Recuerdo reloco: Reunión tramposa

Es chistoso el cerebro, en medio del proceso de escribir las dos últimas entradas del trabajo que tuve antes de abrir la empresa (o sea esta publicación y esta otra) se me vino a la mente un recuerdo bien raro que había quedado sepultado en mi memoria. Estaba releyendo esos posts como para ya enganchar la historia de cómo arrancamos con la empresa y BUM. Así que procedo a contar esto porque por este hecho no debí haber aceptado nunca ir a trabajar a la empresa que fundó la que fue mi jefa (pero como ya les conté, según yo no estaba tan metido en esa onda de ser seguidor de ella y ya viendo en retrospectiva, sí estaba y mucho).

Resulta que cuando ya se estaba desatando todo el relajo de que ella estaba planificando la creación de su empresa y a mí ya me habían dicho que sí que acolite con el proyecto que qué chévere y todo lo demás, ella me llevó a una reunión con un cliente. En esta reunión íbamos a hablar sobre la herramienta para la que me había preparado por meses y que no tenía aún proyecto para poner en práctica. Hasta ahí todo bien, habíamos tenido un par de esas reuniones comerciales donde me presentaba como el experto en la herramienta [me causa gracia eso de que me llamaran experto, siendo que no lo era, más gracioso debió haberme visto ahí, guambra mocoso, inexperto en todo el sentido de la palabra (con el tiempo he visto a muchas personas cumpliendo ese papel de dizque expertos en reuniones, realmente eso es material para otro post)] yo hablaba con falsa elocuencia de las bondades de la solución y salíamos más o menos bien librados. La verdad es que ella era una vendedora excelente y cualquier traspié mío lo cubría con soltura. Entonces bueno, yo fui en camino a una reunión más. Pero en lugar de ir hacia las oficinas del cliente, fuimos a las oficinas de uno de los principales competidores que tenía la empresa para la que en ese momento trabajábamos los dos.

Tengo un tanto oxidados los detalles, ahora se me viene a la mente que no solamente íbamos los dos sino también otro de mis compañeros de trabajo. En fin, llegamos a las oficinas de esta otra empresa y yo entre mí pensé – ¡qué diablos! ¿por qué estamos aquí? – entramos a una sala de reuniones y nos esperaban los dueños de esa empresa, la competencia. Conforme avanzaba la reunión iba entendiendo lo que estaba sucediendo. Todos hablaban sobre el requerimiento del cliente, lo que estaban necesitando, y me preguntaban cosas técnicas sobre la herramienta. Yo seguía sin entender del todo y me alcancé a imaginar que de alguna forma íbamos a ir en colaboración a atender a este cliente, que era importante y grande, y que por eso debíamos unir esfuerzos, contestaba dentro de mis posibilidades las inquietudes que tenía cada quién. Conforme avanzaba la reunión las cosas empezaron a ponerse oscuras y me quedé de una sola pieza cuando mi jefa me dijo – listo Andrés, tú vas a ir a la reunión como miembro del equipo de ellos, pero no podemos arriesgarnos a que luego nos delaten así que vamos a llamarte por tu segundo nombre y luego ya cuando todo esté ganado ya no va a importar -.

Lo que realmente pasaba era lo siguiente. El cliente quería tener una reunión con los dos proveedores simultáneamente, como quien mide las capacidades de cada quien. El plan maquiavélico de mi jefa era que hagamos quedar bien a la competencia como que tenía al experto (léase a mí) que el proyecto sea adjudicado a ellos y el acuerdo (por llamarlo de alguna manera) era que ellos nos contraten cuando ya se hubiera formado la nueva empresa de mi jefa.

Fuimos a la reunión, el cliente presentó una serie de requerimientos sobre los que nadie tenía conocimiento, ni siquiera yo que era el experto (jaja) pude solventar esas dudas y todo quedó medio ahí en el limbo. Fue un show esa reunión, mis supuestos jefes no recordaban ni mi nombre real peor aún mi nombre en clave, mi jefa trataba de salvar la situación pero no podía arreglar las cosas como usualmente sin mostrar que quería apoyarme y hacer que la otra empresa quede mejor. Nunca más tuvimos una reunión sobre ese proyecto, al menos yo no.

Yo estaba super incómodo, me parecía ridículo lo que estaba pasando y me pareció mal que ella me haya puesto en esa situación. Viendo mi malestar ella me salió con frases trilladas tipo – así son los negocios, ya irás aprendiendo -. El tiempo pasó, pasó todo lo de mi salida abrupta de ese trabajo, la empresa de mi jefa se creó, yo fui a trabajar con ella pero no debí hacerlo. Ahora que recuerdo esto, eso debió ser suficiente para alejarme de ella, pero no lo hice, por eso mismo creo que yo estaba más metido en esa especie de culto de lo que me gusta aceptar. Ya cuando todo se dio y yo salí de la compañía que ella fundó, igual seguí haciendo algunos trabajos para ella pero eso también es materia de otras partes un poco más complejas de la historia. Como les he contado ella fue una persona a la que yo llegué a admirar y a seguir mucho, con el tiempo algunas cosas ya no me cuadraron y más bien me alejé. Con el tiempo igual tuve la oportunidad de interactuar con todos los que estaban en esa reunión tramposa, y para sorpresa de nadie, estas interacciones siempre tuvieron intenciones turras, pero por lo menos ya estuve en una posición diferente, en una posición donde yo podía decidir que no iba a participar de ese tipo de contubernios.

Al final sí que fui aprendiendo cosas de mi trabajo con ella, principalmente aprendí todo lo que no quería ser y hacer.