¿Pueden creer que cuando ya me boté del trabajo y dije – dale creemos entonces la empresa y vamos ahí – aún no sabíamos a qué nos íbamos a dedicar? A veces me pongo a pensar en eso y digo – ¡qué diablos!, ¿cómo hicimos eso? – pero bueno lo hicimos.
Luego de lo que les he venido narrando ya por algún tiempo de mis trabajos previos y de las primeras interacciones con los que serían mis socios en la empresa llegamos al momento de ya empezar. Y no sabíamos qué era exactamente lo que la empresa iba a hacer. Teníamos una idea vaga de los servicios que podíamos entregar, el plan no sonaba tan descabellado. Íbamos a empezar a dar servicios de herramientas de código abierto, habíamos analizado algunas herramientas de CRM, un par de opciones de gestión de proyectos, hasta estábamos viendo opciones de ERP. La cosa debía funcionar así: uno de los socios se dedicaba netamente a las ventas, visitar clientes, encontrar oportunidades de negocio, el resto nos repartíamos la parte técnica, íbamos a tener proyectos rápidamente e íbamos a poder estar tranquilos y disfrutar de tiempo y dinero y por poco y retirarnos a los 30 años ya cagados en plata (bueno, sí suena descabellado ahora que releo este párrafo).
No funcionó.
Ninguno de nosotros tenía conocimiento amplio de ninguno de los productos que tratábamos de vender, ni a nivel comercial y menos a nivel técnico. Tuvimos un par de acercamientos con clientes que buscaban soluciones de código abierto, pero con la idea de que al tratarse de software «gratis» iba a ser todo muy barato, al momento de cotizar proyectos de implementación simplemente se caían esas oportunidades. Éramos tres personas vinculadas al proyecto de lleno, y un par más de los que están y no están… creo que muchos de los proyectos de empresa que arrancan así tienen esta circunstancia en la que un grupo de personas se botan de lleno a ejecutar la idea y hay otro grupo que no arriesga y son y no son parte de las cosas. Eso nos pasó, los tres que estábamos ya habíamos dejado botando nuestros empleos anteriores y estábamos dedicados a tiempo completo a la empresa.
No funcionaba.
Pasaron tres meses aproximadamente (solamente 3 meses) y el socio que iba a hacer la gestión comercial botó la toalla. Dijo que no podía continuar a ese ritmo, sin ingresos (claro, no teníamos nada, habíamos arrancado con nada, en ese momento no entendíamos ni siquiera el concepto de flujo de efectivo para operar). En ese tiempo cortísimo ya nos habíamos quedado sin una de las personas que más entusiasmo le había puesto a la idea. Se fue así con pena y sin gloria, las cosas no era tan sencillas como habíamos pensado cuando nos reuníamos en el patio de comidas del Quicentro para imaginarnos lo bien que nos iba a ir.
Los otros dos éramos mi esposa y yo. Aquí realmente empieza la historia de lo que fue la empresa, con los dos sentados imaginando qué podíamos hacer, ella siempre más pragmática logró vender un par de sitios web, los hicimos con Joomla. Eso nos ayudó a mantenernos durante algún tiempo. De cierta forma nos resistíamos a lo obvio, ya no queríamos hacer lo mismo que habíamos venido haciendo en las empresas anteriores donde trabajamos, pero ese era conocimiento que ya teníamos, ese era el camino lógico, pero nos resistíamos. Nos resistimos por mucho tiempo a hacer eso, queríamos ver qué más podíamos hacer, y llegó una oportunidad de trabajo, era un proyecto ofrecido desde la última empresa para la que trabajé, y eso empezó a hacer que las cosas caigan por su propio peso. Obviamente era un proyecto dando servicios de las herramientas que habíamos manejado antes. Era lo lógico y ya en ese punto también lo necesario.
Esa decisión marcó el camino de lo que realmente íbamos a hacer, cambió el discurso que manejábamos, cambió todo el concepto de la empresa. Le dio sentido. Posteriormente todos los esfuerzos se fueron encaminando en esa vía. Las cosas empezaron a caminar de mejor manera pero igual no se daban de forma sencilla.
En próximas publicaciones voy a contar las dificultades que fuimos encontrando para abrirnos paso en el mercado, hay muchas cosas complicadas y hasta cosas sencillas que se pueden complicar por desconocimiento (habían demasiadas cosas que no sabíamos y que debíamos haber sabido, principalmente de la parte administrativa). El inicio tan apresurado y tan cargado de optimismo y de desconocimiento siempre fue algo que nos complicó, estructuralmente la empresa siempre arrastró esos problemas, muchas cosas complicadas que sí te van minando el ánimo pero también moldeando el carácter.
Sí, arrancamos sin saber qué hacer y nos fue pésimo, avanzamos a la brava y fuimos tomando decisiones que nos permitieron avanzar e ir logrando nuestra subsistencia. El inicio fue todo menos ideal, pero creo que, aunque suene medio acartonado, peor hubiera sido no arrancar.