el contenido es el rey, al inicio los videos eran super sencillos, se puede ver que lo importante no es qué tan buena sea la cámara, la edición y demás detalles sino el contenido compartido. Con el tiempo los videos han ido mejorando y al momento de escribir este post veo que Luis Llerena está promoviendo su libro de recetas, es excelente todo el contenido que se puede encontrar ahí. A panas y familiares que viven fuera de Ecuador les ha resultado excelente, para poder hacer cosas que no encuentran en otros países y de ley extrañas cuando no puedes ir a la panadería del barrio a comprar el pancito. Síganlo.

En este video está información sobre su libro:

Aprovechando la época de esta publicación … Guaguas de pan.

En este una de mis recetas favoritas… salieron perfectos los bizcochos.

Recuerdo reloco: Crayones

Mi esposa le compró unos crayones a mi hija y se me gatilló un recuerdo de la infancia. Uno que obviamente está relacionado con crayones.

Cuando estaba en el jardín de infantes (preescolar, kinder, 1° de básica o como quieran llamarle) uno de los útiles escolares era una caja de crayones. Cada guagua tenía un espacio en un anaquel donde dejábamos nuestras cosas. A mí me gustaban particularmente esos crayones, y de una forma un tanto obsesiva empecé a cuidarlos. Los usaba con mucho cuidado y por varios meses logré que no se rompan. La mayoría de mis compañeros tenían sus crayones destrozados (como normalmente, de hecho los crayones de mi hija ya está rotos para el momento en el que escribo esto) y yo sentía cierto orgullo de tener mis crayones intactos. Un día fui a coger mi caja de crayones, que sí era mi caja de crayones, pero al abrirla me encontré con los crayones destrozados. Pero no solo destrozados, muy usados, es decir no eran mis crayones rotos y vueltos a poner en mi caja, eran los crayones de alguien más. ¿De quién exactamente? no lo sé, había un pequeño grupo de guambras bullies, 5 niños que eran tirados a bacanes. Yo sabía que podrían haber sido ellos, de hecho cuando vi mi caja de crayones con los crayones rotos, tengo en un flashazo de memoria, la cara de uno de ellos creo que se llamaba Raúl o Ramiro que me quedó viendo como con malicia. Mi primer impulso fue reclamarles a ellos pero me dio miedo. Fui a decirle a mi profesora que me habían cambiado los crayones, ella vio mi caja, vio que tenía crayones y dijo – Pero ahí están tus crayones – y le dije que no eran mis crayones que mis crayones estaban perfectos. Me quedó viendo con cara de incredulidad – Ahí están tus crayones.

No me acuerdo si lloré. No me acuerdo qué hice luego, me acuerdo que luego esos seguían siendo mis crayones y seguramente los crayones perfectos ya estaban igual de rotos que los que yo tenía ahora. Igual eran crayones, igual pintaban. Me acuerdo que me dio mucha rabia pero nada más.

Como la mente es así como una espiral a veces, el recuerdo de los crayones me despertó otro más. Cuando ya estuve en primer grado, uno de estos bullies se acercó el primer o segundo día de clases a joderme. Yo estaba sentado en una grada en el recreo con mi lonchera en la mano. Era una lonchera verde de plástico, no me acuerdo de qué personaje. Me molestaba y me molestaba el man, y me acuerdo pensar que si no hacía algo el man no iba a dejar de joderme, y me acuerdo no haber pensado mucho el rato que agarré mi lonchera y le di dos loncherazos en la cabeza. El pobre diablo se fue llorando sin saber qué hacer. Ya no me molestó nunca más.

Me pongo a pensar en mi hija, en que debe ir a una escuela y debe vivir experiencias como esas. Que debe aprender a defenderse y a cuidar también a los otros. Me emociona pensar todo lo que le queda por aprender y me preocupa el que debo aprender a que ella enfrente sus líos sin meterme mucho pero sin dejarla tampoco sola. Qué complicado es esto de ser padre, lo más lindo y lo más estresante. Por el momento trato de hacerle entender que hay cosas que no importan tanto, como por ejemplo que que unos crayones se rompan no es tan importante.

Trabajo remoto, todavía

Entre el 2016 y el 2020 ya había trabajado remotamente y había sido una bendición. Ya había hablado un poco sobre trabajo remoto por acá. Cuando esa forma de trabajo se hizo obligatoria para todo mundo por efecto de la pandemia para mí no representó mayor problema pero claro escuché y me enteré de muchos casos complicados y problemas que existían con este tipo de trabajo.

De 2020 hacia acá mi perspectiva hacia el trabajo remoto se ha hecho menos radical, por un lado porque he podido entender otras realidades y definitivamente veo que no es para todos. Es más poder decir que tu trabajo puede ser 100% remoto, sin que eso impacte de forma negativa tu vida, depende de tantos factores que no puedo más que considerarme afortunado por poder trabajar de esta manera sin mayor contratiempo. Así que, bueno, me pareció buena idea armar un nuevo post de reflexiones sobre trabajo remoto, contando cómo va todo por ese lado, hoy por hoy.

En este tiempo he experimentado un trabajo remoto más tradicional, mi rol usual antes de la pandemia era trabajar con varios clientes y moverme en la ciudad. Durante el inicio de la pandemia todas las interacciones que antes implicaban una visita a los clientes se transformaron en conexiones remotas y reuniones virtuales, todo en orden por ese lado, no hubo mayor cambio en mis actividades. Luego cambié mi forma de trabajo y entré a un esquema de reuniones y a la bola de nieve que implica el reservar tiempos de las agendas de la gente para poder ejecutar alguna actividad. Esto principalmente porque según mi entendimiento la gente busca replicar la oficina de forma virtual, lograr la misma dinámica que se obtenía al estar todos en el mismo espacio y es algo que en remoto ya no existe.

El trabajo remoto debe ser asíncrono en su mayoría, replicar la oficina de forma virtual es extenuante e innecesario, genera este efecto de reunionitis, poner reuniones por todo y para todo lo que dio paso a la ya clásicas frase «Esta reunión pudo ser un mail o un mensaje de chat». El problema es que al esperar que la comunicación sea síncrona con todas las personas se genera esta necesidad de reservarle tiempo a la persona con la que uno quiere trabajar, eso implica que a esta persona la gente le empieza a enviar invitaciones de reunión, lo que causa que el calendario de esta hipotética persona empiece a llenarse y a quedar sin espacios disponibles, lo que genera en los demás la necesidad de seguir creando reuniones a futuro y cada vez llenar más esa agenda y lo que provoca que esa misma persona requiera ponerse reuniones a sí misma para poder hacer actividades de su día a día (algunas de trabajo, y otras personales como, por ejemplo, almorzar) lo que solo agrava el problema, porque la agenda se sigue llenando y llega el momento en el que se desborda y pierde el sentido totalmente porque las personas creen que es imposible que alguien tenga la agenda tan llena y que en efecto solo está llena porque la persona está bloqueando esos horarios (para trabajar) y entonces «ponle nomás, así sabe tener todo bloqueado, no es verdad» y eso es ya un completo y total sinsentido. Hay formas mejores de hacer trabajo remoto y en especial viene de la mano de tener confianza en que la gente está haciendo su trabajo donde sea que se encuentre y dejar a las reuniones como última opción de interacción y no como la primera.

Hace poco escuché en el podcast de 37signals (mis gurús sobre trabajo remoto) que tener a un grupo de personas en una reunión de una hora es usualmente un desperdicio del tiempo de todos, porque si son 5 personas no es una sola hora la que se invierte sino una hora por cada participante, 5 horas de trabajo para la compañía, 5 horas que deben ser (efectivamente) invertidas sabiamente, armar reuniones porque sí, porque esa es la primera opción que se viene a la mente y no se tiene otra alternativa, es una de las cosas que se deben cambiar.

Por mi parte he logrado tener un equilibrio, no tengo tanto el problema de reuniones excesivas y no me he visto en la necesidad de bloquear continuamente mi calendario para poder tener tiempo de trabajo productivo. Es importante lograr eso, tener largos espacios de trabajo productivo, en lo posible, sin interrupciones. No he tenido que bloquear mi horario de almuerzo y la gente normalmente comprende cuando me han puesto reuniones en mi hora de almuerzo y les digo – No puedo a esa hora – aunque a veces me dicen – Pero vi tu agenda y ese horario estaba disponible – y claro un vacío en la agenda no quiere decir que pueda asistir a una reunión. En esto creo que ser lo más transparente posible es lo mejor, decir la causa real de por qué no vas a estar en una reunión y buscar otro espacio.

Con la pandemia ya medio medio relajada las reuniones presenciales implican menos estrés (para mí, al menos) y apoyan la interacción y socialización. Esto es una de las cosas que me ha costado retomar porque ya con tanto tiempo viviendo en remoto no siento esa necesidad imperante de reunirme físicamente para tratar algo relacionado al trabajo, de todas formas sí estoy empeñado en retomar contacto con mucha gente que por la pandemia se alejó, es importante no quedarse aislado. Veo que para muchas personas esto es mucho más necesario, ahí mi ventaja ha sido que ya trabajaba remoto desde antes y no tengo ninguna interacción de oficina que extrañar.

Un punto que no está cuajando tanto son las reuniones remotas con personas que están trabajando presencialmente. El ruido de fondo, la interacción como restringida con personas que antes estaban en sus casas y conversaban con libertad pero que ahora ya cuidan un poco más sus expresiones y lo que dicen y lo que no. Sé de muchos colegas que pudiendo trabajar 100% remoto los han obligado a volver a las oficinas, esto no me parece, debería existir la opción de elegir, de poder trabajar desde donde se quiera, ya sea trabajo desde casa, desde alguna ubicación remota o en la oficina, que todo se mida por logros y objetivos y no por el tiempo que uno está sentado frente al computador.

Una de las principales quejas de la gente que está trabajando presencial (principalmente de los que están obligados) es el tener que viajar hacia la oficina. No tener que moverse obligatoriamente sigue siendo una bendición, el no tener que usar ese tiempo en el tráfico y poder dormir más o poder hacer otra actividad es excelente.

Pero mi razón principal para seguir amando el trabajo remoto es que en este tiempo he podido estar todo el día cerca de mi hija, prácticamente todos los días, y eso ha sido una total y completa bendición, eso ha hecho que cualquier problema y dificultad asociado con trabajar remoto valga la pena. Ya no veo otra opción, trabajar de esta forma para mí en este momento y por esta razón es indispensable.

El trabajo remoto seguirá, con tantas opciones que se siguen abriendo, con muchos empleos que se han creado desde un inicio como puestos 100% remotos, es algo de lo que planeo seguir hablando, en parte contando cómo me sigue yendo, en parte pensando cómo se puede hacer que sea mejor y más productivo.