Cada trabajo tiene su enseñanza: El negocio familiar

Quiero hablar de cada una de las actividades en donde puedo decir que trabajé. Trabajo formal o informal. Y quiero dedicarle a cada uno de los lugares donde trabajé una publicación. Creo que ese camino que hasta cierto punto fue algo que solo se fue dando por inercia, es el que fue moldeando mi forma de ser y hacer en lo que se refiere a mi actividad profesional. Mi historia laboral no es una historia de múltiples sacrificios o cosas extraordinarias. Creo.

La primera actividad que considero como un trabajo en mi vida es cuando a los 18 – 19 años empecé a «ayudar» en el negocio de mi familia. Se trataba de un centro de distribución de productos naturales que se venden con un esquema de mercadeo multinivel. Hoy el negocio como tal continúa pero ha ido cambiando un poco sus objetivos, y ya no tiene la exclusividad que manejó hasta hace poco. Pero bueno, esa es otra historia y muy seguramente llegue a contar acá todo lo que implicó para mi familia desde mi punto de vista.

Mi trabajo consistía en cubrir a mi papá en la atención del local. En un inicio era en verdad una ayuda, es decir algo así como «mijo, debo salir un rato ¿puedes bajar al local a quedarte?» y yo «Claro». Pero con el tiempo se volvió algo más regular. Bajaba casi todos los días en las mañanas, coincidió justamente con mi cambio de horario en la universidad, empecé a estudiar por las tardes. Me quedaba normalmente un par de horas, a veces más, a veces menos.

Al tratarse de una distribución tan específica el trabajo no era tan pesado en esas horas. Llegaban algunas personas a proveerse de productos para hacer sus ventas directas. Yo tenía que facturar y entregar los productos. De vez en cuando llegaba alguien a curiosear, a ver qué dizque vendíamos, y yo debía explicarle algo sobre los productos y sus funciones, normalmente estas personas no compraban nada, no tanto porque fuera un mal expositor sino más bien porque llegaban con la expectativa de comprar una pastilla para purgarse que costara unos 2 dólares y yo les ofrecía un programa de desintoxicación que costaba 60 dólares. En los tiempos muertos hacía deberes, teníamos internet dial-up en el local y una impresora matricial.

A cambio de mis horas en el local yo recibía algo de dinero que básicamente me servía para movilizarme a la universidad y hacer vaca para las bielas. No lo veía entonces como un trabajo, no veía entonces como si debiera recibir un sueldo o algo así. Lo veía como una ayuda, una retribución al esfuerzo de mis papás. Ellos me pagaban todo, casa, comida, estudios, hasta entretenimiento. Yo a cambio trataba de apoyar en algo más y me tomaba en serio el bajar a ayudar en el local.

De esto me quedaron un montón de experiencias y voy a listar las que se me vienen a la mente en este momento:

  • Pude entender mejor la forma cómo se movían las finanzas en mi hogar. Hasta ese momento no tenía una idea tan clara de cómo se generaban los ingresos, sino más bien esa percepción etérea y abstracta de que a veces hay dinero y otras veces no. A veces estamos bien y otras veces no tanto. Participar más estrechamente me hizo entender y valorar aún más todo lo que hacían mis papás.
  • Pude aprender con experiencia directa sobre atención al cliente, conversar con gente desconocida, entender lo que necesitaban, aceptar con una sonrisa sus agradecimientos y también sus malos modos.
  • Pude aprender sobre ventas. Aprender las bondades de los productos para poder explicar a las personas que venían a proveerse y también las que no tenían ni idea de lo que vendíamos, luchar contra el recelo de ofrecer los productos, sentir la emoción de lograr una venta y sobretodo, por la cantidad de ocasiones, a lidiar con el rechazo.
  • Pude entender mejor lo difícil que resulta gestionar el tiempo. Habían días más ocupados que otros, y si por mala suerte había aplazado algún deber para hacerlo en el local y era un día de muchas visitas estaba fregado. Y pensaba «qué chévere hoy hubieron muchos clientes», y «qué mierda ya no hice el deber». Algunas veces estos días implicaban que no almorzaba por llegar a clases o que llegaba tarde a la primera clase. Con el tiempo mejoré en esto pero siempre fue un reto.
  • Por añadidura, y en verdad sin darme cuenta, entendí cómo se trabaja como eslabón en una cadena de distribución. Eso lo digo ahora que ya entiendo mejor esas relaciones comerciales, pero en ese momento trabajaba en una cadena con un fabricante/importador, que a su vez se apoyaba en mayoristas/osea nosotros, que proveíamos a los distribuidores/todos nuestros clientes, que eran quienes vendían al cliente final. Suena obvio, pero no lo entiendes hasta que lo entiendes.

Para finalizar dejo el punto que más valoro, el que más gusto y satisfacción me dio siempre durante esos 2 años. Tuve la oportunidad de trabajar con mis padres, de conocerlos en esas lides, luchando por obtener el pan de cada día. Me alimenté de las ganas de emprender y de salir adelante de mi mamá y mi papá. Eso me dejó siempre la sensación de que estaba más unido a ellos, de que pude conocerlos mejor y apoyarlos de alguna manera y ese sentimiento y experiencia no los cambio por nada.

Ahora que lo pienso y lo recuerdo, creo sin duda que desde ese momento se sembró en mí la gana de emprender y crear algo propio, de paso aprendí que no todo era color de rosa cuando se trata de mantener tu negocio. No estuvo nada mal como primera experiencia laboral.

Freelancear o crear empresa

*Este es un post refrito de algo que había escrito hace muchos años, por ahí por el 2013, en un blog que no prosperó, hoy lo reedito con un par de correcciones, aunque en su esencia es exactamente lo que publiqué hace 6 años.

Por como se dieron las cosas en mi vida laboral temprana, tuve la oportunidad de participar en un par de proyectos de forma independiente antes de conseguir mi primer empleo y luego, claro, como ya he contado vino la empresa. Pude probar entonces estas dos formas de trabajar, freelance y miembro de una empresa. Ambas situaciones tienen sus pros y sus contras, y más que hacer una lista de ventajas o desventajas quiero compartir unas cuantas reflexiones basadas en mi experiencia.

  • Trabajar como freelance es un buen medio para capitalizarte previo a montar una empresa. En parte te permite conocer si vas a poder vivir bajo tu propia decisión, es decir, si vas a tener la disciplina para poder llevar tu propio negocio sin depender de alguien que tome las decisiones por ti. Además te permite ir creando tu portafolio de clientes lo cual va a ser clave al momento de iniciar con la empresa, principalmente si la empresa tiene que ver con los servicios que estás entregando de forma independiente.
  • Trabajando de forma independiente puedes potencialmente contar con ingresos más altos pero esto es una suerte de espejismo. De mi experiencia el fenómeno que se dio es que luego de haber estado percibiendo un sueldo pasar a recibir ingresos por proyectos que por  lo bajo duplicaban ese sueldo se percibía como una mejora completa. El problema vino cuando dejaron de haber proyectos de forma recurrente. Ese tiempo de espera entre proyectos era solventado por el ingreso mayor percibido. En ese punto los ingresos eran prácticamente los mismos, pero de forma independiente se le agregaba la incertidumbre de no saber si se concretaría alguna de las oportunidades existentes.
  • Entre freelancear y montar empresa existe un punto de quiebre. El momento en el que te das cuenta que para poder entregar los servicios que tienes proyectados necesitas el apoyo de más personas, ya no te basta contigo. En ese momento fue mucho más necesario el formalizar una empresa. Claro que yo pensaba que asociarme con otras personas iba a ser algo sencillo y sin problemas y en realidad fue todo lo contrario.
  • Hay que ser conciente de lo que implica el montar una empresa. Yo era un completo ignorante de los reglamentos y leyes que debía cumplir para poder llevar una empresa. Pero bueno para eso existen abogados, contadores, asesores y todo lo demás. El punto es que si no estás dispuesto a lidiar con todos los requerimientos adicionales que implica llevar una empresa no recomiendo meterse en ese campo de batalla, para mí fue así, tal cual, un campo de batalla. Pasaron años para poder lidiar con los inconvenientes causados por una deficiente administración inicial pero con esfuerzo se logró sanear esa situación.
  • Llegó otro momento en el que se volvió crítico formar la empresa. El giro de mi negocio me permitió colaborar en proyectos de empresas que requerían de mis servicios específicos, pero al momento en el que yo empecé a vender mis servicios directamente, los clientes no se mostraban tan cómodos con la idea de comprar mis servicios como freelance versus los de una empresa. Estaba entonces en un problema, pues necesitaba de empresas de terceros para poder entregar los servicios que tranquilamente podía dar yo directamente. El crear la empresa abrió la oportunidad de entrar en proyectos que no hubiera podido ganar si estaba solo. Esto sin dejar de lado las oportunidades de colaboración con otras empresas que sigue siendo uno de los pilares de mi actividad, pero incluso en ese caso, con la empresa he podido negociar en una posición más ventajosa que estando solo.
  • El trabajo como freelance en los servicios que yo entrego no fue tan sencillo de conseguir. Creo que pueden haber negocios que permitan un mayor flujo de trabajo como freelance y mantener ese estado sin arriesgar la situación económica. Depende de cada negocio y también de cada persona y su circunstancia. Pero sea como sea te vas a enfrentar a un nivel de incertidumbre y riesgo que no es tan notorio cuando trabajas en relación de dependencia.

Aventurarse a dejar un trabajo estable y crear un negocio o entregar servicios de forma independiente siempre va a tener su recompensa. Yo he tenido momentos bastante duros pero han servido para concretar y cimentar mi empresa. El vivir estas experiencias, aunque no sean del todo exitosas, te entrega un gran aprendizaje y te obliga a explorar muchas facetas de ti, lo cual será muy valioso incluso para luego encontrar un trabajo mejor si decides que ser empresario o freelance definitivamente no es lo tuyo.

Te metiste en mi cliente

Como conté en un post anterior una de las formas en que logramos articular las operaciones de mi primera empresa fue aliándonos con otras empresas. Ese tipo de relación se puede volver muy compleja, se presta para un sinnúmero de malentendidos y relaciones de años de colaboración se pueden caer de un momento a otro sin más.

Dentro de las situaciones más álgidas en las que me he encontrado en este tipo de interacción es en aquella en la que la otra empresa me ha dicho «Te metiste en mi cliente». Eso nos ha llevado a un torbellino de problemas en los que por más que uno trate de explicar y justificar la situación normalmente ha resultado en una ruptura de las relaciones y de las alianzas. Como en todo, este tipo de situaciones tienen muchos puntos de vista y pueden ser analizadas desde diferentes perspectivas.

Primeramente, si no existe un acuerdo claro, verbal o escrito (escrito siempre es mejor, y ni así), que indique exclusividad o que indique que ninguna de las empresas va a entregar sus servicios directamente a un cliente sin tomar en cuenta a la otra, no debería haber problema. Al final cada empresa es libre de trabajar con los clientes que pueda. Nadie es dueño de los clientes.

Segundamente (jaja), es un error cuando las empresas no transparentan que quien les da parte de los servicios al cliente final es otra empresa, porque al final el cliente se da cuenta (siempre se da cuenta) y se puede llegar a sentir estafado. Sin duda la situación ideal es desde un inicio transparentar cómo está compuesto el equipo de trabajo, qué empresas están involucradas y qué valor entrega cada parte.

Otra cosa es cuando de manera descarada una de las empresas aliadas arma una componenda para saltarse los términos de la alianza. Por ejemplo, he visto casos en los que la misma persona que está llevando el proceso de venta, filtra los datos a la empresa «aliada» que milagrosamente aparece con una propuesta más atractiva y termina robando (si cabe el término) el cliente que se había atendido de forma mancomunada. Obviamente eso ya está más en el campo de lo poco ético, lo desleal y muchas veces de lo ilegal.

Para evitar este tipo de problemas, luego de varias experiencias negativas, con mis socios hemos tomado la decisión de solo trabajar en este esquema si el cliente tiene claro que va a ser así, creando documentos que explican claramente los deberes y derechos de cada empresa en la alianza y cómo se va a actuar en este tipo de situaciones de controversia. Hemos logrado evitar muchos problemas de esta forma, aunque también nos hemos creado otros más graves, principalmente cuando los otros no han querido respetar los términos del acuerdo, pero así es la vida.

También he tenido situaciones en las que un competidor me ha dicho «Te estás metiendo en mi cliente», y claro, esta es peor. Llegan amenazantes, hablan mal de ti con el cliente, llaman a otras empresas para que no presenten propuestas, tratan de bloquearte con solicitudes descabelladas en términos de referencia, coiman. Son tirados a mafiosos, a propietarios de los clientes, como si fueran señores feudales, son empresarios de la peor calaña.

A los que vienen de mafiosillos no les paramos bola, no hay mucho que decir al respecto, en esos casos sí nos metemos en sus clientes.